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+ Morena gana en las urnas pero pierde en la práctica; “El pantico” debe apurarse a aprender; “El kiriki” deja ruina y conflictos; hay “superregidor” en el Cabildo de Guaymas y amenaza; el SUTSAG vuelve al entredicho; Dalia y Trini, la Esperanza de Empalme


EMPALME, Son.- Francisco “El pantico” Genesta es alcalde porque la ciudadanía apoyó un proyecto para impedir a los partidos típicos mantenerse en el poder, al considerar que fueron tomados por irresponsables y corruptos que dejaron en la inopia a Estados y Municipios.

El drama es, Andrés Manuel López Obrador no contaba con el resultado de aliarse a lo que fuera. Se tomó lo que había y Morena erró al aliarse al salinista Partido del Trabajo, muy similar a esos partidos que quería desaparecer del mapa político.

Hoy debe pagar por el resultado. “El Peje” no podrá cumplir su oferta porque el PT, hoy autoridad en muchas partes, vuela solo. El promotor de la 4ª. Transformación los ve alejarse y como aquí dijera el diputado local Rodolfo Lizárraga, anticipando el infaltable “con todo respeto”: “cada quien deberá tomar sus propias decisiones”. Y este martes lo repitió en el Congreso al marcar su “rayita” escudándose en la legalidad.

Ejemplo de esta expresión se da en Empalme, donde el PT al ligarse a Morena, ganó la alcaldía pese a que solo tuvo poco más de 700 de los 5 mil y pico de votos captados. Ganó Morena, pues, pero no un morenista.

Con la posición en su bolsillo, “El Pantico” se queja de ruina pero ya pasea por la República, llenó de familiares la nómina que todavía no puede pagar y trae fuereños a ocupar los principales puestos. No habla de proyectos porque no los tiene. Riñe con la gente y pésimo intermediario “negocia” con quien lo busca sin encontrarlo, en este caso el secretario del Ayuntamiento.

Ya dio color. Soberbio, ajeno a lo político. No se acerca a los regidores y así no alcanzará acuerdos para transitar con calma. Se llama José Francisco Palacios Esquer y, como “El coyote”, él y El Pantico fueron juntos a la escuela, por eso es secretario. Fuereño, claro.

En cuanto al tesorero, Carlos Arbayo, fue regidor hace dos trienios y traía poco en la bola, así que no se espera mucho del manejo administrativo.

No es raro entonces lo que está pasando: desde el 16 de septiembre la nueva autoridad no ha podido sentarse en su silla, oficinas acéfalas, sesiones del Cabildo ausentes y para acabarla, 61 trabajadores tienen tomado Palacio Municipal exigiendo sus quincenas o liquidación y nadie les explica cuándo pagarán. Se dan con que les digan que sí, aunque no les digan cuándo.

Como decía un colmilludo tricolor de hace algunos trienios: si no hay dinero, usa saliva. La explicación es, dialoga, acuerda. Pero el “Pantico” no lo entiende.

Ha dicho ir a Hermosillo al menos 5 veces y fue a Ciudad de México a buscar recursos y pero… nada.

Y vieran al señor secretario del Ayuntamiento, responsable de prevenir y resolver conflictos, cuando se acerca a la gente a resolver el problema principal en este momento: grita y hace gestos ajenos a la praxis política. Se atreve a decir a quienes protestan, que contaminan el ambiente. Es un hermosillense nacido en Empalme y regresa por el puesto ofrecido, pero ya hace enemigos por todos lados.

Al creer que es la solución de entrada, el alcalde Genesta busca un préstamo por unos 12 millones de pesos para salir de apuros, pero no le alcanzarán. El “Kiriki”, mote del ex alcalde --hoy ni el PRI quiere y la CTM se avergüenza de él--, desapareció más de 75 millones de pesos y la contabilidad no explica cómo.

No lo explica ni el excelente trabajo del ex tesorero Mariano Michel, “el limpiador”, un profesional en eso de agarrarle la pata a la vaca para ocultar o borrar evidencia que arriesguen la libertad de quienes disponen del erario.

Los nuevos representantes batallan pues, y sus alcances son cortos, por eso Empalme no verá soluciones en el corto plazo. Ir a México no resultará. Morena ganó la elección federal y no le ayudarán porque el PT quiere volar solo.

El futuro entonces, pinta como para que vuelva a llover sobre mojado. La interrogante ahora es: ¿Dejará el Estado, la Federación, los liderazgos empalmenses, en manos de gente incapaz a este lastimado y saqueado municipio?

La democracia dice que sí, pero el sentido común parece contradecirla.

TIROS RÁPIDOS

1.- Arturo Lomelí Cervantes es regidor y mostrado como un superasesor tras proponerlo la alcaldesa Sara Valle para encabezar las principales comisiones en el Cabildo de Guaymas.

Era un ciudadano común, empalmense, hijo de una compañera de trabajo de la alcaldesa en una escuela técnica del nivel preparatoria, pero desde el 16 de septiembre su rostro muestra una expresión distinta.

Hoy es representante de poca paciencia. No soportó la exigencia de legalidad hecha por el regidor sin partido Ernesto Uribe, y lo amenazó. El empresario que creyó, como muchos, en un nuevo trienio lleno de cosas buenas para Guaymas, no lo podía creer.

El superregidor petista le reclamó ventilar cosas en público y que se meta con su familia; le dijo que él también “le sabe cosas” y hasta lo acusó de que lo extorsiona.

Con ojos así de grandotes, Uribe rechaza lo anterior, a menos que eso signifique haber expuesto el otro nepotismo, el de los ayudantes de la alcaldesa. El Superregidor hizo a su esposa y cuñada directoras de Recursos Humanos y de Desarrollo Social. Ellas, a su vez, replicaron la práctica.

Todo está en imágenes y sonido. Al agraviado “Súper” Lomelí le valió que lo estuvieran filmando. Puso de vuelta y media al Uribe que solo pide trabajar por Guaymas. Él, junto con el profesor José Luis Portillo Liera, al ver egos robustecidos e intolerancia manifiesta, preparan el caso que llevarán ante la autoridad competente para intentar poner orden en la comuna.

2.- No conocer la historia nos condena a repetirla.

En Palacio Municipal, el Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento bloqueó oficinas y forzó a reinstalar a un trabajador. Está bien, es la función de un sindicato.

Lo malo es que ese trabajador es parte de entre 20 y 25 que el panista ex alcalde que nos acabó de arruinar y ahora regidor, Lorenzo de Cima, sindicalizó en sus últimos días de mandato criminal contra el puerto. Y el chisme indica que lo hizo sobornando con mejor salario –al fin dinero ajeno--, a los dirigentes.

A principios de siglo la presión sindical costaba mucho al erario. Tras avances previos, el alcalde Antonio Astiazarán redujo el número de plazas para dar oxígeno a la comuna. Fue bueno, pero sus sucesores volvieron a recomendar a su gente y ahora a ver quién los para.

Debiera revisarse ese procedimiento y castigarse, para bien del Municipio.

3.- Dalia Laguna, del PAN, y Trinidad Flores, del PVEM, son hoy la única esperanza en el Cabildo de Empalme. Roberto Romero, regidor del Movimiento Ciudadano, es un sujeto cebado en disponer de presupuestos y gente del “Pantico” Genesta;  Rafael Cacheux (MAS) llama “mi presidente” con demasiada miel al alcalde.

Los otros 6, son de PT/Morena y tienen consigna de mayoritear todo lo que se proponga.