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+ “Como me ves te verás…”, ahora van por Lorenzo; Alán Jaramillo hizo ver novatos a regidores; quieren doblar a Sergio García; Yadira Cota gestiona proyectos menores, mientras caen los grandes


GUAYMAS, Son.- Lorenzo de Cima despertó un día con la idea de ser alcalde “para hacer algo por Guaymas”, pero su enojo compartido con la mayoría de los guaymenses hacia su antecesor, Otto Claussen, se volvería en 3 años un río revuelto con él como pescador principal.

Al ganar la elección de 2015 aplastando al médico bolsa de fierro José Luis Marcos León Perea, pregonaba urgente orden en las cuentas municipales, porque Guaymas “está muy jodido”.

Tal bandera le acarreó simpatías que pronto perdía. Hasta riñó con quienes apoyaron con el sudor de su frente y/o dinero, su campaña, como los regidores sobornados –lo dijo en sesión del Cabildo el propio De Cima— Enrique Hudson y el rey del transporte urbano de pasaje, Eduardo “El pin” González.

Hoy, el muchachito de los pañales de seda es exhibido: como él señalaba a Claussen, ahora es señalado al no justificar 91 millones de pesos y se indagan cuánto sí justificó con facturas falsas, para llevarlo a los tribunales.

Guaymas pregunta para qué escandalizó con la deuda dejada por Claussen, que elevada y todo, dejó obra a la vista. Para qué el fuerte pregón de la estafa y el fraude; el robo y el saqueo, si nada pudo --¿o no quiso?—comprobar.

Una Comisión Plural típica al iniciar cada trienio, citó a funcionarios y ex síndico de De Cima a sesión extraordinaria del Cabildo para aclaraciones, pero fue un circo de metralla de bajo calibre de los nuevos ediles, revelados como novatos de pésima –y cara—asesoría legal.

Los citados se reservaron el derecho a declarar por escrito, pues no les notificaron observaciones de esa Comisión, en temas como el criterio para realizar avalúos, aumento salarial a empleados sin contemplarlo el presupuesto, patrocinar negocios de familiares o “perdonar” traslados de dominio que en un solo trato, impidieron ingreso de 6 millones de pesos.

A la otra, los regidores del nuevo trienio deberán tener mejor asesoría para no volver a la lona donde los azotó el ex secretario, Alán Jaramillo Pérez, un miura que se los comió de un bocado.

Dieron ganas de aplaudir la actuación –eso fue—del corrupto confeso que se jactó de conocer cómo resolver temas de dinero tomando el presupuesto a su antojo, “como lo hacen todos mientras nosotros estamos aquí, comiendo mon…”, según se escucha en el audio donde ilustraba a su jefe, el entonces manipulado alcalde De Cima, quien luego lo corrió y dejó como hombre fuerte para negocios durante el último año, al jefe jurídico Carlos Mexía, quien acaparó todo trámite que significara dinero.

Jaramillo se acomodó en su asiento, pidió agua, esperó y dos tragos después, ejerció la magia de quien sabe lo que hace y dice: “me están haciendo preguntas acusatorias y ambiguas”.

Y comenzó su arte envolvente, distractor, aplastante. Los regidores quedaron sin habla.

Nada avanzaron en el mar desconocido donde nadan. Fueron devorados de un mordisco por quien hace años asesora maneras de no pagar prediales, traslados de dominio, proyectos, planos y demás información que “se pierde” en Catastro, y hasta cómo apropiarse de reserva territorial o arroyos propiedad federal, para venderlos a incautos.

Podría no alcanzar el tiempo a los nuevos representantes, para demostrar que Paty Campillo pagó millones a su hijo para sostener una pantalla electrónica colocada en vía pública; que perdonaron millones en impuestos a sus favoritos; y que el director de Servicios Públicos, Paúl Pétriz ¿prestó? máquinas y personal del Ayuntamiento a una empresa privada dos días antes de finalizar el (des)gobierno de De Cima, quien como regidor, prefirió ausentarse, pues le pincha el hígado cuando se descubren leperadas y todos voltean a verlo. No tarda en comparecer.

Además, hay denuncias formales. Ernesto Uribe, regidor que se opone a la costumbre de aprobar todo a cambio de puestos para familiares o dinero para “representación”, denunció ante la Fiscalía Anticorrupción a Lorenzo y su secretario de la comuna, David Kiamy, por firmar la carta de residencia para que pudiera ser tesorero municipal el hermosillense Santiago Luna, cuñado de la alcaldesa, quien oficialmente vive en ¡un predio baldío!

Eso, igual que las acusaciones previas, son delitos cuya ausencia de castigo confirmará impunidad y obligará a buscar otras formas de hacer rendir buenas cuentas a los hombres del poder.

Ah, también hay denuncias por nepotismo, pero como en todo el país la “chiquillada” que ganó en la ola AMLO hacen lo mismo, la costumbre se hace ley y el Odracir nuestro que persigue la corrupción, quedará con las manos atadas.

TIROS RAPIDOS:

1.- No debe echarse en saco roto la denuncia del regidor de Movimiento Ciudadano Sergio García Rascón. Por votar en contra de propuestas de la alcaldesa Sara Valle, lo presionan con el despido de su hija quien labora en el Ayuntamiento desde 2015, acusa. Parece que cumplirán la amenaza.

2.- La gobernadora Claudia Pavlovich ha recibido una distinción invaluable al ser reconocida por su desempeño en la transparencia.

Pero también destaca su capacidad de gestión ante quienes gobernarán el país desde diciembre entrante, lo cual se traducirá en respaldo para completar proyectos en marcha y emprender lo que sigue de su mandato que comenzó con la recuperación de Sonora y luego su transformación.

El propio López Obrador dejó claro ante la gobernadora Pavlovich, que todo avanzará e incluyó infraestructura para el desarrollo donde la prioridad es la retardada carretera federal 15.

3.- Yadira Cota da la sorpresa a quienes consideraban que no da el ancho para estar a cargo de la oficina de Economía y Turismo del Ayuntamiento de Guaymas, donde en el pasado cercano no hubo resultados.

Anuncia gestión para crear corredores turísticos y transporte que ayuden a los visitantes a conocer los muchos sitios atractivos de la ciudad.

Aclara, hay proyectos grandes, pero su dificultad requiere más tiempo; entre tanto, no se vale dejar de lado iniciativas que, en conjunto, significan oferta para atraer recursos en esta época de magros ingresos para esas tareas.