Ciro Gómez Leyva: Al frente

Mediodía del jueves 28 de octubre, terminal 2 del aeropuerto de la Ciudad de México. Una mujer blanca, intranquila, regordeta, de unos 25 años, los párpados pintados de azul, al parecer estadunidense, hace cola en el mostrador de Delta. Carga a un niño de un año y medio aproximadamente y tira con impericia de una niña de tres: morenitos ambos, con ropa nueva. El niño berrea: “¡Quiero a mi mamá!”

La empleada de Delta le informa a la estadunidense que falta una firma, sin embargo extiende los pases de abordar. El niño no deja de llorar desconsoladamente. Frente a la puerta 59 de la sala de espera, de donde saldrá el vuelo 484 a Nueva York, la mujer se levanta con la niña y dice en inglés por su celular que sólo se llevará a la pequeña, porque algo se complicó con el niño.

En la sala de espera, una pasajera joven, guapa, al parecer profesional en el manejo de menores, se acerca para tratar de tranquilizar al niño que se ha quedado solo. La estadunidense se percata y aleja con la niña. La mujer guapa y una segunda pasajera que se ha acercado también al niño avisan a una mujer de la Policía Federal que algo extraño podría estar ocurriendo. La estadunidense suelta a la niña y trata de escapar. Dos policías federales la detienen a los pocos metros: insulta, amenaza, algo dice sobre un vuelo a Atlanta. Se la llevan con los dos niños. Hasta ahí la narración de los hechos. Bendito azar.

• Pregunta a Delta y a la Policía Federal: ¿por qué si la documentación estaba incompleta se entregaron los pases de abordar?

• Pregunta a la Policía Federal: ¿en dónde están los dos niños, quién es la estadunidense?

Vamos a preguntarles.

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