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¿Qué dijo Manuel Bartlett?

 

HERMOSILLO, Son.- El Senador Manuel Bartlett Díaz tiene más de 50 años en la política. Casi toda su militancia político partidista la realizó en el PRI. De 2012 en adelante cambió de partido y de ahí en adelante se ha convertido en furibundo crítico del PRI y sus gobiernos.
Como hijo del gobernador tabasqueño Manuel Bartlett Bautista, colaboró al lado de Carlos Madrazo Becerra en la dirigencia nacional del PRI; fue alto funcionario de la Secretaría de Gobernación, en tiempos del titular Mario Moya Palencia (1970-1976), y asesor político del Secretario de Programación y Presupuesto Miguel De la Madrid (1979-1981). Después, Secretario General del PRI (1981); Secretario de Gobernación (1982-1988); Secretario de Educación Pública (1988-1992); gobernador de Puebla por el PRI (1993-1999); precandidato a la Presidencia de la República por el PRI (1999); senador por el PRI (2000-2006); de nuevo senador, pero por el Partido del Trabajo (2012-2018) y ahora abierto y declarado simpatizante de Morena y Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, a muchos sorprendió la salida de Bartlett del PRI. Nunca argumentó su salida del partido, y menos dio explicación alguna, por lo que siempre ha sido calificado como un tránsfuga VIP.
Ha sorprendido también que el exsecretario de Gobernación dijera hace poco al periódico Reforma que “Carlos Salinas de Gortari no ganó la elección presidencial de 1988”. Que “no fue por medio de fraude cibernético, sino por la manipulación de cifras y después por la destrucción de las boletas, tras un acuerdo con el PAN y la complicidad de dirigentes del entonces Frente Democrático Nacional que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas” ( julio 8, 2017).
Y a la pregunta; “¿Entonces, quién ganó? Si se quemaron los paquetes, si se entregó Salinas al PAN -estaba muy preocupado, obviamente-, y si no revisaron los paquetes y si no salió nada con este acuerdo y esa complicidad del PAN a la hora de hacer el dictamen. Vámonos, tapen todo. ¿Qué es eso? Es Salinas […] No ganó la elección, la perdió, afirmó” (Reforma).
Contrario a esa versión y en una entrevista contenida en el libro Transición, de Carmen Aristegui y Ricardo Trabulsi, editado en noviembre del 2009, a la pregunta de si se le había robado la elección a Cuauhtémoc Cárdenas, el mismo Bartlett dice: “No, yo creo que ganó Salinas. La distancia de votos no fue muy grande. Si tu analizas cifras y alcances, te vas a dar cuenta de que no llegó a romper el sistema. Cuauhtémoc se merece todo el reconocimiento de ser una figura democratizadora; sin duda alguna, representa la parte más Auténtica del PRI del movimiento histórico, pero no ganó” (p. 26).
Y continúa en la misma entrevista: “No sabes, pero la frase ‘se cayó el sistema’, jamás se te va a olvidar. ¿Por qué? porque tenían todo el interés en echarme a mi toda la culpa, después de una elección complicada. Era yo el chivo expiatorio de una campaña sucia”. “La protesta que hubo sobre la ‘caída del sistema’ fue una broma de Diego Fernández de Cevallos a las seis o siete de la tarde, porque no llegaba la información, que no era obligatoria y que había que mandársela a alguien. Esa broma nunca fue materia de discusión. Nunca”.
Por su parte y en el mismo libro de Aristegui, Fernández de Cevallos dice: “No tengo ningún elemento para suponer que el conteo de votos le hubiera dado el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas o al Maquío” (p.131).
A 20 años de la elección,Martha Anaya en su libro 1988: El año que calló el sistema, le pregunta a Bartlett: “¿Qué significó para usted el ‘88 en lo personal?”. Y él responde: “Significó el no haber llegado a la Presidencia de la República. El momento en el que había caminado de tal manera que según yo, debería haber llegado a la Presidencia de la República. No por un prurito personal, sino porque considero que la línea que debía haberse seguido era la línea política y no la línea económica, que es ahí en donde viene el quiebre en la historia de México; ese es un punto central” (p. 170).
Por su lado, el ex presidente Miguel De la Madrid, entrevistado por Carmen Aristegui aclara:
–“¿Cómo ve usted el año 1988 en la historia de esta transición democrática?”.
–“Como un momento muy importante. En ese año se dio una lucha pluri partidista como no la habíamos observado. Salinas ganó por una fracción mínima de arriba de 50 por ciento, Cuauhtémoc Cárdenas obtuvo una votación de 33 por ciento y eso le permitió afianzarse como un personaje político destacado. En 1988 yo digo que no hubo fraude. Una de las pruebas es que en las elecciones de 1991, el PRI volvió a ganar por mayoría absoluta” (p. 98).
Y le espeta al ex presidente: –“¿Qué fue exactamente la Caída del sistema?”
–“Técnicamente la expresión es incorrecta porque no se cayó el sistema, sino que no se computó la mayoría que se había prometido”.
–“¿Por qué razón?
–“Pues porque no había llegado” (p.98).
Martha Anaya vuelve a cuestionar a Bartlett: “”¿Estalla porque la gente sale a votar, porque se da un resultado que no esperaban, que aturde a Los Pinos, al candidato..?”
Y Bartlett responde: “Ah, claro, el resultado de la votación. Ahí es que salgo a la defensiva porque dicen: “la caída del sistema”. Esa es la gran mentira, manejada por estos mismos que estamos hablando. El secretario de Gobernación era presidente de la Comisión Federal Electoral. La comisión ese día sesionó y esperó los resultados como todo el mundo. Por primera vez una transparencia absoluta, hicimos una ley electoral para abrir precisamente los resultados” (p.175-176).
La misma Martha Anaya al ex presidente Miguel De la Madrid: “¿Cree usted que la llamada ‘caída del sistema’ fue usada como cortina de humo para no ver hacia los resultados catastróficos del PRI?
–No, la llamada caída del sistema fue una expresión pintoresca que se le ocurrió a alguien decirla”.
–¿Como se lo dijo a Bartlett, fue una orden?
–No. Fue aceptar la sugerencia que él me hizo. Me dijo: Viene tan mal la votación que si damos a conocer estos resultados se va a afianzar la idea de que el PRI ya perdió; es mejor esperarse a que venga un resultado más representativo. Cambiamos impresiones y los dos convinimos en que había que esperarse a dar a conocer los resultados hasta que hubiera el cómputo de una mayoría más representativa.
–¿Pero a esas horas seguían estando abajo?
–Sí, seguían estando en contra, se regularizaron como a las dos de la mañana”. (p.132-133).
En su libro de memorias Cambio de Rumbo, el expresidente de la República dice: “El resultado de las elecciones del 6 de julio quedó, para grandes sectores de la población, en entredicho. Ello se debió a que la oposición no dejó de afirmar antes y después de las elecciones que se preparaban o habían realizado fraudes masivos que invalidaban el triunfo de los candidatos priistas, incluyendo el presidencial”. […] Tres factores nutrieron la credibilidad de la oposición. En primer término, el tardío pero rápido ascenso de la popularidad de Cárdenas en el Valle de México. En segundo, ausencia de cifras que sustentaran las declaraciones de triunfo del PRI. Y por último la lentitud con que se dieron a conocer las cifras oficiales” (p.822).
Sobre los resultados finales, dice Miguel De la Madrid: “El 13 de julio la Comisión Federal Electoral dio a conocer los resultados oficiales de los comicios federales con base en la información entregada por los 300 Comités Distritales del país. Anunció que de una votación efectiva de 19.1 millones de sufragios -Lo cual arrojaba un abstencionismo de 48%-, a Carlos Salinas de Gortari del PRI le correspondía 50.36 %, a Cuauhtémoc Cárdenas del FDN 31.12 % y al aspirante presidencial del PAN, Manuel J. Clouthier, 17.07 por ciento. Los candidatos del PDM y el PRT habían obtenido respectivamente,1.03 y 0.42 %, lo que significaba que sus partidos perdían el registro oficial” (p.826).
Señala Carlos Ramírez, que una encuesta de la empresa Prospectiva Estrategia de Miguel Basáñez, presentada un día antes del día de la elección (5 de julio) vaticinaba 50 % para Salinas, 28 % para Cárdenas y 18% para Clouthier.
Al día siguiente de su primera declaración en el periódico Reforma, Bartlett recula y dice: “que él no tuvo elementos para determinar resultados definitivos en la elección de 1988”. “Que él nunca afirmó que Carlos Salinas no fue el triunfador en los comicios presidenciales de hace 29 años”. Bartlett recordó, “¡que la determinación de un posible fraude electoral correspondía al Colegio Electoral!”
En el texto señalado, Martha Anaya reta a Bartlett: “¿Quiere decir que el artífice del fraude en términos reales es Camacho?”
Responde Bartlett: “De haber habido fraude… ¿Dónde se manejó la calificación de la elección? Ahí. La Comisión Federal Electoral nunca tuvo los paquetes en sus manos, ni las actas. Yo no me acuerdo de las actas, si estaban ahí ni siquiera las analizamos. Entonces, ¿y el Colegio Electoral? Es ahí donde hay que analizar esa elecciones ahí donde se analizó la elección presidencial. En la Cámara… en la Cámara es donde se califica la elección, ahí se consumó todo. Tú comprenderás que yo no era una persona a la cual confiarle secretos de ese tipo” (p.180).
Bartlett no es ningún improvisado. Cumplirá 82 años en febrero del 2018. Después de una militancia de más de 50 años en el PRI, ahora apuesta por Morena y  Andrés Manuel López Obrador.
Bartlett sabe mejor que nadie que en política no hay casualidades y sus recientes declaraciones no lo son ni por asomo.
Tan no lo son, que con ellas,—por contradictorias— no aporta nada a la historia política de México, donde él ha sido un testigo privilegiado desde el ejercicio del poder.
¿Qué busca ahora que cambió de bando político? ¿Acelerar el descrédito político? ¿Tratar de debilitar por esa vía al partido por el que aspiró a ser presidente de México? ¿Pasarle facturas a sus antiguos adversarios? O :¿por haberse bañado en el Ganges al pasarse del PRI a Morena supone que su biografía ya está lavada de pecados y culpas?. Quien sabe.
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