De campeonato...

+ Marcos Geraldo, la historia que quiso contar…

GUAYMAS, Son., 6 de Diciembre de 2017.- El 20 de mayo de 1975 peleó por primera vez como profesional en Guaymas contra el mexicalense Manuel “Manopla” Fierro al que noqueó en ocho rounds. Marcos Geraldo subió al ring de la Arena Coliseo de la calle 10 con récord de 38 victorias y 12 descalabros. Había noqueado al 50 % de sus rivales. Obvio, la arena estaba de bote en bote y el más feliz era el promotor, empresario también del ramo ferretero, Luis Villegas Maytorena.

Tras bajar del ring el viernes 7 de abril de 1995, noqueado en 6 rounds por el invicto en 9 combates Leonardo Aguilar, en Mexicali, Marcos Geraldo bajó el telón de su carrera profesional con foja de 68 triunfos y 28 derrotas. Noqueó a 48 y de 21 fue víctima del cloroformo. Pareciera un récord poco impresionante, pero muchas veces fue utilizado por empresarios voraces como carne de cañón contra peleadores más pesados.

Y no tuvo combates fáciles, destacando entre sus adversarios los futuros campeones mundiales de la época como el Sugar, Ray Charles Leonard el 20 de mayo de 1979 en la capital de Luisiana, Baton Rouge, perdiendo por decisión unánime cuando muchos lo vieron ganar al medallista de oro de los Olímpicos de Montreal 1976 que tuvo récord amateur de 145-5 con 75 nocauts, y 36-3 y 25 enviados a la lona con la dinamita de sus puños en el profesionalismo.

El 17 de mayo de 1980 en el Caesars Palace de Las Vegas fue vencido por decisión unánime en 10 rounds por el zurdo Marvin Nathaniel Heagler, y el 27 de febrero de 1982 por La Cobra Thomas Hearns, en una pelea que ensució el de Tennessee desde el primer contacto cuando hundió su pulgar en el ojo derecho de Geraldo, obstaculizando su visión al grado de no ver venir algunos golpes que lo enviaron a la lona en el mismísimo primer round y tras revisión médica, diagnosticaron podría sufrir desprendimiento de retina… como Leonard.

Frente a humeante y aromática taza de café Marino, en el restaurant del hotel San Enrique --el martes 28 de noviembre--, el mejor ex campeón nacional medio, a decir del doctor y cronista de boxeo Alfonso Morales, me cuenta su historia, desde sus inicios cuando el bulliyng y los golpes lo obligaron a retirarse de la educación primaria en la escuela Ignacio R. Alatorre, y la influencia del profesor Alejandro Ramírez Cisneros en el caso.

Era muy vago de niño, admite. Admiraba como a nadie al cubano nacionalizado mexicano José Ángel “Mantequilla” Nápoles. Veía box donde se pudiera y para él era un deleite leer el Ring Mundial. Soñaba con ser boxeador. Su hermano Julio López, dos años mayor, lo fue. El Geraldo es por su madre Rosario. Su padre se llamó Enrique. Vivían en la 25 y calzada Agustín García López. Antonio López no le sonó comercial ni trascendente; optó por Marcos Geraldo. Se llama Marco Antonio López Geraldo y nació el 28 de septiembre de 1954.

Un día llegó con una revista Ring Mundial a la escuela y el profesor de sexto grado Alejandro Ramírez Cisneros, que hoy lo distingue con su amistad, se la quiso quitar, no se dejó, le tiro un golpe y echó a correr. Jamás retornó a un plantel educativo como alumno. Cursaba el quinto grado. A los 14 años vivía en San Diego, California; un año después peleó a 10 rounds y se inició una carrera provista de altibajos, con todo y cualidades pulidas por el pocho Daniel Rodríguez que tenía una cuadra de 15 peleadores y todo vivían en el mismo departamento.

Era normal que como mexicano se enfrentaran a tipos que arriba del ring eran más grandes en estatura y peso, pero nunca les sacó la vuelta a pesar de que lo bajaron tan golpeado que el retiro lucía como el mejor sendero, pero no lo pensó siquiera. Quería ser boxeador, y de los buenos, pero siempre adoró, a la par, la farra, las mujeres y los “amigos” que te da traer la bolsa llena de dólares, y las difamaciones de los malquerientes que nunca faltan, por envidia o lo que sea.

Una vez se enteró que en Guaymas corrió como reguero de pólvora la versión que pedía limosna en las calles de Tijuana. También que era una piltrafa atrapado en las drogas y los cárteles. Si así hubiera sido, comenta, hace muchos años estuviera muerto. Con esa gente no se juega. Fue bebedor y hasta la fecha de vez en cuando se enfría la diestra con una “promo”. Goza de jubilación como empleado de una frigorífica en California, USA, y amenaza seguir laborando para incrementar pensión.

No sabe cuántos hijos tuvo con las mujeres que casó y vivió, pero registrados suman 15. Viven en Toluca, Ciudad de México, Veracruz, Tijuana y Guaymas. A unos los ve, con otros se comunica a la distancia, y unos cuantos se perdieron de su vida. Confiesa haber ganado 600 dólares en su debut profesional y 40 mil dólares por pelea contra Leonard, Heagler y Hearns, cuando los retadores a un título mundial recibían 10 mil dólares.

Cuando fueron multi campeones ese trío, nunca quisieron darle una oportunidad. De hablar pausado pero firme, recuerda que su mejor amigo de chamaco fue el Chávez Carranza de La Guarida del Tigre quien se involucró en el movimiento subversivo de la Liga Comunista 23 de Septiembre, quiso jalarlo, pero él no entendía de política y le gustaban más los golpes, los billetes y la fiesta en que derivaba cada pelea, siempre.

Aquí en Guaymas, menciona con una sonrisa de chamaco travieso, dedicó sus peleas al entonces dirigente del Sindicato Petrolero, ex alcalde y ex diputado Oscar Ulloa Nogales, con quien tuvo unas fiestas de antología, inolvidables, de campeonato. Hoy le resulta muy gratificante la identificación y aprecio de los guaymenses en los días que ha estado en el puerto, que ve más grande y cambiado, y del que se irá en horas a Tijuana.

Amenaza volver a atenderse de dolencia en sus rodillas con la especialista en medicina física y rehabilitación Michelle Aimée Ahumada Arzate, con quien buscaría, de ser posible, una cita antes de partir para un diagnóstico y posterior tratamiento de infiltración de plasma que, le contaron, ha hecho maravillas en muchos deportistas.

Por dinero peleó hasta en peso completo que nunca fue y también por dólares fue a Corea y Australia a pelear contra clasificados mundiales cuando ser “rankeado” era lo que es ser campeón mundial hoy en día de una de tantas organizaciones patito que lucran, como nunca, con la materia prima que es el boxeador. Era tan natural su condición física que llegó a pelear con cinco días de entrenamiento y ganó, pero en otras casi lo matan.

En sus mejores tiempos le ofrecieron grandes terrenos de regalo, incluyendo en Guaymas, trabajos de base en Pemex y CFE y nunca aceptó pues jampas pensó en el futuro. Es ciudadano americano y sigue buscando a la mujer de su vida, pues esas batallas nunca las ganó… las perdió y en no pocas ocasiones fue traicionado.

Fue entronizado en el Salón de la Fama del Deportista Guaymense el 27 de noviembre de 2008.

Jamás combatió contra otro guaymense.

¡Larga y buena vida, campeón…!