El pecado y la penitencia

HERMOSILLO, Son.- La doble condición de Claudia Sheinbaum -como jefa de Gobierno de la Ciudad de México y como la ‘corcholata’ favorita del presidente para sucederlo- provocó que el choque por alcance entre dos trenes del Metro capitalino acaparara la agenda política nacional y convirtiera la tragedia en el top de la agenda sucesoria.

Nunca será un buen tiempo para que ocurra un accidente, pero el de ese sábado por la mañana fue especialmente malo para doña Claudia, porque la sorprendió llegando a Morelia para uno más de sus eventos de precampaña donde disertaría -paradoja incluida- sobre el éxito de sus políticas públicas en CDMX, a donde se vio obligada a regresar de inmediato en un helicóptero que le prestó el gobernador de Michoacán, el también morenista Alfredo Ramírez Bedolla.

Si doña Claudia no fuera la principal ‘corcholata’ de AMLO para sucederlo en Palacio Nacional, el ruido mediático habría sido menos estridente. Pero como sí lo es, eso le coloca una diana en el pecho a la que además, no es difícil acertar sobre todo tratándose de un tema como el del Sistema de Transporte Colectivo Metro.

Muy pocos se acordaban del derrumbe del tramo elevado en la Línea 12 que en mayo de 2021 dejó a 26 pasajeros sin vida, un centenar de heridos y bajo el manto de la impunidad a los altos mandos de ese sistema y del propio gobierno capitalino.

El accidente en la Línea 3 sirvió para reavivar la memoria social sobre aquella tragedia y ya sobre el tema, para hacer el recuento de al menos otro choque con una víctima fatal y un incendio en el centro de control, donde murió una mujer policía.

Se cuenta además un buen número de incendios, inundaciones y fallos técnicos atribuidos fundamentalmente a la falta de mantenimiento por las reducciones presupuestales, aunque la jefa de gobierno volvió a negarlo ayer, mostrando otros datos.

El punto es que al inigualable estilo de la grilla mexicana, a doña Claudia se le fueron a dos manos y le dieron hasta para llevar en las redes sociales. La reacción, sin duda tiene que ver con su condición de puntera en las encuestas rumbo a la sucesión presidencial, pero eso no demerita la validez de los cuestionamientos, que a su vez obligaron a un operativo de control de daños, desde el gobierno y su partido, que incluyó un desplegado en el que aparecen como abajofirmantes los 22 gobernadores de Morena y el dirigente nacional Mario Delgado.

II

En el pecado de ser la favorita del presidente, la señora Sheinbaum lleva la penitencia de ser la más expuesta a la metralla desde fuera y desde dentro de su partido.

Todavía hasta el año antepasado, la jefa de gobierno tenía su fortaleza en la CDMX -y con muchos asegunes, pues en 2021 perdió allí más de la mitad de las alcaldías- así que tenían que ‘placearla’ en el resto del país.

Ya como corcholata favorita le armaron toda una estrategia de posicionamiento que incluía giras semanales a los estados bajo cualquier pretexto y de un par de meses a la fecha aparecieron en las principales ciudades del país anuncios espectaculares con la silueta de su cabeza, la cola de caballo y el #EsClaudia.

La campaña fue muy efectiva. En pocas semanas todo México estaba hablando de Claudia Sheinbaum. Bien y mal, por supuesto, pero el objetivo de llevar su nombre a los lugares más remotos se cumplió con creces. Claudia encabeza todas las encuestas, aunque hay que apuntar que en esto tiene mucho que ver su condición de favorita del presidente, sin duda un factor de mucho peso en el ánimo del electorado.

El problema es que después del accidente en la Línea 3, todo México sabe que la señora Sheinbaum andaba encampañada fuera de la ciudad que gobierna mientras la tragedia aparecía de nuevo en el subsuelo de la capital.

El colapso de la línea 12 se registró un mes antes de las elecciones de 2021 y los resultados fueron desastrosos para Morena en la capital. Los 26 muertos, han concluido los analistas electorales, influyeron en el resultado.

Por eso ahora se ha montado un nuevo operativo para tratar de sacarla ilesa de este nuevo episodio, que no es de ninguna manera menor. El hecho de que fue solo una joven la que murió en el accidente no reduce su gravedad. El metro es utilizado diariamente por cinco millones de habitantes de la capital y su zona conurbada y todos son cotidianos testigos de los problemas e incidentes que registra el principal medio de transporte de la ciudad. En ellos hay zozobra, desconfianza y hasta temor, fundado además, de que pueda ocurrir un nuevo accidente igual o peor que los registrados hasta hoy.

Ahora bien, ¿está en peligro la candidatura de Claudia Sheinbaum? Diríase que no. Tendría que pasar algo absolutamente inusitado para relevarla. López Obrador es un hombre obstinado y su decisión parece estar tomada. Si es necesario se va a echar esa candidatura sobre sus hombros y la va a sacar adelante contra viento y marea.

Además, tiene con qué. Pese al ruido mediático, Morena sigue encabezando todas las encuestas con cualquiera de sus precandidatos, pero especialmente con Claudia. No es la candidata solo del presidente. Es, además, la candidata de los 22 gobernadores morenistas y aliados, que habrán de operar llegado el momento para sacarla adelante, sin miramientos.

Se quedará lejos, sin embargo, de obtener una votación cercana a los 30 millones que llevaron a López Obrador a Palacio Nacional y eso significaría una reconfiguración de fuerzas, sobre todo en el Congreso de la Unión.

III

En un breve recuento desde que tengo (poco, lo admito) uso de razón, el gobierno mexicano ha capturado a varios jefes del narcotráfico, vivos o muertos: Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Güero” Palma, Rafael Caro Quintero, “La Barbie”, los Arellano Félix, “El Chapo” Guzmán, Héctor y Arturo Beltrán Leyva, Amado Carrillo y su hijo Vicente; Nemesio Oceguera “El Mencho” (que dejó libre), Rafael Caro Quintero (también libre); Sandra Ávila Beltrán, Osiel Cárdenas, “El Chino” Ántrax, Juan García Ábrego, Manuel Salcido Uzeta “El Cochiloco”; entre otros muchos menos famosos.

En ninguno de los casos esas capturas han significado un punto de inflexión a la baja en el consumo y tráfico de enervantes o en la comisión de delitos de alto impacto. Antes bien, en los últimos 40 años el crimen organizado puede presumir, eventualmente, una mejor organización que la de las instituciones encargadas de combatirlo. Como nota al calce, en prácticamente todas las capturas y operativos para asegurar a esos grandes objetivos criminales, ha contado con agentes encubiertos de la agencia antidrogas de EEUU (DEA).

No creo que la recaptura de Ovidio Guzmán sea la excepción en ninguno de los dos supuestos: ni fue una empresa solo del gobierno mexicano, ni tendrá impacto alguno en las letales secuelas del crimen organizado en México, como no sea para agravarlo.

Sin restarle rango, poder de fuego, peligrosidad y capacidad para desplegar actividades criminales, el menor de los hijos de “El Chapo” Guzmán no es el capo de mayor jerarquía en el mundo del hampa en México.

Tiene, eso sí, un perfil súper mediático y por lo tanto, escandalosamente ‘vendible’ para que los gobiernos acrediten trabajo en sus políticas de seguridad. Digo ‘los gobiernos’ porque esto no involucra solo al mexicano.

Si hay alguien interesado en presentar trabajo en esa materia, con miras a la reelección no es López Obrador, sino Joe Biden que, creo, está jugando una carta que jugó Barack Obama en febrero de 2014 -cuando aprehendieron a Joaquín “El Chapo” Guzmán- para mandar una señal a los estadunidenses de su compromiso con el combate al crimen.

Ovidio Guzmán también lleva en el pecado su penitencia. Después del ‘Culiacanzao’ en octubre de 2019 se convirtió en leyenda.

En torno a él giraron todas las versiones sobre la política de seguridad del gobierno mexicano y su presunto pacto con el Cártel de Sinaloa emblematizado para efectos prácticos en aquel saludo de López Obrador a su abuela, apenas cinco meses después de la recaptura de “El Chapo”, su padre.

Sin ser el ‘jefe de jefes’ Ovidio pasó a ser una marca, lo que por cierto no le molestaba. “El Ratón”, como lo llaman, apareció en ‘charolas’ metálicas, camisetas, gorras, corridos norteños y toda la parafernalia que incluía logos, eslóganes, dibujos animados, videos en TikTok, fotos en Instagram, tuits, post en Facebook. Un fenómeno de branding al que entre otras cosas se le endosa la mayor parte de la exportación de fentanilo a EEUU, sin que esté comprobado. Sin que esté comprobado que sea la mayor parte.

En el mundo de percepción y marketing en el que vivimos, a quien más le convenía la captura de Ovidio Guzmán era a Biden y no a AMLO. Cien mil muertos por sobredosis de fentanilo en EEUU es un buen tema de campaña en aquella sociedad híper hipócrita que a su vez es el mayor mercado de estupefacientes en el mundo.

Tomar el pulso de lo que sucede es relativamente sencillo. Joe Biden y Justin Trudeau podrán venir a México cuantas veces quieran y cuando quieran, pero bien a bien, no se sabe cuándo, después de cinco visitas en cuatro años a Badiraguato, López Obrador volverá a aquel pueblito sinaloense para la sexta.

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