A sus órdenes, General

HEMOSILLO, Son. - La detención del General Salvador Cienfuegos en EEUU mereció del presidente Andrés Manuel López Obrador las siguientes palabras el 16 de octubre de 2020: “Eso es una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo fue degradando la función pública, la función gubernamental durante el periodo neoliberal”.

Ayer, el presidente le entregó al mismísimo General, a quien el gobierno de EEUU entregó a México bajo la promesa de que sería juzgado acá, pero la FGR desestimó todos los cargos, una condecoración por sus contribuciones a la formación castrense: la presea Bicentenario del Heroico Colegio Militar.

Con un fuerte apretón de manos entre el presidente y el General se protocolizó un capítulo más del desmoronamiento de aquella narrativa de campaña que ganó muchos adeptos y fortaleció las convicciones de quienes ya apoyaban al entonces candidato en su replanteamiento de la relación con las fuerzas armadas, particularmente con la cúpula castrense, pieza clave en la ‘guerra contra el narcotráfico’, tan política y electoralmente cara para Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

La promesa de campaña de AMLO incluía regresar al Ejército a los cuarteles y sacarlos de las tareas de seguridad pública. No solo no lo cumplió. Tras la asunción al poder, el presidente abrazó a la cúpula militar y le entregó nuevas funciones que a la fecha incluyen la administración de empresas estratégicas: una línea de aviación, aduanas, puertos, aeropuertos y trenes; bancos, traslado de valores y concesiones para administrar recursos multimillonarios en empresas constructoras.

El sector más duro y politizado del obradorismo, el de la izquierda de profunda vocación antimilitarista pasó el día con la quijada hasta el suelo. La imagen lograda por uno de los fotógrafos que cubrieron el evento fue demoledora: con la mirada abajo y un gesto entre la compunción, la tristeza y la desolación, el presidente apareció pequeño ante la corpulencia y el semblante hosco del General. Si alguna vez AMLO ha tenido el gesto de la derrota, es esta.

La imagen llega, además en mal momento. En la Ciudad de México, la virtual candidata presidencial Claudia Sheinbaum, ya con el bastón de mando en la mano, operó para proyectar a Omar García Harfuch, un policía de carrera y cuya genealogía incluye a su abuelo Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa durante aquel aciago dos de octubre de 1968, icono si lo hay en México del carácter represivo del Ejército. También a su padre, Javier García Paniagua, entre otras cosas titular de la temible Dirección Federal de Seguridad que tanto dolor y bajas causó a la izquierda mexicana: muertes, cárcel, represión, desapariciones, tortura.

La izquierda chilanga no quiere a un policía en la jefatura de Gobierno de la ciudad, de la misma forma como la izquierda mexicana tragó sapos, muchos sin hacer gestos, con la condecoración al General Cienfuegos.

Tal vez los costos electorales sean mínimos, pues el desplante no alcanza para que los obradoristas le retiren el apoyo a su candidata (aunque algunos lo han expresado), pero el sentimiento que queda en una buena parte de la izquierda -y en sectores mucho más amplios de la sociedad mexicana- es de desaliento no despojado de preocupación por lo que ya sin muchos matices, aparece como la rendición del poder civil frente al poder militar.

La imagen, seleccionada para ilustrar esta columna, es devastadora en su carga de simbolismos y en la proyección de lo que depara el futuro bajo el nuevo gobierno que, de mantenerse las tendencias, sería indudablemente encabezado por Sheinbaum, por cierto, parte de esa generación de activistas que alimentó y se alimentó de la aversión hacia las fuerzas armadas y que durante los últimos cinco años han masticado, pero nunca tragado la versión de que hoy el Ejército es pueblo uniformado, sobre todo si ese Ejército sigue a las órdenes de la misma cúpula militar que en el pasado ordenó masacres de campesinos, obreros y estudiantes.

Bajo las órdenes, a su vez, de un civil ciertamente, que es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, pero a quien nunca se vio bajar la mirada de la forma en que ayer lo hizo AMLO.

Lo que sigue es un breve catálogo de lo que postearon en tuiter varios de los más fieros defensores del obradorismo cuando detuvieron al General Cienfuegos:

John Ackerman: No se confundan. La detención de Cienfuegos es logro de la 4T. Se le informó al presidente hace 15 días sobre el caso y permitió que la justicia siguiera su curso.

También John Ackerman: Sin López Obrador en la presidencia, Salvador Cienfuegos no estaría en la cárcel y Felipe Calderón tendría su partido político. Ambos golpes son productos contundentes de la 4T.

Juncal Solano: No queremos impunidad para Cienfuegos.

Antonio Attolini: (Cienfuegos) acaba de ser detenido por delitos en su contra. ¡Es un honor luchar con Obrador! No hay delincuencia uniformada en su gabinete.

Epigmenio Ibarra: Cienfuegos deshonró le uniforme y participó en el encubrimiento de crímenes.

II

Pero bueno, dejemos los simbolismos para después, porque la vida sigue. Ayer el gobierno federal anunció el decreto para incentivar fiscalmente a las empresas que decidan instalarse en México, y eso favorece especialmente a Sonora, debido al intenso trabajo de cabildeo internacional que ha realizado el gobernador Alfonso Durazo para promocionar esta entidad como destino de inversiones, particularmente con el Plan Sonora de Energía Sostenible.

La relocalización de empresas, conocida como nearshoring es un fenómeno global del que Sonora puede sacar ventajas y de allí la importancia de este decreto. En otras ocasiones, el gobernador había adelantado que trabajaba en una propuesta para exentar de ISR y de IVA (bajo algunas circunstancias) a las empresas que trajeran sus inversiones a Sonora.

El decreto garantiza la deducción adicional del 25% durante tres años para gastos de capacitación de trabajadores, lo cual impacta con una de las vertientes del Plan Sonora, que es la especialización de mano de obra.

III

Ayer les comentábamos que volvió a dar de qué hablar el alcalde de Caborca, Abraham “El Cubano” Mier. Ya en el ocaso de su gestión, al parecer el munícipe se dio cuenta de que el barrio no lo respalda y eso se debe al mediocre trabajo que ha realizado, sin contar los espectaculares desatinos cometidos sobre todo en materia de seguridad pública, que tienen viviendo a los caborquenses con el Jesús en la boca.

Eso sin contar sus afanes de trascendencia aunque sea como promotor de la narcocultura en una región donde el crimen organizado ha sentado sus reales.

Pues a falta de consensos ciudadanos y empeñado en una reelección que le significaría a Morena perder ese municipio, al “Cubano” le ha dado por promover encuestas en Facebook, que ya las quisiera Demotecnia para un domingo.

Según la citada encuesta, participaron 85 mil ciudadanos lo cual de por sí es un proeza en un municipio que cuenta con 89 mil habitantes y una lista nominal de 65 mil.

Con esa participación, “El Cubano” tuvo una aceptación del 97% (¡Noventa y siete por ciento!) sobre su más cercana competidora que para efectos de esta manipulada encuesta fue la diputada Alicia Gaytán, que obtuvo el 3% de los votos.

Para dimensionar el tamaño de la jalada que se mandó hacer el alcalde, hay que recordar que en la elección donde él participó como candidato en 2021 votaron en ese municipio 24 mil caborquenses y él obtuvo 11 mil votos.

O “El Cubano” es un fenómeno político al que AMLO le da bola, o es un redomado mentiroso y narcisista que en dos años de una gestión desastrosa subió sus preferencias electorales del 44 al 97 por ciento, convocando las simpatías de los que votaron por otras opciones políticas y hasta de los recién nacidos.

Sí se nota desesperadón “El Cubano”.

*risas grabadas*