Guymas a debate

GUAYMAS, Son.- La historia nos dice que Guaymas ha generado a personajes muy influyentes en la política estatal y nacional desde hace 150 años; que haya dado tres presidentes de México, sin importar su duración en el poder, no es poca cosa. Pero también nos dice que la aparición de buenos políticos se estancó en los últimos años. ¿Qué pasó?

Ningún otro municipio del país —excepto la Ciudad de México, o Veracruz como estado— puede darse el lujo de presumir haber dado tres presidentes de México; ninguno cuestionado por eventos contra México o por excesos en el manejo del Poder —a excepción del Maximato entre 1928 y 1934, que se le adjudica a Calles—.

Adolfo de La Huerta, nacido en 1881, gobernó seis meses, de junio a diciembre de 1920. Estuvo exiliado en los Estados Unidos de América y regresó a México en el gobierno de Cárdenas con quien trabajó; vivió en la Ciudad de México donde murió en 1955 y está sepultado en el panteón francés de San Joaquín.

Plutarco Elías Calles, nacido en 1877, gobernó cuatro años (1924-1928). Estuvo exiliado desde 1936 en los Estados Unidos y regresó a México en el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Murió en 1945, y sus restos descansan en el monumento a la Revolución.

Abelardo L. Rodríguez, nacido en San José de Guaymas, en 1889, gobernó dos años (1932-1934) y fue quien le entregó el poder a Lázaro Cárdenas. Regresó a la política como gobernador de Sonora para el período 1943-1949. Se retiró en 1947 a Baja California y —dice Milton Castellanos en sus memorias— quiso volver al Poder en 1952 como primer gobernador de Baja California, pero no contó con el apoyo del presidente Ruiz Cortines, quien prefirió a Braulio Maldonado.

Rodríguez murió en 1967 y está sepultado en Ensenada Baja California.

Guaymas tuvo también vice gobernadores y gobernadores de Sonora; Prisciliano Figueroa, oriundo de la Ciudad de México y arraigado en Guaymas, fue vicegobernador (1895-1899) con Ramón Corral ejerciendo varias veces el Poder Ejecutivo ante las frecuentes licencias de Corral. Alberto Cubillas, que nació en Guaymas en 1856 (hijo de Fernando, de San Miguel de Horcasitas, y que también fue gobernador) fue vicegobernador (1907-1911) con Luis Emeterio Torres, y gobernador encargado del despacho (03/1909-05/1911) cuando triunfa la revolución maderista.

Eugenio Gayou, nacido en Guaymas en 1857, fue gobernador interino de Sonora entre junio y julio de 1911, y fue electo vicegobernador para el período 1911-1915 en el período de José María Maytorena.

Guaymas tuvo la ironía política de albergar a Francisco H. García, el militar Porfirista de Hermosillo que Victoriano Huerta nombró como gobernador de Sonora cuando la XXIII Legislatura (1911-1913) se negó a reconocerlo como presidente de la República. García se trasladó por barco a Guaymas y nunca pudo tomar posesión del Ejecutivo en Hermosillo porque el puerto estaba rodeado por las fuerzas rebeldes encabezadas por Álvaro Obregón. Despachó desde el puerto, del 1 de abril de 1913 al 16 de marzo de 1914. Es decir, en esos meses Sonora tuvo tres gobernadores: Maytorena, el constitucional —ya en Tucson—; Ignacio Leandro Pesqueira, el encargado del despacho; y García, el impuesto por Victoriano Huerta. Ironías de la vida…política.

Guaymas aportó también al primer director del Banco de México (1925- 1932): Alberto Mascareñas; que nació en Guaymas en 1876, y se desarrolló en Hermosillo promovido por Plutarco Elías Calles como subsecretario de Hacienda del gobierno federal.

José María Maytorena Tapia, nacido en Guaymas en 1867, gobernó Sonora de 1911 a 1915. Al aliarse a Villa, rompió relaciones con Carranza, Obregón y Calles, y se vio forzado a exiliarse en Los Ángeles, California, por casi 20 años. Terminó su período —entre octubre y noviembre de 1915— otro ciudadano guaymense: Carlos E. Randall, diputado federal, minero de San Marcial, por años tesorero del ayuntamiento. Maytorena murió en 1948 y fue sepultado en el panteón español de la CdMx.

Plutarco Elías Calles, gobernó Sonora entre 1915 y 1919, y Adolfo de la Huerta entre 1919 y 1923. Fueron períodos formales interrumpidos frecuentemente por licencias y otros cargos federales.

Rodolfo Garaizar ex presidente municipal, Tesorero estatal y diputado local gobernó Sonora unos meses en 1925 y otros más en 1927.

Rodolfo Elías Calles, nacido en Guaymas en 1900, hijo de don Plutarco y Natalia Chacón, gobernó de 1931 a 1935. Posteriormente, desde 1937 se dedicó a los negocios en Cajeme, de donde fue presidente municipal (1952-1955). En 1963 rechazó ir en fórmula como candidato al Senado con Juan De Dios Bojórquez, lo que le abrió la puerta a Alicia Arellano Tapia. Murió en 1965 y sus restos reposan en el Panteón Yáñez.

Abelardo L. Rodríguez, de San José de Guaymas, después de haber fungido como gobernador del territorio de Baja California (1923-1930), secretario de Comercio, secretario de Guerra y Marina, y presidente de México, gobernó Sonora entre 1943 y 1947.

El último senador oriundo de Guaymas —impulsado por el ex gobernador Carrillo— fue Adolfo de la Huerta Oriol, hijo del expresidente. Se desempeñó en la L Legislatura (1976-1982), en fórmula con el General Juan José Gastélum.

Guaymas es uno de los puertos más importantes de la región noroeste de México y uno de los más estratégicos del Mar de Cortez; pero en los últimos años algo le ha faltado a su clase política y a la empresarial. Guaymas ha decaído y ha perdido el liderazgo de otras épocas.

Ha dado diputados federales de dimensión estatal como Florentino López Tapia, Carlos Zatarain, Antonio Astiazarán y, recientemente, al dirigente estatal de Morena, Heriberto Aguilar.

También han salido del puerto algunos dirigentes nacionales de organizaciones: en la Unión Nacional de Avicultores, Fernando Zaragoza; en la Unión Nacional de Productores de Hortalizas, Gaspar Zaragoza, en la Cámara Nacional de la Industria Pesquera, Ernesto Zaragoza y dirigentes sociales importantes como Florentino López Tapia (cooperativas) y Oscar Ulloa Nogales (Seccion 40 de petroleros).

Como nota al margen, recordemos que de Guaymas han surgido dos municipios: Empalme (1953) y San Ignacio Río Muerto (1996).

¿Qué le pasó a Guaymas y cómo explicar su decadencia en los últimos 30 años?, ¿Por qué no se han formado nuevos líderes? ¿Seguirá dominando el oportunismo político? ¿Que quedó de la ofensiva contra el cooperativismo pesquero de los noventa? ¿Concentración de la riqueza en pocas manos y miseria social? ¿Por qué el puerto luce semi abandonado y en plena decadencia material con edificios y calles abandonadas y solares repletos de basura?, ¿Por qué se ha llegado al extremo —crónico— de que en la zona urbana solo haya disponibilidad de agua dos veces—y a veces una vez— a la semana?, ¿De dónde y por qué se generó tanta violencia? ¿Por qué a pesar de tantos anuncios de inversiones, la gente no siente el bienestar prometido en los asuntos domésticos como la seguridad, el drenaje, el agua, la basura y los servicios elementales? ¿Por qué, a pesar de las alternancias políticas municipales desde 1997, no ha habido una corriente política que le encuentre la cuadratura al círculo del progreso local? ¿Por qué la clase empresarial local se ha achicado—hasta casi desaparecer— sin liderazgos notables en lo estatal y nacional?

Son muchas preguntas válidas que no tienen fácil respuesta. Ahí está el reto para las nuevas generaciones y las razones para rendir homenaje a algunos de quienes—cada quien, en su sector, cada quien en su papel— se la han jugado en serio por Guaymas: Marco Antonio Llano Zaragoza y Gregorio Alvarado Sánchez.

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