Estas líneas...

Si, van sobre Otto GUAYMAS.- En mi barrio había plantas que atraían `mayates´, el escarabajo cuyo nombre proviene del náhuatl máyatl, y para que no haya otras interpretaciones agrego lo que me dice el diccionario: coleóptero polífago de la familia de los escarabeidos que se halla en la mitad sur de América del Norte.

Destaca el  color verde brillante y metálico en vientre y patas. Lo cito porque los atrapábamos para atarles un hilo en sus patas y hacerlo volar en círculos. A veces se nos soltaba el hilo y surgía la expresión “voló el mayate con todo y hebra”. Viene al caso por lo siguiente:

En medio del desaseo –¡cochinero, más bien!— que muestra el análisis contable sobre el uso de los dineros de la gente de Guaymas, se reflejan leperadas no solo tipo Fantomas (“la amenaza elegante”, aquel personaje de revistas en los 70), ladrón de cuello blanco que ejemplificaba los cómos artísticos de la estafa, el hurto… la ladronada pues.

También hay huellas donde el cinismo ganó a la discreción y se gastó dinero que paga el pueblo, en frivolidades como el puro o el coñac del oficial mayor; el viaje `acompañado´ del contralor o el regidor, pasando por la fiesta y el regalo o atención al favorito(a). Cosas así.

 

El alcalde Lorenzo De Cima anda preocupado, lo acepta, porque hay mucho de eso por encima de obras o los servicios --¿Cuáles? Todo se dejó caer—que hubo, sí, pero solo pinceladas de lo que pudo haber sido. Pero en las primeras preocupaciones están las “grandes obras”, que disfrazan quebrantos por cientos de millones de pesos.

Cientos, sí. Y eso significa dejar de percibir el 52% de las participaciones federales para pagar préstamos o rentas que nadie sabe para qué sirvieron; súmele deudas al comercio, proveedores, también obligaciones para terceros porque ayudaron a conseguirlos o vendieron algo que nunca apareció.

Explicarlo es largo. Pero sépase que la calificación obtenida hace tres trienios, que era buena con el trabajo de Carlos Zataráin y Antonio Astiazarán –enemigos políticos, sí, pero no confundieron gimnasia y magnesia—ayudó a que César Lizárraga contratara arrendamiento de lámparas en aquel oscuro negocio del alumbrado. El paso redujo la calificación, pero quedó para que Otto Claussen usara información manipulada para pedir más, unos 360 millones de pesos que no aparecen. Ahora, nadie nos prestaría.

Aquí viene el tema central: ahora resulta que el mayate voló con todo y hebra. Citan instancias de esas que saben, que no solo engañó –si es que fue un engaño—a los banqueros, sino a la gente que le vendió servicios de negociación, comisionistas, cabilderos, etcétera, y a la hora de las cuentas… nada.

Así que Otto Claussen no estaría nervioso solo por la revisión que descubre cómo se malgastó el dinero de los guaymenses, sino por el acecho, asedio de los cobradores. Y el fino trabajo contable que hizo Tesorería, que para eso fueron muy buenos los responsables de la tarea encomendada a altos honorarios –esa sí se cobró, pues el extesorero es diestro en el tema--, no fue suficiente para ocultar la huella de la leperada.

Que Guaymas perdió crédito, que se hundió, que está sucia y descuidada… es lo de menos. Otto vino a lo suyo y lo hizo. Ahora, hay que esperar que Lorenzo De Cima haya venido a sacarnos del hoyo, porque a como están las cosas, no aguanta otro alcalde hábil para los negocios pero sin conciencia, insensible al daño que su voracidad hizo a la gente.

Ya lo sentenció el secretario del Ayuntamiento, Alan Jaramillo Pérez: van por Otto. Y de paso, “para que se le quite”, por el excontralor, Héctor Hernández García, el panista que trabajó para el PRI –corrección: para Otto— en la persecución de César Lizárraga y Mónica Marín, a quienes entrampó en procesos administrativos junto con varios de sus funcionarios, en una acción de perro ladrando. Nunca mordió y ahora se caen todas las inhabilitaciones y dos o tres denuncias guardadas en alguna oficina de algún ministerio público que entendió ese circo.

Los otros como 30 que citarán, es protocolo. Hasta regidores que aprobaron todo a Otto, están en la lista, pero también, solo ladridos. No morderán. Guaymas se da con esos dos.