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Estas líneas: Como que caen, pero no

Parecen caer y salir del camino, pero pronto se levantan y vuelven a ocupar espacios presuntamente perdidos, los aspirantes a la dirigencia estatal del PRI, Julián Luzanilla Contreras y Antonio Astiazarán.

Para la mayoría, la frescura de Claudia Pavlovich es lo que el tricolor necesita para hacer creíble su conversión a la democracia y mediante este proceso, volverse la opción partidista requerida hoy por los sonorenses.

Sin embargo, a partir de iniciados los procesos internos, ni el excelente alcalde que tuvo Guaymas, Antonio Astiazarán, ni el numerosas veces diputado y dirigente campesino

Julián Luzanilla, han tirado la toalla por más que se hable de lo de Claudia como hecho consumado.

Quien hable de dados cargados no conoce a la señora Pavlovich. Nunca se prestaría a enjuagues del tipo, pues prefiere ganar en justa lid. Y los dos políticos subidos a la arena democrática creada por el PRI, tampoco son peritas en dulce y no se ve en el aún desarticulado horizonte priísta sonorense, quién los pueda sentar a favor de un tercero.

Claudia lleva la ventaja, pero Astiazarán insiste en tener de su lado medio consejo y numerosos comités municipales; Julián igual, y agrega comités cenecistas –que por cierto, dejaron solo a Salvador Sánchez—, y eso no es ser comparsa.

Pelean fuerte y más el segundo, que incorpora a auténticos miuras electorales, caso de

Alfonso Ayala y Daniel Tréllez. Tréllez ya dirigió el PRI y fue diputado local y federal. Un personaje de esa talla no va a una fiesta así no más a ver, así que doña Claudia todavía no puede cantar victoria.

Astiazarán, por su parte, parece jugar solo, excepto por las cuentas que rinde periódicamente a su amigo y ex jefe que le ayudó a ser diputado federal, alcalde y lo placeó para hacerlo –pero las cosas no cuajaron-- candidato a gobernador.

QUIEREN AYUDARLE

Ayer criticaba un columnista de casa, la torpeza de Héctor Hernández, un ex empleado del IMSS y candidato a alcalde por el PVEM el 2006, hoy premiado por sumarse a la “bola” azul, como jefe de la oficina de Enlace con Profeco.

Dice que está muy grave el dirigente panista Francisco López Lucero, pero el tono es el que no gusta y ya habla de un proceso interno para elegir presidente, sin esperar los tiempos.

Es decir, mientras los panistas están preocupados y le reúnen apoyo material, don Héctor piensa en sentarse en esa silla. Como diría un pequeño amigo mío: parece político.

Por cierto, el chisme que crecerá cada día si no lo atajan a tiempo sus protagonistas, es el de la presunta agresión de Alonso Arriola, secretario del Ayuntamiento, a un reportero radiofónico.

Hay crónicas de distintos tonos, pero en principio, el funcionario haría mal en mostrar piel sensible a la crítica y enseguida, en no dar importancia a la susceptibilidad de la gente. Debiera dar explicaciones, pero no es experto en ello, y en eso se parece al tesorero Carlos Dueñas, quien hace poco todavía quería ser candidato a alcalde o diputado local, y hoy ya ni queso quiere.

Es que le dio por sentirse experto y responsable de “hacerle ver la realidad” al alcalde César Lizárraga, pero a sus espaldas, como expone un columnista local, sostiene que “esto es un desmadre”.

Qué bueno que hay valores entre quienes escriben, si no, lo echaría de cabeza para demostrar que donde no los hay es en esa oficina del dinero municipal.

César crece, no lo entienden quienes insisten en las facturas de campaña ya pagadas, en lugar de aprender con él a hacer gobierno. Eventualmente se irán, sin correrlos, solos, cual ocurre cuando las cosas caen por su propio peso.

Respecto a eso, el ajuste de gabinete municipal puso como comisario público del Consejo Municipal de Concertación para la Obra Pública a Natael Flores Cortéz, hoy auditor técnico adscrito a Contraloría, lo cual ayudará a Israel Quiroz a ampliar resultados de su labor en esa instancia.

Para irnos, celebro el orden que priva en la Dirección de Seguridad Pública, gracias a la capacidad de diálogo de su titular, Librado Navarro, un profesional del Derecho que da su lugar a la gente, algo difícil para un policía formado en campaña.

Por eso es que se ha reconocido a Guaymas como el municipio que aporta mejores cifras a la tranquilidad estatal, lo cual no sucede por ejemplo con Empalme, tan cerquita que está, pero allá los intereses son otros.