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+ A prueba el blindaje de Lorenzo; CPA, inteligencia contra el delito; CEA: sí, pero ¿Y el servicio?

GUAYMAS.- Expertos no son, por eso tardan, pero pronto la presión de varios regidores de esos muy escasos que llegan con intención de ayudar a la comunidad, obligará al alcalde Lorenzo De Cima Dworak a implantar el programa de austeridad que le debe a la ciudad.

El enclaustrado presidente del Ayuntamiento casi cumple un año en la silla que dejó llena de lodo su antecesor y no ha podido con el desastre heredado. Batalla hasta para pagar quincenas, no se diga servicios como el lío ese con PASA, la recolectora de basura que viene, le explica y, es por demás, no entiende. Juan Torres Gómez usa peras y manzanas, y ni así.

Quizá hay mar de fondo. La especulación sugiere pleito de Lorenzo para rescisión del contrato, tras lo cual aplicaría la urgente recolección rentando dompes a parientes y amigos; luego, entregaría la concesión a otra empresa.

La ruta ya se conoce. La inició César Lizárraga en el trienio 2009-2012, pero a PASA le han salido bravos algunos municipios y ni se despeina para ponerlos en su lugar. Así será de nuevo, aunque no lo entiendan los asesores del alcalde de Guaymas.

El por qué, es fácil suponerlo: todos piensan en un pastel que puede devolverse para hornear otro y quedarse con la mejor tajada. No es así. Y no se justifica acusar a los gestores del contrato en el pasado, pues el documento tiene pelos y señales para actuar en consecuencia y todo parecen hacer, menos leerlo.

El servicio costaba un millón 500 mil pesos; actualizado, 2 millones 200 mil; si se cumple, bien; si no, la ley dice qué hacer. Y sobre todo, tomen en cuenta a la población, dueña del dinero, por más que los residentes temporales de Palacio piensen que es suyo.

Sea cual fuere el caso, el Ayuntamiento no acusa formalmente de nada a PASA, todo es jarabe de pico; y como las obras y gestiones que han hecho dar mil vueltas a México a los funcionarios de don Lorenzo, son solo fuegos artificiales con cargo al dinero público.

Por cierto, qué placer saludar a Alán Jaramillo, secretario del Ayuntamiento, un poco más doradito por su fin de semana en precioso yate en las siempre disfrutables aguas de San Carlos; yo lo ubicaba en Phoenix, a donde viajó la pasada semana, a combinar trabajo con placer, pues sigue vigente su pleito con un terrateniente local a quien le disputa suelos junto al mar, mismos que puso a disposición de la autoridad municipal, aunque creo que debiera esperar a que sean suyos, no solo creer que lo son.

Volviendo al pleito de comadres del alcalde y PASA, me llegan cuestionamientos respecto a la voracidad de la firma privada, pero al final se coincide: se encamine o no el alcalde a terminar con la esa relación, primero debe pagar. Pero no podrá si sigue encareciendo la nómina, pues entre amigos y recomendados le agregó casi dos millones de pesos por mes y esa cifra, solo esa, ya le habría sacado de apuros ¿Novatez?

SIN DENUNCIAS

A como se ven las cosas, se irá el tiempo y el contralor Fernando Ortega no llamará a cuentas a Otto Claussen Iberri.

Al primero ya ni el sol le da. No quiere interrogantes sobre la anunciada demanda contra quien presuntamente saqueó la comuna con más de 600 millones de pesos –obra pública fraudulenta y endeudamiento bancario carísimo, el propio Ayuntamiento dixit—; el segundo sigue interactuando en redes sociales para mostrarse en fiestas o paseos en los que no refleja hambre, ni mucho menos.

También aquí los fuegos de artificio crearon una expectativa que se vuelve frustración entre quienes sí quieren a Guaymas y lamentan los difíciles tiempos que padece. Los 100 días de gracia pasaron y tras ellos, muchos más y nada indica que será un buen trienio.

TIROS RAPIDOS

1.- Claudia Pavlovich conoce a fondo el problema de seguridad pública de Sonora y sabe que no debe exponer a las fuerzas de la ley cuando los recursos de “los malos” superan a los del Estado, que además, enfrenta la dificultad de la propia Ley marcando mil limitantes, bajo esta sabia cita: vale más un culpable libre que un inocente preso.

Por ello gana el aplauso al anunciar tecnología, ciencia, inteligencia y trabajo coordinado para ir contra el delito y el crimen organizado, como sugieren los expertos, pues un choque frontal implica bajas y no garantiza resultados. Peor, redunda en baños de sangre que nos mostraron al mundo como un país de bárbaros en los últimos años, con todo lo que ello implica.

Se andará pues, con métodos científicos por el camino de la justicia y enfrentar el delito será primero un proceder donde las balas estén ausentes; aparecerán, sí, pero solo en casos en que sea estrictamente necesario, para lo cual también estarán preparados los cuerpos responsables de nuestra protección.

La gobernadora anunció el Centro de Control, Comando, Comunicación, Cómputo, Coordinación e Inteligencia (C5i), con equipamiento y recurso humano suficiente para la meta buscada. Un millar de personas lo operarán, vigilando el Estado y cuidando de cerca a la población. Eso se oye tranquilizador.

2.- El Cereso de Guaymas es un polvorín.

Lo demuestran tres manifestaciones violentas de los confinados en los últimos tres meses, con heridos y daños, producto de abusos dentro del recinto que no se justifican pese al tipo de personas que albergan.

Es bueno que el secretario de Seguridad Pública, Adolfo García Morales, haya tomado medidas como separar manzanas podridas entre los reos, y sigue hacer lo propio entre funcionarios, pues parece que se les pasó la mano en eso de buscar beneficios materiales por otorgar privilegios que se supone, no existen dentro del reclusorio.

3.- Comisión Estatal del Agua trae una cacería de brujas cortando el servicio a medio mundo y quebrando pavimentos –algunos nuevos—en su afán de sanear, dicen los funcionarios de Sergio Avila Ceceña, las finanzas del organismo.

Pero eso no es honesto. La infraestructura es afectada por esas prácticas; se sufre derrame de aguas negras que enferman y matan a guaymenses, de escasez de agua hasta para servicio doméstico –no, no se puede beber por su alto grado de impurezas-- y frena el progreso porque su gente no tiene capacidad para impulsar proyectos viables para disponer de nuevas fuentes de abasto.

Una empresa comienza vendiendo productos de calidad para conservarse en el mercado, y no al revés. Oficialmente no ha subido el precio del agua, pero la diablura es reducir la entrega. Si falla el sistema en el abusivo tandeo –como falla a cada rato, vea sus mil boletines anunciándolo—, es peor.

Ahora se escuda bajo el anuncio de que gasta millones de pesos para colocar válvulas y sectorizar el abasto, lo cual huele a leperada, pues lo mismo anunció hace 8 años el perseguido y nunca alcanzado exadministrador también obregonense, Pedro Luis Bórquez Antillón, quien hasta me llevó a ver esos circuitos terminados. Resulta hoy que son novedad de nuestros nuevos técnicos.