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Estas líneas...

+ ¿Qué nos pasa? ¡Todo! La historia se destruye… por la droga; luminarias, que la bolsa sube a 8MDP


GUAYMAS, Son.- Así lo platica vía redes el historiador Alfonso Uribe, el más preocupado en la época contemporánea por preservar el legado de nuestros pasados, siguiendo los pasos de Juan Ramírez u Horacio Vázquez del Mercado, por citar solo dos los guaymenses que entienden cómo se logra la identidad de un pueblo.

Narró Alfonso la mañana de sábado que “la estatua al General José María Yáñez Carrillo fue destruida anoche, (una) pieza de mármol de carrara que en 1919, guaymenses preocupados por darle el merecido reconocimiento a Yáñez, mandaron construir a U. Luisi y Cia., con el apoyo económico de todos.

Formaron un patronato que en 1922 inauguró el monumento donde ahora es la Plaza a la Madre; desgraciadamente en 1954 durante los eventos del centenario de la batalla de 1854 lo derrumban para dar inicio a la nueva Plaza Centenario.

La estatua de mármol del general Yáñez la mueven a la Diagonal Yáñez y en 1985 la colocan donde anoche fue destruida por vándalos. Casi 100 años de historia. Resistió movimientos de lugar, huracanes, pero no la indiferencia de las autoridades y la falta de cultura de un pueblo que no es capaz de conservar su historia”.

El permanente cronista de la ciudad, Juan Ramírez Cisneros, lamentó la atrocidad y fue duro en su crítica a los aún anónimos autores de la fechoría de lesa historia, condenando a los autores, pero también a la autoridad que “ha sido rebasada por la delincuencia”.

También habló Mauro Barrón, un enamorado del esplendor de antaño y promotor de todo lo que pudiera atraerlo de nuevo, quien acusa a la incultura, pero también a “la falta de políticas públicas que permitan el sano esparcimiento de los jóvenes y alejarlos del grave problema social que representa el consumo de estupefacientes”.

Dan en el punto. Sobre todo Barrón, porque ¿quién anda a las tres de la mañana en un panteón? Un enfermo, claro. Un drogadicto es enfermo, ha caído en una adicción inducida y combatida sin muchas ganas, porque los responsables de hacerlo no tienen apoyo para enfrentar al monstruo, por lo cual seguido se unen al enemigo al saber que no podrán derrotarlo.

Lorenzo de Cima no brilla por su cultura, pero entiende lo que pasó. No es alcalde de un Municipio fuerte, pero ya debió tomar medidas para proteger el patrimonio guaymense. En última instancia, en casi dos años de mandato, debió aprender la importancia de la gestión. Desarrollando habilidad en ese camino, pocas cosas dejan de hacerse, pero…

GASTO INUTIL EN OFICINAS

“Enrique” narra con desaliento un problema que debe resolverse en instancias sociales.

Son de esos líos intrafamiliares de mucho desgaste, en los que es imposible poner las cosas en claro sin un árbitro experto, lo cual quiso hacer por recomendación de todos sus cercanos. No pudo.

Se le pregunta por qué y sus palabras se arrastran al salir de su boca, pues pidió apoyo al Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia, le trataron amablemente, pero le dijeron que debía llevar su problema a la Subprocuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (Teléfono 622-222-2720), pero pronto supo que no le resolverían y terminaron enviándolo al UNEPAVIF (622-2212083), donde abrieron un expediente al caso, pero avanzó poco e igual, pronto fue enviado al CAVID (622-2225726), sin contar con que ya había pedido apoyo inicial a Seguridad Pública (622-2240105).

Tanta oficina encargada de orientar a familias para que no lleguen a extremos al tratar de resolver problemas internos; tanta gente en ellas; tanto presupuesto para cubrir quincenas y bonos; y tanta irresponsabilidad, pues no resuelven y, pronto, la gente cae en el grave problema que se quiere resolver con declaraciones de funcionarios insensibles al sufrir ajeno.

Que sirva el lamento de “Enrique” para lograr un poquito de conciencia sobre estos casos que, a como se ve, terminarán perdidos en archivos basura en el cercano futuro. Qué les cuesta, si ya gozan de una quincena y prestaciones seguras, ayudar al prójimo.

LUMINARIAS, PARTE XXXVIII

Este lunes, en medio de la indignación de todos –y actuar de nadie—porque nos desbarataron la estatua de mi general José María Yáñez, surge un nuevo episodio del caso de las luminarias de Guaymas y el endeudamiento subsecuente.

Antes, le digo que la destrucción de la estatua del militar héroe –no epónimo como dice la placa alusiva en el panteón de San Germán—del 13 de Julio, fue por el mismo motivo que desde hace años se deprenda el viejo panteón de San Fernando y su gran historia. Algún pobre infeliz víctima de las drogas la vio color bronce y creyó que era de ese metal, por lo cual hizo lo que a su juicio correspondía: tratar de robarla y venderla a alguno de los conocidos –por mí y por todos, Policía incluida—chatarreros, pero que lamentable, no era de bronce. Al cuerno el mármol de Carrara.

Volviendo a las luminarias y su enfadosa trama para endeudar a Guaymas a favor de algunos bolsillos particulares, este lunes los momios amanecieron a favor del alcalde y el cabildeo que hace el ex secretario de la comuna Alán Jaramillo, quien para cargar dados, trae, dicen los malpensados, una bolsa que era de 5 millones de pesos, pero pleito la ha encarecido y sube a 8.

No ven pues, por eso la burra se hizo arisca.