HERMOSILLO, Son., 13 de Junio de 2016.- Mediante el uso de georadar, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia y la Universidad de Arizona lograron ganar tiempo al desgaste geológico y por primera vez exploraron intacta, una frágil estructura arquitectónica de los antiguos agricultores del desierto de Sonora.
Esto ocurrió en , en el sitio La Playa, ubicado en un valle aluvial del municipio de Trincheras, donde desde hace 25 años la investigación se realiza contra viento y agua, y está marcada por una paradoja: la erosión destruye los vestigios pero también los descubre.
En el año 2010, antes de usar el georadar y gracias a la erosión que había expuesto algunos artefactos, los arqueólogos encontraron por primera vez una vivienda de los asentamientos del periodo de Agricultura Temprana (800 a.C. a 200 d.C.). Íntegra sólo en una mitad. En el perfil de la tierra erosionada, el piso prehispánico de la casa se marcaba ante sus ojos, educados para localizar rastros culturales entre montones de arena disgregada. El suelo de la vivienda se halló cubierto de material carbonizado.
Al excavar el sedimento que lo cubrió por cientos de años, se fueron revelando los restos quemados de una casa en foso, de bajareque, elaborada con varas entretejidas y unidas con una mezcla de tierra húmeda y carrizo. Su forma era circular. Se construyó a una profundidad de alrededor de 40 centímetros bajo la superficie del suelo. La morada sufrió un incendio y el material con que se edificó se preservó por estar carbonizado.
En el piso hay 24 hoyos de 3 centímetros de diámetro por 3 ó 4 centímetros de profundidad, con fragmentos de carbones en su interior. Los hoyos servían de base para clavar postes que daban la estructura a los muros. Aparentemente eran de ocotillo, un arbusto de ramas verticales que crece en la región. Entre el relleno de muros y sobre el suelo, los arqueólogos hallaron puntas de proyectil, cuatro en total del tipo que ellos denominan Ciénega, de forma triangular y pedúnculo (equivalente a un tallo), por lo regular recuperadas en sitios de los primeros agricultores, lo que permitió inferir la época en que fue habitada.
La antigüedad de la vivienda se pudo corroborar fechando en laboratorio el material carbonizado: corresponde al periodo Agricultura Temprana, entre el año 0 y 200 d.C. La arqueóloga Elisa Villalpando Canchola, co-directora del proyecto de investigación con James T. Watson, de la Universidad de Arizona, y John Carpenter Slavens, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al igual que ella, comparten ahora los descubrimientos.
“La Playa es uno de los sitios arqueológicos más espectaculares del Norte de México y Suroeste de Estados Unidos”, dice Elisa Villalpando y explica que tiene una historia de 10,000 años de ocupación humana. En sus 12 kilómetros cuadrados han descubierto materiales de los primeros agricultores (1,500 a.C. a los primeros siglos de nuestra era) y rastros de cazadores del periodo Arcaico (7,500 a 1,500 a.C.), y grupos paleoindios Clovis, de hace 11,000 años; incluso vestigios de fauna extinta del Pleistoceno que caminó por esas tierras, como el mamut, el caballo y camello prehistóricos, de hace 13,000 años.
De acuerdo con John Carpenter, La Playa es el sitio más grande del periodo Agricultura Temprana conocido de ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Elisa Villalpando destaca que es de los más antiguos que se han investigado en Sonora, pues existen otros registrados en la región que podrían haber desarrollado los primeros eventos agrícolas del desierto, pero está pendiente su estudio.
La investigadora explica que Carpenter ha propuesto que en La Playa, durante el periodo de sequía muy fuerte conocido como Altitermal (5,500 a 2,500 a.C.), los grupos humanos emigraron hacia regiones con mejores condiciones ambientales, donde entraron en contacto con grupos que tenían conocimiento del cultivo de maíz.
Pasado este periodo regresaron al desierto y comenzaron a desarrollar la agricultura de irrigación: a través de canales, desviaron el agua de un arroyo, hoy seco, hacia sus campos de cultivo, delimitados por una especie de bordes que les permitieron tener agua controlada para la siembra. En un principio plantaron maíz y posteriormente, frijol y calabaza. Eran de la lengua yutoazteca.
Las recientes excavaciones han permitido recuperar datos sobre el tipo de construcción que usaron los primeros agricultores del desierto, principalmente han obtenido información de la casa descubierta en 2010, que es la que lleva más tiempo de análisis.