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Estas líneas

San José bien vale 500 millones; "lo bueno es que ya se van

SAN JOSE DE GUAYMAS.- De pronto, grupos de influencia del que fuera uno de los ejidos más extensos del país, se unen para este fin de semana ganar la elección de Comisariado Ejidal, máxima autoridad para resolver en asamblea los asuntos comunes.

¿Por qué llama tanto la atención este sitio? Fácil. Décadas y décadas fue un poblado de reses pastando y huertas de cítricos produciendo ricos frutos que abastecían el mercado local, luego nacional, aunque hoy las plagas –incluída la urbanización-- podrían desaparecer 30 mil árboles amenazados.

No importa. La época de producir la tierra pasó. No puede ser distinto si los suelos hoy se compran al menos en 100 pesos metro cuadrado y pueden superar los 500, pero –siempre los hay—“no se han hecho bien las cosas”, cita Arturo Escalante, quien hace tres años dejó el ejido en manos de una pandilla de inexpertos que pronto cedieron al canto de las sirenas.

Ahora, Arturo dice que “debemos dar valor agregado a esos suelos porque ya somos parte de la ciudad”. Quizá él, como presidente, también cometió errores, pues dejó que constructores de casas para pobre que se venden a precios para rico, compraran inmensas extensiones y llenaran de fraccionamientos la zona, para convertirla en “ghettos” donde neurosis familiar, violencia y delincuencia son resultado obvio de ese abuso tolerado.

Y los precios anduvieron entre los 10 y los 30 pesos. Aquí es donde aparece don Ernesto Elizalde, longevo pero “con bríos para un último aire”, pidiendo recuperar el orden que el Procede impuso cuando tramitó otorgar las parcelas en propiedad privada al ejido, luego éste las daría a sus posesionarios. Hoy “estamos desordenados”, lamenta, y llama a arreglar todo en asambleas, que ahora no significan nada y eso indicaría que lo hecho, está mal hecho.

Llama a los 180 ejidatarios a pensar en que “ya somos una empresa y debemos atenderla con ese interés”, básicamente –sentencia--, dejando de regalar el terreno como hasta ahora se ha hecho.

Todos ponen de vuelta y media al actual presidente Juan Rubio Martínez; hizo cosas mal por desconocimiento, luego por enfermedad, y creen que quien más aprovechó fue el presidente de vigilancia, Francisco Ciapara, a quien lo menos que le achacan es querer entregar en canal el ejido vendiendo a precios irrisorios, pero nunca se atrevieron a acusarlo de recibir por debajo del agua cantidades que, si se hubiera vendido bien el suelo, fueran mayores para él y para todos los ejidatarios.

Carlos Garza Osuna es el candidato a presidente que ofrece ese orden y en su caso, llamar a cuentas a quien haya hecho mal las cosas; mandar a juzgados incluso a quien haya lucrado para sí con recursos del ejido. Lo menos que dice de Juan y sus secuaces es, “lo bueno es que ya se van”, parafraseo priísta de la campaña del verano pasado.

Y si se van, dejarán el mando en sus manos y podrá saber Carlos, cómo poner orden reclamado por todos y hacer del ejido una prospera empresa, no una organización social pobre de miembros ricos –literalmente—que solo busca evadir impuestos por tenencia y traspasos, o dirigentes que venden “en lo oscurito” y el Ayuntamiento estima que le deben obligaciones fiscales de unos 500 millones de pesos. A ver qué dice el SAT.

Otro punto a tratar es por qué asesores jurídicos como Ramón Leyva Montoya de pronto son propietarios de 30 hectáreas o más; sus hijos como ejidatarios –así los dejó sembrados en el sindicato de trabajadores del Ayuntamiento donde él, como Secretario, los tenía de aviadores y resolviendo juicios en conflicto de interés--, pero aquí Carlos Garza deberá fajarse los pantalones, porque la impunidad ronda en torno a Leyva, dado su acercamiento con políticos corruptos como ahora se cataloga a Otto Claussen Iberri, quien sería parte de “la danza de los terrenos”.

Si no lo promete en este momento, entonces no le creerán y el voto se iría hacia su hermano Jesús, quien como asesor jurídico se volvió incómodo para Juan rubio y compañía, pues demandó respuestas y tiene denuncias en juzgados para que los presuntos ladrones de suelos respondan. Juan no quería eso y ahora está cuestionado.

Eso es lo que está en juego en San José de Guaymas: impunidad y corrupción rampante como hasta ahora, o solución y orden mediante juzgados.

SE FUE EL ALMIRANTE

Con todos los honores de ordenanza se fue el almirante Rafael Ojeda Durán, entregando el mando de la Cuarta Región Naval Militar con asiento en Guaymas, al almirante Anselmo Díaz Cid.

Hombre recio como es quien ama la carrera de las armas, reflejaba caballerosidad y amabilidad típica de su correcta formación castrense que lo responsabilizó de importantes operaciones en el noroeste del país en aras de mantener o restablecer el orden legal.

Por ello ascendió ya a comandante de la Fuerza Naval del Pacífico y dirigirá operaciones desde el puerto de Manzanillo. Nadie duda del desempeño a cumplir en esa nueva encomienda, para mantenerse como uno de los más reconocidos soldados del país.