Y se consumó el atraco
GUAYMAS, Son.- “Un trinque bien hecho, no es trinque”.
Lo confirma la convulsionada sesión del Cabildo guaymense primero suspendida, luego retrasada, que avaló regalar un terreno robado hace dos décadas.
Le platiqué la historia, pero el mundo actual gira con tal rapidez que nos hace olvidar cosas, por eso le recuerdo que en los noventa, el “superasesor transístico” –así se le conoce en el mundo financiero al que recurre gente que ocupa manejar dinero—Gastón Villaseñor, construyó sobre un arroyo un edificio para operar una maquiladora y bardó el resto para el futuro.
Ahora que casi terminan el carísimo bulevar Costa Azul –nombre dado por don Víctor Pierre Mussio, cónsul de Mónaco hasta los 90, cuando la debacle pesquera hundió a los cooperativistas y allí estaba Gastón en el río revuelto— se ocupa pasar sobre ese suelo, pero al aludido asustó con el petate del muerto a los ediles a través del asesor jurídico Carlos Mexía, de quien me habían contado mejores cosas.
Aprobaron el regalo porque la posesión tenía décadas y Ayuntamientos previos recibieron el pago de sus prediales. Mochos, pero pagos al fin. Ni el poderoso edil azul Eduardo “El Pin” González pudo detener a Mexía, quien se dejó caer en el primer round con un golpe de tanteo. Si viviera su padre, funcionario de don Enrique Claussen en los 80, sonrojaría, sin duda.
Nunca sostuvo la tesis legal de que los bienes municipales son inembargables, imprescriptibles y todos los “ines” que usted quiera, ni que un arroyo no debe taparse so pena de inundaciones como ahora ocurre.
Por eso no impuso la Ley por utilidad pública, como hizo para cerrar la casa hogar Guaymas, con operativos policiacos y gritos imponentes de funcionarios que encabezó. Ese procedimiento debió aplicar con la barda construida por Gastón, ex tesorero de Otto Claussen, para evitar el atraco, pero ya lo predicaba el Benemérito: “a los amigos ley y gracia, a los enemigos, ley a secas”. Suponiendo que la amistad lo haya persuadido.
Más aun, ahora resulta que Gastón se vuelve amigo y hasta se le descartó de la lista a comparecer por agarrarle la pata a la vaca en eso de las cuentas mochas de Otto Claussen. De la lista de casi 40 –como Alí Babá y sus ladrones— solo quedan 17, con tendencia a la baja. Quedaría en cero, pero quieren asustar más al Claussen malo y quitarse las ganas que le traen al ex contralor Héctor Hernández, por el odio jarocho que le tienen sus ex correligionarios panistas “por entregarse al Otto”.
¿Y Otto? Se preguntan otros. Bueno, entró en el tobogán y como sabe de negociación política, hizo ofertas para librarla, aliado –ahora que es rico-- con inversionistas de Monterrey y Saltillo, acción que inhibe odios, aunque como diría uno de los principales en el círculo de mando en el puerto, “le va a costar muchos dinares”. Confieso que no le entendí.
Pero siguen perdidos los 365 millones y el Cabildo también dijo sí a la renegociaron de 380, para sacar agobios financieros del aún joven trienio; pagará las trácalas del alcalde anterior y la comuna sigue en una casa de empeño por los próximos 20 años que captará el 54% de sus ingresos.
Lo importante es que se tapa el boquete bajo la línea de flotación del barco llamado Guaymas, provocado por “el depredador” Claussen, aunque me dicen que el proceso legal seguirá. Eso es bueno, porque si no hay castigo, se estimula el robo y el daño.
De paso, me cuentan que hay 55 guaruras cuidando las espaldas de los 5 funcionarios municipales principales. Y los traen hasta secretarios de secretarios. Creo que no tardan en sacudir el árbol y la iniciativa la puso en marcha el regidor azul Raúl Sánchez Almeida.
También cuentan que la fracción priísta en el Cabildo ya es de dos regidores, pues Alfonso Uribe y Jimena Jaramillo desconocieron a Rubén Contreras Hermann como líder, porque éste agarró monte al votar, presumiendo tener línea de la gobernadora Claudia Pavlovich a través de la diputada federal Susana Corella. Anda mal el muchacho que viajaba con el ex contralor a México a asuntos personales, pero con dinero del Ayuntamiento.
Y en la colonia Adolfo de la Huerta volvió la normalidad, tras el desastre que provocó la lluvia de septiembre. Todo mundo felicita el operativo coordinado, pero hasta ahora se sabe que Francisco Javier “El Pío” Ponce, ex regidor panista y ahora cercano al poder municipal, es quien se encargó de concentrar maquinaria local y dirigir los pagos, para que limpieza y desescombre resultara bien. Qué bueno. Ah, y pagó en efectivo.
SONORA LIBRARÁ EL CAOS
Epifanio Salido es el más felicitado de los diputados locales de Sonora, al encauzar debidamente la negociación que reunió el apoyo a la renegociación de la deuda que pretendía la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano.
Ahora, el estado tiene un respiro luego del caos administrativo y financiero que le dejó el padresismo y su “nuevo Sonora” y las cosas retomarán su lugar. Los sonorenses lo merecemos.