Banner

Estas líneas...

+ Sospechosos comunes

GUAYMAS.- La mañanera disputa se escuchó “hasta afuera”. Eran regidores guaymenses primero en la Secretaría del Ayuntamiento, después en la sala del Cabildo y enseguida en la oficina de planta baja del histórico Palacio Municipal donde según ellos, atienden “al pueblo” que demanda bienes y servicios.

Primero discutían dejar pasar o no el dictamen que pide al Congreso del Estado para ver cómo llevar presos a partícipes de la corrupción que tiene la huella digital de Otto Guillermo Claussen Iberri; segundo, ponen el grito en el cielo por el baratísimo convenio que el Ayuntamiento hará con una cervecería, pero al final no lo es, pues la vendedora del embrutecedor líquido se llama robada ¿a que no sabe usted por quién? Sí, por el teutón Claussen.

Y tercero, porque el Ayuntamiento tendría que regalarle (cesión de derechos, dicen) un terreno a Gastón Villaseñor Lozano, para que el autollamado empresario permita disponer de un baldío derribándole una barda, que se robó (si no fue así, por qué tiene dueño una reserva para calle) hace tiempo por donde crece el bulevar Costa Azul.

Una vez lo definía Marco Antonio Ulloa, ahora regidor del MC –el que es perico donde quiera es verde--, donde hace contar su voto cuando se trata de transitar en el camino de la ley. Así decía:

“Cada obra que anuncia Otto Claussen, es un acto de corrupción”. Era la era claussenista, cuando estaba robando, no ahora que ya se llevó todo lo hurtado. Cuánta razón tenía, a partir de los 365 millones pedidos a un banco hoy extraviados pero que deberán pagarse durante 20 años a partir de septiembre de 2015. Otra magnífica conveniencia para el raterísimo trienio terminado.

Eso vuelve diminuto el punto donde la cantidad pedida a la cervecería del águila negra por hacer fiestas todo el año, Carnaval incluido –1 millón y medio de pesos por año--, solo reflejaría incapacidad para negociar o algún monto deslizado bajo el escritorio, lo que se demuestre primero.

Pero no. Pasa que en la época en la que el de apellido germánico hacía tranzas con la presentación de artistas en el Malecón Turístico –cuidado señor De Cima, ya hubo navajeados en un borlote de promoción al alcoholismo--, pidieron “patrocinios” que todavía le deben, al margen del Instituto de Festividades, y habrían llegado directo al escritorio del Claussen malo, mientras el ahora regidor Alfonso Uribe apelaba a la buena voluntad de sus amigos para captar recursos estatales y federales de apoyo a la fiesta. Y por eso lo traen en vueltas. Ni modo, nunca creyó cuando le decían que andaba entre pillos.

Volviendo al bulevar Costa Azul, urge, pero Villaseñor quiere otro pedazo más grande y sobre la arreglada vía, a cambio de usar su posesión ilegal que tapa un arroyo. Un suelo escriturado con el que lava el robo al patrimonio guaymense.

Gran parte fue bloqueado en los 90 por un edificio donde operó una maquiladora, pero los negocios si no son con dinero público, no se le dan; así que tronó y de paso, generó inundaciones con víctimas reconocidas, como una radiodifusora cuyo propietario puede dar más detalles de ello, pues debió cambiar de domicilio.

Gastón dice que “los tengo agarrados de los hue…”. Parece que sí. Tendrán que darle ese suelo o no terminarán la obra el 30 de diciembre, día límite, y se perderá dinero federal por conveniencias léperas de los funcionarios idos. Ah, Villaseñor Lozano fue tesorero Municipal y nunca dijo nada de ese terreno hasta ahora.

Conclusión, no hay inocentes aparentes entre los cercanos al exalcalde. Al ver la historia contable, se vuelven sospechosos comunes y es cuando más urge aclarar cosas. Si ahora salen con que son inocentes, entonces: ¿dónde está el dinero, mucho, que se perdió de las arcas municipales?

Le sugiero leer el dictamen propuesto para su envío al Congreso del Estado, donde analizarán raterías y verán cómo meter al bote a los ladrones. Aquí se lo damos a conocer completo, salvo modificaciones que logre la presión priísta a través de sus regidores, donde al menos uno, quizá dos, no tienen la voz completa.

DESCOMPOSICION SOCIAL

El sábado, en Empalme, al mediodía y en céntrico crucero, tres sujetos reñían contra un joven de 16 años. Los atacantes lo rodearon y de pronto uno de ellos, de esa edad, asestó certera puñalada al primero y lo mató.

Parece un pleito de chamacos y ya, pero no. Los cuatro tenían antecedentes de vagancia. Solo faltaba derramar sangre y ya ocurrió. Pésima noticia ver tanto jovencito que abandona el bien vivir y ahora la sociedad está conmocionada por la dimensión del problema.

El alcalde Carlos Enrique Gómez lo entiende y dice que fomentará la integración familiar. Eso está bien. Pero también acciones inmediatas para frenar un poco de lo que hay detrás del crimen y que ya provocó una reunión del Consejo de Seguridad Regional convocada por la fuerza armada naval, primer paso en mucho tiempo no para parar el grave efecto de la guerra perdida contra las drogas, pero sí al menos para controlarlo un poco.