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Estas líneas...

Ya se rompió el cántaro, a actuar

GUAYMAS.- Las comparecencias de exfuncionarios municipales empiezan a aburrir por escándalos más de defensores oficiosos que de los implicados en el saqueo provocado por Otto Claussen, el hermosillense nacido en Guaymas que repitió su habilidad mostrada cuando fue director del ISSSTESON.

Comparecen –o deben hacerlo—para explicar por qué no aparece mucho del dinero que el pueblo les confió y porque, entiéndanlo, ya se rompió el cántaro de tanto ir al agua. Ni en Guaymas ni en Sonora los políticos tuvieron freno al mostrar sus uñas y revelar su exacerbada cleptomanía cuyo origen es la impunidad. No castigarlos, robustecerá al monstruo que sigue destruyendo al país.

Pero como ha ocurrido en muchos lugares, el exalcalde Claussen prefirió quedarse en su millonaria casa de playa en San Carlos, porque a su juicio, nadie le tocará un cabello. Todos roban, es su cínica excusa. De paso, esa casa frente al mar costó mucho dinero, pero no 30 millones de pesos como en mayo pasado lo denunció el excandidato de Morena a la gubernatura, Javier Lamarque.

Creo que el priísta que saltó al PRD para ser alcalde de Cajeme y hoy sigue a López Obrador, escuchó sobre un negocio que le dejó como utilidad ese monto a don Otto, y pensó que la casa era el pago. No. La vivienda que dista de ser como las que financia el Infonavit, fue apoyo de amigos sancarleños y sí, la terminó con algo de esa utilidad que no habría reportado al Sistema de Administración Tributaria.

Pero así como es criticable lo hecho por “El teutón” y lo que ahora hace para pitorrearse de la ley, lo es –en menor proporción por supuesto—que funcionarios actuales de la comuna guaymense se arrojen sobre modestos colaboradores de ayer. No es por allí.

Resulta que el comunicador Oscar Velderráin trabajó con Otto dirigiendo la oficina de Prensa a condición de no acercarse al presupuesto asignado. Traerlo en vueltas es ocioso, pero consígnese que nunca lo citaron formalmente, pues el documento que entregaría un policía en sus manos, quedó sobre el escritorio de una personita cercana al alcalde Lorenzo De Cima.

Cuando se dio cuenta de su error, el novel funcionario cuya fama actual surge de pecados de su aún cercana juventud, lo llamó pero ya era tarde. Para borrar la mancha de su descuido, le pidió firmar un papel con declaraciones impresas so pena de represalias como frenarle su negocio ¡de venta de hot dogs en la vía pública! Por favor señores, más seriedad.

El dinero hurtado no está en ese nivel y para seguirle la huella, los pelos de la burra parda los tienen en sus manos, así que no se hagan bolas. Espero que al señor Claussen si le hayan citado, si no, detengan el juego y ratifiquen la impunidad, para que canten victoria los lugartenientes, la pandilla que manejó Tesorería y Obras Públicas. Lo de Seguridad Pública requiere otro tipo de investigación.

Porque estuvo muy bueno el espectáculo circense de llamar a cuentas al empresario radiodifusor Alejandro Padilla Ruiz, bajo sospecha de que cobró muy caros los espots en su radiodifusora. Ahora resulta que comprar caro es irregularidad del vendedor, no del comprador.

Esta semana ese juego que todavía no arroja nada bueno, comenzó con el extesorero. A ver qué dijeron y quién sigue, pues todo es a oscuras. Ah, y el contralor andaba en México, así que el titular del Jurídico la hace de juez y jurado.

AGUA: SI, PERO NO TAN PRONTO

El agua de la dasalinizadora que prometió doña Claudia Pavlovich llegará, pero no pronto.

Falta estudiar dónde hacer los pozos salinos, el proceso y qué hacer con la sal sobrante. Un litro de agua produce la mitad; la otra mitad debe devolverse pero con el doble de concentración salina, en perjuicio del ambiente, así que primero es el informe científico y luego lo técnico.

Enseguida, sanear organismos operadores que, como en Guaymas y Empalme, Hermosillo o Agua Prieta han hecho cosas que nadie fiscaliza, por eso sobreviven en quiebra crónica. La buena del director estatal es que ordenó sanearlos, pero ya hay reacciones por las inercias perniciosas creadas a la sombra de campañas políticas que, en Guaymas, significan plantones y cierre de oficinas.

Vamos a ver de qué están hechos Avila Ceceña y el administrador local Roberto Romano. Si se doblan, será muy conocido. Y como siempre, pagarán los usuarios.