Agustin Rodriguez
Manolete se habría puesto pálido al ver la magistral actuación que César Lizárraga tuvo en el ruedo la mañana de ayer, al ser embestido por “miuras” de la talla de los dirigentes tiangueros y de la organización Antorcha Campesina, que está lejos de ser una perita en dulce.
Los primeros, por el temor de que los desalojen de su actual sitio de operación, la vía pública, en calle 19 y avenidas aledañas donde los miércoles son el caos. Hasta eso que lo entienden, pero también se entiende que los puedan desplazar y eso tampoco se vale.
Los segundos, “picados” por las respuestas de Comisión Federal e Electricidad que insiste en ser una empresa de clase mundial –aunque con tecnología de cartoncitos, alambritos y contratistas subcontratando mano de obra tercermundista—pero que en tanto curso de capacitación olvidaron la elementan cortesía y atención al público que paga sus gastos.
Eso, además de pedir a los organizadores de pachangas en el malecón turístico bajarle tantito, pues la práctica de traer grupos cerveceros exigió 6 millones de pesos para reparar la plaza de los Tres Presidentes y ningún promotor del vicio se apuntó con, aunque sea, un saco de cemento.
El tiro cantado es para Irma Campillo, hasta ahora titular del Instituto de Festejos, quien olvida que ese espacio fue rescatado para el pueblo, pero de pronto ese pueblo es desplazado por vallas metálicas y groseros individuos que impiden el paso si no pagan.
De pilón dan chamba extra a la Policía al atraer vándalos que hieren y destrozan infraestructura para robar –esos sí, CFE—arrancando cables de los arbotantes y hasta han fundido lámparas que nadie repone. Ni se diga la basura que dejan.
Esa chamba del “Manolete” Municipal, es lo que hace avanzar las cosas, por eso es que varios de los funcionarios de primer nivel han amenazado –pero el diablo sabe a quién se le aparece—con renunciar, en lugar de dejar a un lado la grilla estéril que fi nancian con la chequera del pueblo. También, el alcalde, ya les hizo la debida advertencia: aquí el que no trabaja, se va.
Respecto a los tiangueros, comenzó esta práctica en 1983 al ser removidos comerciantes del Mercado Municipal por competir deslealmente con los establecidos. Traían fruta y verdura fresca y se resolvió apoyarlos pero nunca se pensó que crecieran tanto.
Además, la venta inicial ya es mínima. Ahora es ropa usada, herramienta, muebles, que no son de precio bajo. Se olvidó pues, el origen del tianguis y ahora hasta derechos reclaman por las calles que son de todos.
Algo está podrido en Dinamarca si logran sostener esa actitud. También, si el Municipio les construye instalaciones y las carga al erario, cual hace en el Mercado Municipal: cobra una cuota ridícula que no alcanza para ninguna reparación y debe hacerla con el dinero de todos.
De luces pues, debió ser el traje que llevara ayer a trabajar a la casa de piedra el alcalde, cuando aparte del capote, lució otras cosas que confi rmaron su decisión de resolver problemas, no postergarlos para que los arregle el que sigue y así sucesivamente, por lo cual este desorden prevalece.
QUE YA LOS PARARON…
Ponen orden en el PAN Municipal –eso se aplaude— cuando le piden a Fortunato Cano Venegas que ya no ande de grillo en su carácter de secretario del Comité Municipal, en horas que debe estar laborando en un puesto de sabe qué en la Casa de la Cultura.
Igual le pidieron al hipergrillo Héctor Hernández –así se llamaba “El trampas”, aquel corrupto líder petrolero que encarceló Salinas—, quien deja sola la ofi cina de Profeco por similares fi nes y ahora resulta que, por razones de infl uencias, está en esa chamba “azul” porque pidió una comisión laboral en las ofi cinas administrativas del IMSS, donde lidia por cierto, con largo currículo de irregularidades denunciadas. Pero es hábil y las esquiva bien.
A Oscar González le pidieron bajarle dos rayitas a su afán caciquil, pues aún no se resuelve la salud del presidente del Comité local, a quien ya están matando por el problema de derramen cerebral que le corrigen en la ciudad de México.
Es que los tres, curiosamente, quieren ser diputados locales. Y los tres, júrelo, reñirán al fi nal, aunque Fortunato ya advirtió que “a mí me toca”, pues ni Oscar ni Héctor son panistas y así lo indican sus fi chas. Ambos pasaron saliva.