+ ¿Aplastaron al PRI? Ni por mucho
+ El PAN necesita a David Galván
+ “Grillos” ponen a la UTG en el tobogán
GUAYMAS, Son.- Tema de moda en la semana --en nuestra memoria de corto plazo--, fue la elección en varias entidades y la derrota del PRI que fue, según panistas, contundente.
No debieran pensar eso. Ganar más gubernaturas solo recuerda la coyuntura enfrentada por todas las siglas cada 3 o 6 años, cuando el electorado cobra venganza por el mal actuar de los gobernantes.
Si el PRI hubiese sido aplastado, no estaría a punto de ser declarado ganador de 5 gubernaturas. Habría sido dejarlo en cero. Empequeñece el dirigente panista cuando exultante proclama triunfo en 7 de 12 disputas, olvidando los resultados del año pasado y, peor, los de 2012 cuando el país entero le volteó la espalda al panismo gobernante, acusado de lindezas mil como ahora ellos acusan a los tricolor.
El azul señor Anaya debió leer el “tuit” que alguien lanzó sugiriendo que, para sacar al PRI de los Pinos en 2018, propongan como candidato a Emilio Gamboa. El güerito dirigente pitufo se vio mal interrumpiendo a Manlio Fabio Beltrones cuando ya le había tocado su tiempo de hablar en red nacional. Y luego, como para no dejar duda de que la cocina es solo para los cocineros, ya no se volvió a ver cuando Beltrones exhibía las cambiantes opiniones del oponente en los últimos años.
Más aún: Beltrones no se manda solo. No fue él quien impuso candidatos en cada Estado, así que la derrota parcial –repito, el PRI ganó cinco gubernaturas y son muchas—se debe repartir entre quienes se reparten el pastel, caso por ejemplo, no hay duda, del secretario de Gobernación, que aseguró su natal Hidalgo. Con eso, para qué preocuparse por más estados. Es como si Beltrones hubiese escogido el 2015 para ganar Sonora, como fue, y ya.
En cuanto a que no podrá ganar la candidatura priista en 2018, mi juicio particular dice que no lo habría hecho ni obteniendo los resultados de 12-9 como lo planteó. Beltrones tiene aquejanzas más allá del resultado electoral de 2016 que se lo impiden, así que esa no debe ser preocupación principal del panismo, sino la de dejar una imagen que les permita mantenerse en el poder donde lo obtuvieron, para no enfrentar el oprobio que los hundió en Sonora hace un año.
En resumidas cuentas, el PAN debe preocuparse más por lo que resulte de proponer a Margarita Zavala para recuperar Los Pinos, cuando es sabido que agarró la pata a la vaca en los yerros de Felipe Calderón Hinojosa, su marido, el perdedor en la elección presidencial en 2012. Ni más ni menos.
De aquí a entonces esperemos que los hoy gobernadores electos no sean réplicas de Javier o César Duarte; o del Egidio tamaulipeco, del Borge quintanarroense o el Caldera de Durango, odiados por su pueblo, acusados de todo y navegando en el mar de la impunidad. Eso debe preocuparles, como debe preocupar al priísmo que, pisoteado según sus rivales, veo que aún está allí, y va a gobernar 15 estados.
Por eso digo que gritar eufórico por los 8 del PAN es triunfalismo más cercano a lo mediocre. El PRD también gobierna y no olvide que hasta un independiente que ya no lo es tanto, si es que alguna vez lo fue.
Si acaso, por regionalismo celebro las victorias azules porque parte del logro es autoría del sonorense Damián Zepeda Vidales, secretario general del CEN, más cerebral y con los pies en la tierra al lanzar al cielo los fuegos artificiales. Eso abona a su futuro, no tenga dudas.
De paso, varias mujeres quedaron en el camino en la elección del domingo. Eso les debe hacer entender que el triunfo se logra con trabajo, mucho esfuerzo, no en un papel que lo ordene. Lo entendió en Sonora Claudia Pavlovich, por eso es la única gobernadora en el país. Sigan ese ejemplo.
En cuanto al verdadero perdedor del domingo –sin quitar culpa al temido Beltrones--, el presidente Enrique Peña Nieto ya debió entender que debe hacer su parte para mejorar la imagen de su partido. Primero, mejorar la economía, pues no es cierto que casi todos los mexicanos somos ricos y la evidencia me releva de la prueba. Segundo, parar un poco el “mal humor social” como él mismo le llamó a la ira de los mexicanos y la violencia que nos hace ver en el mundo como unos bárbaros.
Si la economía está mal ¿por qué pensar siquiera que el secretario de Hacienda puede ser presidente? La misma pregunta cabe para el secretario de Gobernación, responsable de mantener el país en paz y trabajando en armonía, prueba definitivamente, y por mucho, no superada.
TIROS RAPIDOS
1.- Hace años no lo hacía. Conviví con los compañeros de prensa en Hermosillo al lado de la gobernadora Claudia Pavlovich, quien se acordó de que los periodistas celebramos el 7 de junio el día de la Libertad de Expresión.
A la sensible dama del carácter firme no le tembló la voz para reconocer a los comunicadores y su mensaje confirmarles que mantendrá su respeto a la crítica. Agradeció los comentarios buenos que se hacen a su gobierno y a ella; y aquellos “no tanto, pero bien intencionados” que le ayudan a hacer su trabajo. Bien por ella.
2.- Estuvo en Guaymas Adrián Espinoza y “se ofreció” como puente para unir a los panistas de Sonora. Llamó a todos los grupos a trabajar dejando de lado el pasado que los mantiene atados a Guillermo Padrés, el hombre a quien reconoció como “un gran líder” pero “el pasado ya murió y hay que enterrarlo para comenzar a ver lo que sigue”.
Bien por el guaymense ido a muy temprana edad a Puerto Peñasco de donde salió para volverse un gran operador panista muy ligado al exgobernador. Pero de pronto se coloca en el escaparate a David Secundino Galván y creo que, si es así, Adrián debe despedirse de su ambición, pues el exdiputado y ex varias cosas más, tiene “ángel” y atará todos los cabos para hacer un papel capaz de enterrar el pasado oscuro que le heredará el terrateniente Juan Bautista Valencia.
3.- Alguien eche una mirada a la Universidad Tecnológica de Guaymas. Se llena de grillos a partir del rector, un vendedor de monitos mecánicos tipo guerra de las galaxias que, para acabarla, no está de acuerdo en cómo se gobierna esta entidad a pesar de ser ese mando el origen de su jugosa quincena.
Pedro Mar, un jovencito aficionado a las películas japonesas llegó y alejó a profesionales formados como maestros y doctores para llenar la nómina de directivos de un partido. La pregunta es cómo responderá a la exigencia de profesionalización del sector productivo, como hacían precisamente los maestros y doctores retirados con un punta pie en salva sea la parte.
No me imagino en 2018 las aulas de la UTG llenas de prociónidos con toda la herramienta con la que acostumbran burlarse de la gente, de la democracia, violando el objetivo básico que se persigue con los votos. Pobres estudiantes, con todo lo que han visto desde el complicado parto de su escuela, ahora tener que aguantar eso.