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Estas líneas...

GUADALAJARA, Jal.- Desde el clima hasta la imagen en cada uno de sus rincones que van de lo romántico a lo dinámico; del odioso bache hasta la magnífica edificación modernista, la Perla Tapatía es un encanto.

En restaurante de comida típica evaluamos resultado del evento donde me convencieron de la rapidez con la que las redes sociales toman su lugar en el campo de la información reduciendo la lectura impresa, que ahora se debe “subir” a la red para la nueva generación, sin quitar el papel  a la anterior.

En esta ciudad es imposible no recorrer algunas de las grandes avenidas o no admirar algo de Zapopan, donde el primer mundo hace presencia. Allí disfruté humeante café con la lectura de El Informador (impreso), que edita Carlos Álvarez del Castillo, miembro de una familia de arraigo e impresionante presencia social y política a lo largo de generaciones.

El columnista Octavio Navarro ilustra el lío que se traen el gobernador Aristóteles Sandoval y el alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, por el siempre complicado paso de nombrar jefe de la Policía.

Alfaro escogió al político priista Salvador Caro y pronto hubo réplica, que el secretario de la comuna tapatía, Enrique Ibarra, ubicó en los sótanos del gobierno estatal. Es evidente el choque entre Estado y Municipio.

Caro no pasó el examen de confianza, dice la filtración, y eso implica renuncia automática. Pero no, a pesar de tampoco cumplir expectativas, sigue allí y eso se califica como necedad del alcalde, aunque unos pocos dicen que “es la determinación con la que gobierna”. Al final, el pleito sacó dos exámenes de confianza a la luz, donde Caro pasa y donde no pasa. Vaya manipulación.

Atrae este texto de Navarro: “los delitos del fuero común están al alza en Guadalajara como el resto de los municipios metropolitanos; (se) vive una evidente oleada de violencia que no puede justificarse con el cliché de la lucha entre cárteles”.

Nada raro tampoco en estos suelos guaymenses, agregaría este servidor.

De pasada, celebré el éxito que dice tener el grupo Mocedades al anunciar presencia la noche del domingo 13 de noviembre en el teatro Diana. Trataría de venir, pero quizá me exponga de nuevo al fraude del cual seríamos víctimas docenas de personas que fuimos en abril pasado a Los Mochis, a recordar con ellos el romántico ayer. Ni se presentaron, ni han devuelto las entradas.

Y la Profeco que dirige en el país Javier Nemer Álvarez, una vergüenza. En Sinaloa sugieren que uno vaya a Culiacán a resolver el tema. Entiendo, intentan hacernos perder por cansancio y dejar “colgados” a cientos. Esa es la credibilidad que tiene la dependencia que no ha dado una durante el mandato de Peña.

En vuelo a Cajeme meditaba en la necesidad de cambiar esquemas, pues se ha ido de las manos el orden de antaño, que también enfrentaba retos y resolvía situaciones. La falta de liderazgo nos lleva por una ruta ominosa y llega a extremos, pues no se entiende lo que pasa, menos cómo enderezar rumbo.

La falta de vuelos a Guaymas –puerto a la baja en casi todos sus rubros-- obliga a buscar destinos cercanos, pero a eso agradezco haber convivido en Ciudad Obregón con el mejor columnista de Sonora, Mario Rivas, y con el gran “Zurdo” Guerrero Barraza. Cuántas cosas recordamos. Enviaron saludos a la legión de amigos de esta región.

Puntualizo: la precipitación de rubros en este puerto tan lleno de recursos y tan mal administrado, incluye el turismo. El viaje a Jalisco me permitió rápida vuelta al sureste. Quintana Roo y Yucatán son turísticos y lo muestran con su atractiva, rica infraestructura, pero más con respeto y servicio al visitante para hacerlo volver. Nos falta mucho, de veras. Mediten en ello, autoridades y empresarios, y terminen con ese juego egoísta de querer que todo lo haga la contraparte.

EL PLEITO DE REGIDORES

Ya en casa, reviso información y consigno el éxito de Ariel Noriega con su Festival de la Calaca. Mucha cultura y asistencia. Enhorabuena.

Encuentro también que ya dirige como se debe la tarea policíaca, Norman Castillo Medrano, cuyo desempeño en Hermosillo para la administración de Javier Gándara rindió buenos frutos, como los obtuvo después en la Procuraduría General de la República.

Castillo terminó con la sequía de jefes policíacos formales, pues por alguna causa César Lizárraga y Otto Claussen dejaron un encargado de oficina; Lorenzo De Cima tenía más de un año con el mismo esquema.

Pero el pleito de la semana lo protagonizaron dos regidores, el de Movimiento Ciudadano Marcos Ulloa, y Eduardo González, quien llegó al Cabildo por petición directa al corredor de bienes raíces Juan Valencia Durazo, entonces líder estatal panista.

Al primero le sacó de quicio que el segundo dudara de su inteligencia, pues le explicó con peras y manzanas irregularidades con dinero que debería mejorar el desempeño de los policías y pues, no, puras negativas a la exigencia de que “El Pin” hiciera valer su papel como comisionado de Hacienda y Cuenta Pública.

Estalló, Marcos, y la verdad confórmese usted con esta expresión. No puedo transcribir la florida manifestación verbal a la cual solo se le regreso vía “watsap”, un reclamo que quiso ser airado. Ulloa sostiene la tranza en marcha, la segunda ya, y espera resultados sancionadores.

Mientras tanto, cumplió su palabra de llevar al secretario del Ayuntamiento Alán Jaramillo, a una mesa donde estuvo presente un conocido radiocomunicador a quien le entregó apreciados parabienes, lo cual se considera un paso hacia el acercamiento con las autoridades municipales, el alcalde principalmente.

Ya para irnos, de un momento a otro Carlos Mexía, titular jurídico del Ayuntamiento de Guaymas, interpondrá una denuncia formal de hechos ante autoridades judiciales estatales y federales, para dejar en claro que el actual trienio no es cómplice de Otto Claussen en el desfalco de dinero de los guaymenses, que superan, dicen las cuentas todavía en marcha, los 400 millones de pesos.

El Claussen del cuento pasea despreocupado y hace unos días divulgó una foto en redes al lado de Brenda Jaime, diputada local por Cajeme y representante del PRI estatal en Guaymas, donde se manifiestan “preocupados por lo que está ocurriendo en Guaymas”.

Me pregunto que significará eso: ¿Que el dinero de la deuda heredada no se encuentra ni en obra ni en caja? ¿Por la denuncia que se interpondrá? Ojalá lo aclaren.