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Estas líneas...

+ Las casetas de Sara, un sueño que terminó a balazos; se va un buen jefe policíaco, llega uno “duro”; el tufo de la corrupción en Tesorería y Catastro; aviadores y ¿negligencia criminal? en hospital; antes se cuestionaba la hombría con 4 letras, hoy en extendidos videos

 

GUAYMAS, Son.- El principal logro de Sara Valle en su media administración 21 años atrás, dijo entonces y lo repitió en su campaña de 2018, fue la seguridad pública.

Lo atribuyó a casetas policíacas en barrios, desde donde los agentes ponían en paz a rijosos o maleantes que afectaban la moral y las buenas costumbres, como reza el Bando de Policía y Buen Gobierno, suponiendo que esta figura legal persista.

Muchos no creímos ni entonces ni hoy, ese pregón de que éramos municipio más seguro de Sonora. Varios alcaldes presumían lo mismo.

El fin de semana fue pulverizado el sueño de doña Sara, de que esas casetas en los barrios eran la panacea contra el delito: metralla pesada --cerca de 50 impactos—llovió sobre la comandancia Oriente. El instintivo “pecho a tierra” del solitario vigilante, impidió que lo convirtieran en una especie de queso gruyere.

Luego, la muerte de policías hasta sumar 9 en el trienio actual, confirma el desfase de quien planteó cosas para devolver al ciudadano la tranquilidad perdida.

Es otro mundo y no se daban cuenta. El país todo tiene el problema y hoy es mayor ante el arribo de improvisados que no combaten el nefasto ejemplo dejado por partidos dedicados al saqueo ambicioso de los recursos públicos y al fomento de la impunidad, al contrario, se sumaron a ello.

Guaymas cobra celebridad global por su violencia sin muros que la atajen. Hasta a quien fuera mano derecha de la alcaldesa le pasaron fatal factura, pese a que lo refugió en la Contraloría del Municipio cuando tuvo que dejar la jefatura policíaca al perder cinco agentes en un espantoso mensaje de las fuerzas oscuras, que hoy se dice “fue para Juan, para que lo sepas Pancho”.

Y seguirán, dicen ominosos anónimos aparecidos, así que 14 agentes han renunciado y por hacerlo están una veintena más.

Silvestre Armenta, titular policíaco interino desde hace meses, tramita su jubilación tras 30 años de servicio. Es un buen hombre, un policía a la Sérpico, y quiere terminar así su carrera, antes de que lo tiente el diablo… o peor.

Falta ver qué armas porta el nuevo jefe policíaco, policía que forma parte del GP (Grupo Peñasco), como se identifica a los sujetos enviados para apoderarse de Guaymas y sus recursos, mientras conservan el poder tomado bajo el ¿inocente? manto de Andrés Manuel López obrador.

Luis Manuel Lugo Durón fue elegido Comisario de Seguridad Pública previa renuncia de don Silvestre. La alcaldesa presentó una terna con Durón y dos “juanitos”, así que no hubo problemas.

Procede de la famosa “Rocky Point” de Kiko Munro –el alcalde peñasquense que tiene posibilidades estatales--, donde maneja bienes raíces, hoteles y restaurantes. Como policía entiende el idioma de “los malos” y por eso fue jefe estatal en el padresismo.

Podríamos pensar que así no se vale, que mejor se dedique a lo suyo, pero la reflexión lleva a considerar si no es la mejor arma contra la violencia que padecemos. Ya ve, un policía bueno, forjado en el ambiente, no fue solución. Un “duro”, quizá sí.

Si reduce la violencia y detiene la matanza de nuestros policías, creo que no se valdría exigirle más. Al revés, le vamos a deber.

TIROS RÁPIDOS

1.- Célida Botello le juega contras a la alcaldesa Sara Valle, quien agrega esa insurrección a sus mil problemas.

Pero el síndico municipal, Martín Ruelas, la hace fuerte y como responsable jurídico de la comuna, detendrá cosas que sugieren corrupción en las instancias administrativas.

No solo definirá para quién trabaja doña Célida (ya se sabe, para el Grupo Peñasco, con asiento en Hermosillo), sino qué hace con el dinero público. Lo hará con revisiones y auditorías analíticas, no esas “patito” que solo ayudan a tapar leperadas.

También verán cuantos familiares tiene la tesorera en nómina, trabajen o no, y por qué dejan “suelto” al director de Catastro, Jorge Villa Flores, a quien no revisaron su negativo antecedente en comprometedores archivos.

Villa sería algo así como el ratón cuidando el queso. Todavía no le entiende al papeleo que pone orden en las operaciones de suelos y edificaciones guaymenses, pero ya tiene tarifas para que “no se retarden” trámites demandados por la gente, al más puro y cínico estilo de “el que no tranza no avanza”.

¿Ven pues, por qué se dice que la prédica de la 4T, que en la honestidad basa su existencia, es mentira?

Es decir, Tesorería y Catastro, serían los principales focos de corrupción, ajenos a la señora alcalde, quien ocupada como está en tanto problema heredado o propio, apenas comienza a detectar la traición de quienes se supone, venían a ayudarle.

De pilón, la intriga palaciega cita que los jefes de esas oficinas tienen a los mismos asesores de hace dos trienios, para hacer operaciones como pagar comisión por “cobranza externa”, arrendamientos puros, luminarias, “limpieza” contable, facturación no fiscalizable, etc. Suerte don Martín.

2.- Alguien debería confirmar si uno de los muchos baleados llevados al Hospital General de Guaymas, dejó de existir por falta de atención médica.

Hay bases para considerar negligencia del director, Jesús Benítez, más preocupado el señor en hacer negocios con cargo al Hospital –dicen que hasta cirugía estética ofrece “por las tardes”, aunque no esté en la lista del Seguro Popular--, que por resolver pleitos con sus colegas hermosillenses derivados de su robusto ego, que ya resultaría criminal por acaparar chambas que no puede atender en ese hospital, en el IMSS e ISSSTESON al mismo tiempo.

¿Y cuándo duerme? pregunta todo mundo. Cuando le da la gana. Solo pone sus aviones en piloto automático.

3.- El diputado local por Guaymas, Rodolfo Lizárraga, ocupa titulares nacionales al subir a redes un video donde reconoce sus preferencias sexuales diferentes e invita a un comunicador a reconocerse como él.

Es que, afirma, ese comunicador lo critica porque no es feliz, y no es feliz porque “no se decide”. Qué distinto se riñe ahora en política ¿no?