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Estas líneas...

+ Quejas porque acabaría el Seguro Popular, pero la corrupción ya se lo acabó; en Guaymas, la guerra por el 2021 enfrenta a todos; Lizárraga lanza reto y advertencia a Ramón Flores; cierran Hotel Impala y ¿gasolinera El Corsario?; el PRI elegirá dirigente nacional y aquí también hay quejas de padrón “rasurado”

 

GUAYMAS, Son.- México aplaude la irrupción de exfuncionarios reclamando acciones útiles para el país y advirtiendo de errores en los que estaría incurriendo el gobierno federal.

Son exsecretarios de Salud reaccionando porque el presidente Andrés Manuel López Obrador acabaría con el Seguro Popular, un esquema diseñado por años y arma eficaz para hacer llegar atención médica a la gente de menores recursos. Les pondría la medicina al alcance en hospitales del sector, pagando una pequeña cuota.

Hoy, diputados de Morena buscan modificar la Ley General de Salud, la Ley de Coordinación Fiscal y la Ley de los Institutos Nacionales de Salud y eso acabaría con el Seguro Popular y más aún, volvería a centralizar el sistema para que, como antes, el dinero federal se invierta directamente en lugar de seguirlo enviando a los Estados para que cada uno administre esos programas.

Dicen los galenos que desaparecer el Seguro Popular “anularía un avance institucional de los más importantes del sistema de salud mexicano en este siglo”, porque fue construido por generaciones de médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, “por eso México tiene más camas de hospital, más médicos, enfermeras y ha reducido la mortalidad infantil y la muerte materna”. Urgieron a un diálogo nacional con expertos para mantener ese sistema.

La rúbrica es de Guillermo Soberón, titular de Salud con Miguel de la Madrid; Julio Frenk, con Vicente Fox; José Ángel Córdova y Salomón Chertorivski, con Felipe Calderón; y Mercedes Juan y José Narro, con Enrique Peña.

Eso está bien y en el presidente lo sabe. Lo que critica es que se pudo avanzar mucho más, pero lo frenó la agobiante corrupción en el sector y por eso centralizarían todo de nuevo, para partir de esa teoría propia de la 4T de que “nosotros somos honestos”. Si lo son o no, ya se verá, pero de que no lo han sido quienes gobernaron antes, ni dudarlo.

Mantener en los Estados la responsabilidad de prestar los servicios médicos sería –insisto, desde la óptica de la 4T—seguir derrochando recursos en cada entidad.

Tendrán razón. En Sonora los comerciantes de la política hicieron florecer el cruel negocio de lucrar con la necesidad de la gente, aunque el pueblo ya se dio cuenta de eso y les tiene tacha. Los políticos volvieron botín el presupuesto y hoy urge limpiar eso.

En contrario, Guaymas y Empalme esperan estos pasos de López Obrador, para así alejar a esos políticos de tan larga uña y por quienes desaparecerían esos programas, no por los pantalones del tabasqueño presidente, quien confirmó que las bondades contempladas no llegan a su destino.

Aquí vemos el ejemplo con la situación del Hospital General de Guaymas. Hace años van y vienen directores pero detrás, enquistados y emboscados, están los verdugos de la gente, los que lucran con el dolor y la enfermedad.

Si la auditoría funcionara, hace tiempo tipos como los Bernal, una familia experta en desaparecer presupuestos en el pantano de la corrupción, estarían al menos en la calle. Pero no, el dinero se sigue perdiendo en perjuicio de la atención que la cuenta pública dice que hay. Y no es culpa de los trabajadores cuya permanencia siempre está amenazada por esos que quitan y ponen cuando estorban a sus perversos fines.

Tal vez los exsecretarios de Salud olvidaron eso, la rampante corrupción, aunque también dirían que erradicarla sería mejor medida, pero ¿Se podrá?

A ver si no nos quitan también el Hospital, con el pretexto que la pandilla Bernal y asociados se lo acabó al no poderse limpiar el ambiente.

TIROS RÁPIDOS:

1.- Jazmín Gómez Lizárraga, cara amable de la administración municipal en Guaymas, fue despedida por la alcaldesa Sara Valle y será difícil saber por qué, pues la jefa del Ayuntamiento cada vez está más alejada de la gente.

La señora ordenó el mayoriteo y se aprobó licencia para su regidor, Arturo Lomelí. Rápido le tomó protesta como nuevo secretario. Aunque le dijeron que eso no se vale, pues debe resolver el Congreso estatal, no importa. En Guaymas hace tiempo quienes lo gobiernan hacen ilegalidades y ni los que deben hacerlo los detienen.

El fondo es una “vendetta”: Gómez Lizárraga es sobrina de Rodolfo Lizárraga, quien confrontó con Ana Gabriela Guevara y, a través del encargado del PT en Sonora, Ramón Flores, golpea al diputado por Guaymas. Lo de Jazmín es “daño colateral”, camino al 2021.

Este jueves el diputado fue entrevistado en la radiodifusora Red 93.3 y fue más que expresivo al señalar que “Ramón Flores va a terminar en un hospital”.

El entrevistador preguntó ¿ingenuamente? por qué, y la respuesta contundente de Lizárraga fue: “Por la ´peladota´ que se va a pegar”. Preferí no preguntar qué quiso decir con eso.

2.-  Cerró el Hotel Impala, de tal tradición por décadas, que no deberán dejarlo así la familia Alonso, sus dueños, ni sus amigos que pueden sumar esfuerzos para reemprender operaciones y contribuir a la recuperación del Centro Histórico de la ciudad.

También cerrará “El Corsario”, del consorcio “Flecha”, de los Uribe, dicen que por remodelaciones. Pero tantos años de pleito pronto levantaron suspicacias de recrudecimiento de esta guerra intrafamiliar.

3.- Este domingo Guaymas verá la respuesta de los priístas que quedan, a la convocatoria para votar por el que será nuevo presidente nacional, en medio de denuncias de padrón “rasurado” y dados cargados para Alejandro “Alito” moreno.

Los cetemistas, por ejemplo, tienen un padrón de solo 287, de más de dos mil que son. Vino Julisa Bojórquez –hija del gran dirigente que ha sido Francisco Bojórquez Mungaray—a exigir orden. A ver qué logró. CNC y CNOP, ni sus luces.

En el fondo, ya quieren quitarle el PRI a aquellos que lo hundieron, dejándolo inerme ante partidos que no traían nada en la bola.