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Estas lineas...

+ La militarización, una realidad; México y Sonora van contra un mal global alentado por la corrupción; el Ayuntamiento y su terrible lucha interna; proyecto del “oscurantismo” tricolor, usar el erario para campañas políticas; el “Puente Metropolitano”, responsabilidad de los alcaldes y el diputado federal

 

GUAYMAS.- Ya no tema que militaricen al país. Ya estamos militarizados.

Y Sonora ya es parte de la reacción de México para enfrentar el problema global del crimen organizado y la violencia que le acompaña.

Lejos quedo eso de que los militares a sus cuarteles y advertir lo que pasaría si salían de ellos.

Miguel de la Madrid llego al poder en 1982 y advirtió de lo que venía. En cada población saco a la tropa a marchar con sus uniformes planchados, botas lustrosas, vehículos blindados, armas a la vista, balas brillando al sol, hasta las calibre .50 que, ya con la violencia en las calles, se volvieron parte de la cultura popular dando nombre a grupos musicales y tema a las letras de la apología del delito de sus canciones.

“Eso” lleva una generación y media en un México violento, vulnerado su nacionalismo y como fondo la corrupción rampante que, decía José López Portillo antes de ir a buscar a sus ancestros como exponía su misticismo digno de mejor causa, nos volvió “un país de cínicos”.

El “miren lo que viene” de De la Madrid y el “país de cínicos” que definía el admirador de Quetzalcóatl, llego a esto.

No salgamos ahora con que los militares a los cuarteles, cuando la corrupción esa (Otra de López Portillo: “La corrupción somos todos”) infiltro delincuentes en las policías, deshumanizo a ministerios públicos y jueces, volvió malo lo bueno y viceversa, para pésimo ejemplo a nuestros hijos y hoy, vivimos asustados por los miles de muertos y desaparecidos.

El presidente López Obrador dice lo que pasa, pero no queremos entenderle. Preferimos seguir creyendo a los agoreros del desastre, que actuar contra quienes esquilman al pueblo y devoran presupuestos del erario. Enviar presos a esos sinvergüenzas fuera rutina, pero no; hablamos de venganzas políticas o pleitos pasionales, en lugar de promover que se cumpla la ley.

Hace unos días, Guaymas reunió al gabinete de seguridad. El paisano Alfonso Durazo se trajo al general Crescencio Sandoval (Sedena), a mi comandante, almirante Rafael Ojeda Duran (Semar); y demás responsables de la seguridad nacional.

Anfitriona, la gobernadora Claudia Pavlovich, quien acababa de poner los puntos sobre las íes respecto a una amenaza de presuntos “narcos” que le reclamaron por escrito incumplir acuerdos, como si la dama que repetidamente ha puesto en su lugar a los malosos fajándose bien sus faldas, tuviera que ver con esos enemigos de la sociedad.

Ese encuentro sería motivo de orgullo para la ciudad, pero hoy pone a dudar si no fue porque la violencia y su infernal efecto sentó sus reales y la “tierra de nadie” del choque de pandillas, obliga a dar el mensaje a esos malosos, con el “aquí estamos y venimos a poner orden”.

Nuestros policías no pudieron, en gran parte por culpa de los administradores que tuvieron, todos denunciados por corrupción, algo que para bien de México, ya es delito mayor y si lo hubiera sido antes de que los malos le quitaran penalidad a este jinete del Apocalipsis, al menos los últimos 3 trienios, los administradores de Seguridad Publica estuvieran presos por desaparecer criminalmente dinero y equipo con el que se debieron combatir el delito.

Entre ellos se premiaba saber como “bajar recursos” y desaparecerlos de tal forma que el contralor dijera que todo estaba bien. Luego, el auditor complementara información y listo. Una “estafa maestra”, como ahora se les llama, contra el pueblo. En la política de la última generación, lo que parecía era. Ahora a esperar que todo cambie con el nuevo régimen.

TIROS RÀPIDOS

1.- Terrible lucha interna en el Ayuntamiento de Guaymas.

La alcaldesa Sara Valle reincide en alejarse de la gente y se sumerge en una “teoría de la conspiración” donde ella es víctima de todo mundo. Pero deja pasar, deja hacer, en aras de una meta egoísta en este momento, que es reelegirse en 2021. Y como a ella no la cuida el pueblo, pidió más custodios y viaja en vehículo de grueso blindaje.

En ese dejar pasar y hacer, el equipo que vino –se supone— a apoyar el rescate del Municipio del atraso en el que lo sumieron sus antecesores, riñe por el botín que son las cuentas de la comuna.

Una buena seria oficializar el pronto despido al “Sr. de las fichas”, el titular de Catastro Jorge Villa Flores, si no hay orden en contrario desde Hermosillo, a la presidente del Ayuntamiento.

2.- Es nuevo administrador del Hospital General de Guaymas, Mario Bernal Guardado. Lo puso Enrique Claussen, secretario de Salud, pero quienes le entienden a eso, desconfían, pues afirman, va a operar tarea política y lo haría con dinero público que debe ser para la Salud. Y Jesús Benítez, el director, parece estar allí haciendo labor similar a la de un florero.

Se confirmaría ese mal pensamiento si en breve, Claussen pone a Bernal como secretario general del PRI, desde donde enlazaría con petistas y morenistas –o lo que sean— con acceso al dinero de los ayuntamientos de Guaymas y Empalme, para “encausar” recursos con miras al aun lejano 2021.

Y pensar que en dos años, esos tricolores serán los peores enemigos de quienes sueñan con repetir en el cargo. Y podrían hacerlo si enmiendan el camino con el que iniciaron.

3.- Puntual aclaración del titular de Infraestructura del Estado, sobre un socavón en el puente Douglas.

Ricardo Martínez Terrazas dijo que el dinero federal que llego, 40 millones de pesos, hizo la primera etapa y faltan dos. El hoyo en lo que ya debiera ser el “Puente Metropolitano” está en la “parte vieja” y se corregirá, pero deja la pelota a los alcaldes y al diputado federal.

Órale, pues, señores Francisco Genesta y Sara Valle. Y legislador Heriberto Aguilar, quien por cierto, rindió un informe nutrido de resultados y se aventó la hombrada de llenar el Auditorio Municipal guaymense, lo que puso nerviosos a quienes futurean con el 21.