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Estas líneas...

+ Divide a alcaldesa y regidores proyecto de app; los diputados ya dijeron que no; Célida ni se sonroja con el no informe del carnaval; los errores de Cano Ahuir; Astiazarán y Claussen: alusiones del 2021; reportan hepatitis en el valle


GUAYMAS, Son.- El arrendamiento, asociación o alianza con empresarios, acuerdo de… en fin, tantas formas de disfrazar negocios privados donde los políticos manipulan desde la oscuridad para llevarse el dinero público, divide ahora al puerto.

Estas “nuevas” formas de disponer del erario cobraron fama en 2010, por el gran negocio de quienes se impusieron al novato alcalde César Lizárraga y le vendieron gato por liebre: los regidores (vea la lista; un alcalde nunca actúa solo) firmaron el acuerdo para que Mifel colocara y operara unas 10 mil luminarias. Jamás lo hizo.

Su sucesor, Otto Claussen, no le dio importancia al pago porque, en efecto, incumplía la empresa, pero como lo que es todos no es de nadie, nadie defendió la causa. Total, cuando el flojonazo Lorenzo Decima sacó cuentas, ya se debían 7 mil millones de pesos.

Sí. Verá haga negocios con un banco. Se tarda tantito y le cobran hasta la mirada. Finalmente ese absurdo proceder de los usureros se disipó y aceptaron 12 millones ofrecidos por una comisión de regidores en una ida a México. Pero Decima terminó entregando 17. Todo mundo cree que cobró su “comisión” y Guaymas volvió a perder.

Lo anterior viene a colación porque la dura crítica izquierdista contra esta forma de robar, hoy es una acción concertada para aprobar otro contrato de cómo lo quieran llamar, para volver a entregar el alumbrado con todo y su aburrida explicación de modernizarlo, mantenerlo y que a la gente. Como si el Derecho de Alumbrado Público o DAP, que la CFE cobra a fuerza en su recibo, no fuera de la gente.

La 4T que tiene tomado Palacio agrede a quienes no están de acuerdo y anuncian una consulta pública para que el ciudadano resuelva; pero eso no es posible, deciden los regidores.

De entrada la gente escucha de convenios con empresarios y visualiza hurto del dinero público. Tanto el diputado local como el federal, se opusieron a este acuerdo. El exregidor ahora secretario del Ayuntamiento, Arturo Lomelí, les espeta: no se metan.

Este jueves, cinco regidores manifestaron similar posición y leyeron la carta que entregarían a la alcaldesa, quien refleja sumo interés en ese negocio, lo que obliga a buscar otra perspectiva para entender cuál es el afán de entregar el servicio a la misma empresa que lo intentó con Lorenzo Decima pero no pudo, porque también el panismo había criticado este tipo de negocios que, olvidó convenientemente, lo impuso un alcalde panista.

El PRI también le agarra la pata a la vaca, como hizo con Maloro Acosta en Hermosillo y este trienio Célida López disolvió el negocio. En Guaymas, sus regidores no han manifestado oposición, quizá porque como el Pato de Lucas dice, “no queremos entorpecer la tarea de la alcaldesa”.

Cuando se lleve a la mesa de discusión ese negocio de no sé quién, aunque lo imagino, debe recordarse el “buen negocio” que significaron las luminarias en 2010, o PASA antes. O el crédito bancario para obras de Otto Claussen, luego analice hasta dónde se endeudó el pueblo.

Si, fue un buen negocio. Un excelente negocio, de hecho. Pero ¿para quién? Guaymas sigue perdiendo.

TIROS RÁPIDOS:

1.- La promoción boxística de Enrique Claussen para fomentar la salud mental que reduzca la depresión entre la juventud y las determinaciones fatales que toman, le decía, se interpreta como su campaña para volverse candidato del PRI a alcalde. Eso cobra fuerza. Lean lo que escribe en redes otro político, Antonio Astiazarán:

“Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, ponte a organizar peleas de box. Ojalá que las consecuencias no sean de lamentar”. Se refiere a la amenaza del coronavirus y el secretario Claussen por promover box, no le estaría dando la importancia debida a la amenazadora pandemia. El 2021 ha llegado.

2.- El Carnaval no busca utilidades. La alcaldesa Sara Valle ratificó lo dicho por la tesorera Célida Botello, cuando intentaban informar –sin hacerlo—sobre las cuentas del Carnaval, que resultó “tablas”. La utilidad es la convivencia familiar y los eventos, dicen. Qué ternura.

Se hicieron bolas con las sumas y quedaron peor que antes, pero ni hablando de gastos por 4.3 millones ni ingresos por 2, hubo rubor en sus mejillas. Han olvidado que ganaron en las siglas donde se improvisaron esta vez, por señalar lo que “los malos” hacían.

Allí conocí a doña Célida, quien hace muy bien su papel de jefa de esa pandilla que vino a cobrar cuentas de campaña, cuyos lugartenientes serían el “Señor de las fichas (judiciales)” que dirige el ilegal Catastro Municipal, y varios funcionarios más de esas oficinas que incluyen cercano familiar.

3.- Creo que le ganó el celo, opiné, cuando me dijeron que el capitán de navío de la Armada de México, habilitado como jefe de Policía y Tránsito, detuvo el dueño del periódico El Vigía, Luis Héctor Padilla, “por pasarse un alto y huir”.

No fue así. Detuvo el empresario, su auto, en línea amarilla para uso de peatones, algo normal en el puerto, donde Tránsito Municipal deja que todo mundo transgreda normas, como usar aceras para estacionamiento o vender tacos.

Cometió varios errores el capitán Andrés Humberto Cano Ahuir: se metió con civiles por algo lejano a su función; obstaculizó el tránsito vehicular en transitada arteria con su Suburban carísima en la que se desplaza, y dos patrullas con una docena de elementos armados para acción bélica; y se expuso. Su labor en contra del narcotráfico lo pone en riesgo, pero bajó y durante 20 minutos en un pequeño espacio, se volvió un blanco perfecto, lo cual se traduce en descuido irresponsable.

Moraleja: malamente descuidamos a nuestra Policía y tuvimos que sacar a los militares de sus cuarteles. Este es el riesgo. Y otros peores que ojalá nunca enfrentemos.

De salida: sigue el reporte de un brote de hepatitis en Santa María, en Empalme. Un drenaje brotaba y habría enfermado a unos 15 pequeños de primaria.