+ Guaymas y Empalme, entre muertos, levantones y escándalos policíacos; la autoridad responde con el silencio; mayo será el “pico” de la pandemia; los empresarios le responden a Sara Valle; por la movilidad estamos a la mitad de contagios esperados; tarifa de verano sería permanente
GUAYMAS, Son.- Los alcaldes no quieren meterse en esos asuntos y les creo al de Empalme, Francisco Genesta, y Guaymas, Sara Valle, al tocar “por encimita” el tema de la narcoviolencia recrudecida al aparecer un presunto grupo “justiciero”.
He leído sobre el “narco” desde aquel escándalo de Miguel Caro Quintero y el agente de la DEA Enrique Camarena. Son muy ilustrativos los autores al exponer el negocio, la riqueza generada y su inyección a la economía formal sin atraer –pactada o no-- la atención de los fiscales.
Aún sobre la pandemia, sobresale la guerra del narco regional, escalada en abril por presunto choque entre “dueños tradicionales” de la plaza, y otro autopresentado con mensajes en mantas atadas a puentes en desnivel de transitadas vialidades.
Los mensajes crearon ya una narrativa que de tanto repetirla, podría volverse verdad. Involucran a jefes policiacos y hasta autoridades elegidas, con criminales; con nombres, dicen quién cobra, intermedia o ejecuta; acusan el no actuar de la autoridad y, advierten, harán justicia --el Estado tiene el monopolio de la justicia, recuerden— contra los “generadores de violencia”.
Hubo matanza todo abril, desde la muerte de un joven peluquero victimado presuntamente por un “asunto” de drogas. La información oficial se oculta, pues desde la perspectiva oficial, la sociedad no tiene por qué saber estas cosas.
La especulación sugería quién fue el homicida y al tercer día apareció sin vida dentro de un auto en abandono junto a la oficina del comisario general de Policía, algo casi comparable al auto abandonado con cuerpos desmembrados frente a la ventana de un antecesor de este jefe, hace unos 4 años.
En aquella época se hablaba de gran corrupción permeando los cuerpos policíacos, por eso se buscaba el mando nacional único, lo cual se logró entregándolo a los militares. Entonces, si ya no hay corrupción, por qué tantos “pelos y señales” y por qué los mensajes tan directos.
No lo dirán. Este tipo de mandos no acostumbran informar a la sociedad, que lo sabrá por su cuenta. Y si la prensa indaga, les molesta.
La experiencia nos dice que los militares deben permanecer en sus cuarteles. Sacarlos, implica gran dificultad volverlos a meter. Ojalá la tentación del poder, el canto de las sirenas, no sea escuchado por los oficiales a cargo de una tarea que corresponde a civiles.
Voy a creerle al general Juan Alfredo Oropeza Garnica, especialista en seguridad nacional, cuando nos orienta en sus participaciones en Red 93.3, que el soldado mexicano no tiene vocación golpista, pues están formados para servir a la Patria.
Así pensaré que están haciendo las cosas bien y pronto veamos la luz al final del túnel. Entonces diremos que México ha salido de su gran problema de corrupción y logrado las metas de seguridad pública, para entrar al círculo virtuoso del desarrollo ordenado.
Lo otro, sería que esa luz vista con esperanza, solo era otra locomotora viajando en contrario.
Para su análisis, les dejo estos números:
En tres semanas ejecutaron a una veintena de personas en Guaymas y Empalme. Aparecieron tres “narcomantas” denunciantes y “levantaron” –celebro su retorno a salvo—a un ex comisario de Policía, mientras su hijo, un día antes, fue detenido por la Policía en un auto cargado de armas, en rara historia que ya comienza a develarse.
Dicen que matan solo a delincuentes, pero ningún crimen se aclara, lo cual deja la impresión de que operan “Escuadrones de la muerte”, típicos de dictaduras que se estudian en universidades serias, como deformaciones políticas y sociales.
Por eso es pues que creo, a los alcaldes, cuando dicen preferir mantenerse al margen. Sobre todo cuando el triunfo es improvisado y por ello no tienen una estructura poderosa para imponerse.
TIROS RÁPIDOS
1.- Dejemos a los expertos la defensa contra la pandemia. Más de 30 muertos y 300 enfermos confirmados, no da lugar para especulaciones irresponsables.
Los hospitales están listos; hoteles serán hospitales y resta cuidarnos y cuidar a los nuestros.
Debemos respetar a quienes están en la primera línea de combate, pues es gente capacitada, con vocación, se exponen por nosotros y yo tampoco me cansaré de decírtelo, parafraseando al secretario de Salud Enrique Claussen: “la mejor manera de ayudar a estos ángeles que tenemos en la tierra, es quedándote en casa”. En mayo se dará el “pico” de la pandemia en Sonora, así que estemos muy atentos a la prevención.
2.- El Ayuntamiento de Guaymas vive en penurias por tradición, por eso quiere, pero no puede, hacer algo por la gente con problemas.
Aquí es cuando el liderazgo brota. La alcaldesa Sara Valle charla con la gobernadora y le pide apoyo. Logra y se siguen logrando cosas: despensas, orientación, material médico y, pronto, respaldo financiero para todos.
Luego va con empresarios y se apuntan hombres de conciencia como Marco Antonio Llano, espléndido como siempre; Toño de la Llata, papá e hijo; Rogelio Sánchez; el hermosillense Alexis Bustamante, Grupo México, Carlos “El cacho” Zaragoza; hasta el Pantico Genesta compartió algo de lo que él consiguió para los empalmenses. No ha aparecido Luis Felipe Seldner, pero ya lo hará.
Si, señora Valle. Esos son los empresarios que quieren a Guaymas y se puede trabajar con ellos en temas colectivos.
3.- Vamos bien en movilidad. Lo indican pocos carros en las calles cuando no hay nada esencial por hacer. Sonora se sumó a la meta de la gobernadora Claudia Pavlovich y por eso estamos a la mitad de los contagios pronosticados.
Y celebro que la gobernadora insista en bajarle al recibo de la luz. Si fuera por comisión Federal de Electricidad, nos cobraría en oro para seguir siendo una “empresa de clase mundial” donde sus ejecutivos viven como jeques en un país con hambre.
Este 1 de mayo inició la tarifa de verano, pero la mandataria quiere que Hacienda ya se deje de cosas y la fije permanente, en lugar de tenernos encima la Espada de Damocles cada año.