+ Se fue José Ramón Uribe, un gran personaje; INDEX-Sonora da nivel de gobernador a Clausen; siguen los apoyos a quienes menos tienen; Mario Rivas, el entrevistador que será entrevistado
GUAYMAS, Son.- En 1988 José Ramón Uribe era joven, carismático y le invertía al popular equipo de béisbol “Ostioneros”, el de más campeonatos en la pelota de invierno.
Lo llamaban a todos lados, como ocurrió para la cena de los aspirantes priístas al senado, Luis Donaldo Colosio y Manlio Fabio Beltrones. La lista “palomeada” por Julio Luebbert Duarte lo incluyó, pues podía pagar el platillo de 5 millones de viejos pesos.
Después hizo cabeza de grupo para comprar par de barcos en remate de Banpesca, banca oficial tronada por los mismos de siempre. Ganó la puja y “amarró” con un cheque que Hacienda haría efectivo al traspaso. Pero, herido al perder el negocio, un ejecutivo de Televisa maniobró para sacarlo de la jugada.
Chuecuras mil de por medio, lo enviaron preso, con guaruras de la Policía Federal aterrizando en San Germán, fueron a San Carlos y lo sacaron en piyama de su casa para llevarlo a México, como consigné en un Artículo para la revista Opinión, titulado “Secuestro o aprehensión”.
Resuelve su problema y su llegada en el verano de 1990 fue una fiesta. En noviembre anuncia: será candidato a alcalde por el PAN. A los que ayudó JR no le ayudaron él, así que no les debía nada y Guaymas se entregó a quién acabaría aquí con “la dictadura perfecta”.
Ese 1991, el “Flaco” aplastó Manuel Ibarra Legarreta, a quien un poderoso empresario local llegó a cuestionar “¿cómo va a ganar? Si le pide permiso a un pié para mover el otro”.
El PRI nombró su coordinador a Javier Villaseñor Mayorena, tío de José Ramón. En su oficina y oficina de campaña (la lechería Fátima, en Las Delicias), veía caer sus ventas. Luego supo que Uribe decía a la gente que “ni leche le deberían comprar”. A ese grado.
La campaña rompió moldes. Golpes aquí y allá, pecadillos legales mil de los tradicionales, con sólidas respuestas de vago de Uribe. El PRI perdió lo invicto.
Alcalde entonces, el recordado líder cooperativista Florentino López Tapia le cumplió al partido y a Ibarra. Su Cabildo sesionó como Consejo Electoral y calificó el triunfo de su correligionario, con quien, no crea, no se llevaba tan bien. Ibarra no era precisamente simpático y su nominación fue por obra del empresario en ascenso Luebbert Duarte.
Cuando el pueblo “noble y bueno” se enteró de lo ocurrido, tomó la plaza de los Tres Presidentes a la simple convocatoria de José Ramón. Y doblegaron al sistema.
El error de Uribe fue reñir con el gobernador electo, Beltrones, por eso se optó por un Concejo Municipal que inicialmente encabezarían Jorge Álvarez Gaxiola como presidente, y Pedro romano Terrazas como secretario, pero en la cúspide azul había figuras como don Luis H. Álvarez y Diego Fernández de Cevallos, partidarios de la política del gavilán, que si suelta, no lo es.
Beltrones negoció, optaron por el menos problemático de la pandilla de regidores y por eso fue alcalde Felipe Rivadeneyra y Saury, quien se ganó el respeto de todos.
Uribe Maytorena aceptó lo que siguió, recuperó su libertad por segunda ocasión y se dedicó a la empresa, gestiones, relaciones y últimamente a sus gasolineras.
En una charla que este reportero tuvo con Fernández de Cevallos, cuando vino a darle la silla a Rivadeneyra, le dije que Uribe lo acusaba de negociar la plaza en perjuicio de la democracia, entre otras cosas. Replica Diego que quien quería hacer cosas malas era José Ramón y el tema era del partido, no de personas.
El poderoso líder azul resumió que “fue a verme, me alzó la voz y dijo cosas que no debía, así que con todo respeto, pero le menté la madre”.
En esa ruta de los últimos 25 años dirigió la Cámara de Comercio hasta erigir un nuevo edificio, pues el vetusto inmueble previo daba lástima; se oía de él en juegos de béisbol en Nueva York o Los Angeles. Transmisiones televisivas incluían un mensaje de Ernesto Jerez, voz oficial de las Grandes Ligas de Béisbol, aquel de “…díganle que no a esa pelota”, saludando a Uribe a la distancia, o porque allí andaba. Fue candidato otra vez pero solo pudo ser regidor.
Alguna vez nos narró de sus charlas con Alán García, dos veces presidente del Perú, una de ellas en un crucero por Ushuaia. Esa era el José Ramón de físico esbelto, ropa de sastre, auto europeo cuando no se valía importarlos, que se hablaba de tú con todos.
En campaña me etiquetó como priista. Pasada la calentura grilla, nos hicimos amigos. Me platicó planes, historia. Un día me dijo que comía en la Ciudad de México, saludó a Santiago Creel que estaba cerca de Diego Fernández de Cevallos y este reflejó sorpresa por que el secretario de Gobernación conociera al guaymense.
¿Le conoces?, le preguntó a Creel. “Sí, es sobrino de don Luis (H. Álvarez)”, contestó.
“Eso lo explica todo”, fue la conclusión de Diego, quien hizo cuanto pudo por someter a JR y no pudo, precisamente porque Álvarez era la figura con mayor influencia moral en el panismo y apreciaba mucho a quien lo llamaba tío.
Hace mes y medio, el reportero Miguel Leyva me llamó de su parte para verlo tomar posesión de Canaco Guaymas. Lo celebré. Expuso metas ambiciosas, pero conociéndolo, haría mucho por el sector y le daría la seriedad pretendida. “Vamos a dejar de nadar de muertito”, sentenció.
Hace una semana, me llamó directamente y charlamos 47 minutos. Cuántos planes. Limpiaba la cámara, le daría nivel, formaba un grupo empresarial que pondría coto a malas administraciones municipales --incluida la presente--, calificándolas con los pelos en la mano.
En marzo que tomó el control del organismo nos dijo que venció al cáncer, pero fue su corazón el que no aguantó. La noche de miércoles 6 fue a su recámara, se acostó y todos sus afanes terminaron.
Nos hizo recordar la sentencia bíblica a quienes planeamos como si fuésemos eternos: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”.
Veremos si hay alguien que retome esos propósitos, para que Guaymas no siga “nadando de muertito”.
TIROS RÁPIDOS:
1.- El sector empresarial tiene fama de egoísta por ejemplos como el representante de INDEX-Sonora, quien cuestiona al secretario de Salud por cuidarnos de la muerte, al llegar el coronavirus.
La economía libre es injusta por naturaleza, por eso Enrique Clausen apela al sentido común más que a la ley, para que los maquileros no reabran sus plantas aún. Si lo hacen, morirá gente.
Si Clausen quiere ser candidato, es aparte, insisto. Pero pensé que el guaymense quería ser alcalde, no gobernador, nivel que le dan los industriales maquileros. No es tan mala idea ¿no?
2.- Rodolfo Lizárraga sigue apoyando a la gente de los barrios, la que lo necesita, no aquella que quiere evadir impuestos o elevar sus depósitos en el extranjero.
Lo felicito por eso y también vuelvo a felicitar a Heriberto Aguilar, el diputado federal, porque sin hacer ruido llevó apoyo alimenticio a casi 2 mil familias del 04 Distrito, al margen de su gestión para recuperación post-cuarentena.
A propósito, todos los políticos deberían imitar al diputado local por Guaymas, quien reclama a la Profeco no frenar a los comerciantes voraces, que tienen nombre y apellido.
En cuanto a medidas sanitarias, la autoridad no debe jugar al Tío Lolo: en San Carlos llenan de gente las casas que rentan para reuniones y fiestas. Ese clandestinaje es una criminal amenaza de propagación del virus.
3.- El próximo jueves, el empresario y hoy comentarista de TV en línea, Ricardo Bours, entrevistará a Mario Rivas –-algo así como un pato tirándole a una escopeta—, el destacado comunicador que mantiene sus “Rumbos” como la columna más leída del Sur de Sonora. No me la perderé.