+ Constructoras en conflicto: Marín, acusador de ayer, hoy acusado; Saldaña pierde por no cobrar caro; Munro trabaja duro por el PAN y lamenta la violencia criminal; en el ISSSTE, trabajadores se quejan: quieren hacerlos trabajar; Paco Bueno, otra vez
GUAYMAS, Son.- VISA es una constructora de Hermosillo muy activa en Guaymas, pero es difícil saber quién responde por ella y por eso surge la desconfianza al otorgarle la comuna una obra de casi 9 millones de pesos.
Constructora y Supervisora Visa existe desde 2012; su representante sería Pedro Villegas, quien egresó de la Unison en 2015, pero en 2014 ya había cobrado dos contratos al Ayuntamiento cuando era alcalde el hermosillense nacido en Guaymas, Otto Claussen Iberri.
Acumula 15 contratos de obra pública, 13 con el Ayuntamiento (87% de su actividad total), por 102 millones de pesos, la mitad con Otto y la otra mitad cuando (des)gobernó el frívolo fifí Lorenzo de Cima. El resto –dos contratos— son con Comisión de Electricidad. Sus oficinas estarían en una casa de fraccionamiento clasemediero.
Tras la licitación para pavimentar otras 3 cuadras de la avenida 6, se inconformó Edificadora Cabo Haro, de Jesús Saldaña, ingeniero civil y contratista de experiencia y capacidad. Fácil haría ese trabajo, pero cometió un error: cobró barato.
VISA ganó con un presupuesto de 8 millones 876 mil pesos por el trozo de calle cuya última mejora se hizo en 1987, cuando era alcalde el de Santa Cruz, Sonora, Marco Antonio “El papito” Córdova, quien dio el contrato al ingeniero químico José Ordaz, de oscura memoria por ser uno de los artífices del desorden con suelo urbano porque, dice él, lo protege “alguien” muy cercano a un ex gobernador de esta gran entidad.
Pero eso es otra historia. El punto es, VISA le ganó a JEMA, de Jesús Fajardo, que pidió 8 millones 957 mil; Edificadora Cabo Haro, de Saldaña, cobraba 7 millones 313 mil, pero le hicieron lo mismo que en 2019, con las primeras tres cuadras. Cobró menos y aún así, ganó una constructora de Hermosillo con la opacidad típica en la obra pública.
Ya fue a Contraloría Municipal y el titular, juez y parte, no ve irregularidades; en Contraloría Estatal le salen con eso de la autonomía municipal. La Fiscalía Anticorrupción le dijo que el hecho todavía no se ha consumado.
Víctor Marín Martínez, director de Infraestructura Urbana habla de apego a la ley; y que Saldaña perdió porque aplicó una especie de “dumping”: no cobraría renta de sus máquinas y eso abarata costos, en perjuicio de terceros constructores.
Increíble. Puede abaratar obra a favor de la hacienda pública, lo hace y por eso lo descalifican.
Saldaña reclamó a Marín que incrementar costo del presupuesto base elaborado por (la Dirección de) Obras Públicas, “es posible contubernio con algunos contratistas” y le advierte, eso sería daño al erario público “que habremos de exigir sea resarcido por quienes resulten responsables de un acto irregular”.
La diferencia entre el ganador y la propuesta de Saldaña ronda el 20%, porcentaje que en medios oficiales es muy manejado por los malpensados que todavía creen en la existencia de los famosos “moches” del pasado, cuando el propio Marín, que del panismo había saltado al PRD y luego volvió --Morena no estaba en su radar--, acusaba de esa corrupción a Claussen, luego a De Cima, con manifestaciones que terminaban a tomatazos en Palacio.
Hoy, esta administración enfrenta la misma sospecha, salvo que Marín es el acusado, junto con su director de Obras Públicas, Andrés Valenzuela, colmilludo panista de siempre quien se vuelve de humo cuando le piden explicar ese tan sugestivo 20% del que emana un tufillo a corrupción.
TIROS RÁPIDOS
1.- Ernesto Munró se reportó. Siempre agradable su forma de expresión, toca temas varios y el político electoral menos que otros.
En columna previa lo mencioné y aprovechó para refrendar afectos con este servidor. Menciona puntos del gran trabajo por delante y nutrida agenda para poner en orden los números del PAN en Sonora.
Centró el tema de su paso como secretario de Seguridad Pública estatal y no festeja que las cifras se hayan disparado en el nuevo sexenio. Recordó que, en el rubro de homicidios dolosos, su promedio fue de 540 anuales y el primer año de este sexenio “no estuvo mal”. Lo atribuye a que se mantuvo Alonso Méndez como director de la Policía Estatal de Seguridad Pública, pero se fue al primer año y los números subieron. En 2019, subraya, los homicidios dolosos fueron mil 356 y –agrega preocupado-- si la tendencia no mejora, este año subirá a mil 900.
“Nunca estuvimos contentos con los números que nos tocó tener, pero ahora se han incrementado mucho”, lamenta. Terminaré de leer tales datos y los comentaremos ampliamente si Dios lo permite, cuando la pandemia esté controlada, allá en Puerto Peñasco, donde hace un buen trabajo como alcalde “El kiko” Munro, su hijo.
2.- En la clínica hospital Guaymas del ISSSTE se alborotó la bitachera y varios trabajadores denuncian “acoso laboral”.
Acusan a un alma de Dios, como es el médico Rafael Álvarez Ruiz, quien exige que el chofer en nómina, sea chofer; que la ambulancia dé servicio a sus enfermos, que la gasolina no supere en 600% el kilometraje recorrido, que intendencia limpie el edificio. Cosas así.
Ya aprenderá que, si dirige una oficina burocrática, lo peor que puede hacer es exigir trabajo sin antes indagar cómo llegó la gente a esos puestos.
3.- Dura la denuncia del coordinador de Proyecto de Partido de Redes Sociales Progresistas, Frank Rivera, contra Francisco Bueno Ayup, ante la autoridad electoral:
En un intento golpista deshizo el trabajo logrado para integrar en Sonora ese partido. Riñó con todos y el día de la asamblea de integración en Cajeme, el polémico guaymense recibió 4 millones de pesos para pagar 150 camiones y otros “servicios”. Fiel a las viejas prácticas, los esfumó.
Por eso es que la gente ya no se traga esos inventos de partidos nuevos con la misma gente. Ahora hasta se llega a pensar que no estaba tan mal el PRI.
Más si, como en Guaymas, el tricolor impulsa chamacada y mira hacia el regidor Manuel Olmedo; o al dirigente local Gines Valentín, figuras limpias y mentalidades frescas que hablan de trabajo, de ver por la gente, no de vislumbrar “estafas maestras” con el dinero público, como las que hundieron a la comuna para engordar fortunas personales.