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Estas líneas...

+ “El filtro” y el cómo matar al turismo en San Carlos; otros lugares operaron sin protocolos ni sana distancia; “Borrego” Gándara: “el que la hace, la paga; y la paga de su bolsa”

GUAYMAS, Son.- Si usted busca un lugar para disfrutar en ambiente limpio y amplio, con protocolos para reducir riesgos ante la persistente pandemia, la idea inmediata es San Carlos y su gran oferta de bienes y servicios.

Pero la autoridad estatal frenó por todos los medios a su alcance la llegada de turismo a este destino de playa de tanta infraestructura y espacios naturales. Olvidó que la gente optaría por saturar lugares pequeños, de escasos servicios, con métodos arcaicos de conservación de alimentos y sobre todo, sin sana distancia, pues en unos cuantos metros cuadrados se atiende a muchas personas, como ocurrió junto al Puente Douglas, en la carretera Guaymas-Empalme.

Aplaudo el espíritu emprendedor de los esforzados empalmenses que en pequeños y precarios puestos de venta de mariscos buscan su sustento desde que el neoliberalismo les arrebató el tren, que era su principal fuente de empleo; solo observo que nadie les molestó para operar durante estas vacaciones de primavera en contraste con lo ocurrido en San Carlos, donde policías, inspectores o jefes, crearon una especulación finalizada en forma burda la tarde de sábado, cuando el corruptor “filtro sanitario” establecido se levantó y todo mundo se volcó al mar y alrededores. Pero ya le habían aguado la masa a hoteleros, restauranteros y a unos tres mil trabajadores que viven del turismo.

El secretario de Salud, Enrique Clausen, debe razonar mejor su forma de operar el filtro que amenaza reinstalar este fin de semana; no olvide que restricción es corrupción. La propia autoridad estatal consignó que para ingresar, la gente compró tarjetas de residencia falsas hasta por 500 pesos; las que entregó la Comisaría no fueron gratis, pues el requisito se volvió una medida recaudadora; análisis clínicos también fueron falsificados y resta ver si los implicados serán llamados a cuenta por prestarse a esa corrupción, o el “yo no sabía” dejará todo como está.

Finalmente, el Sector Salud nada dijo sobre esos puestos ubicados en peligrosa vialidad y escasamente pulcros --el puente Douglas lleva 4 años en reconstrucción que no puede terminar Ricardo Martínez Terrazas --, pero apuntó baterías hacia los negocios de fuerte inversión, limpios, generadores de empleo, impuestos y demás –lo “demás”, la autoridad, sabe qué es—y eso no es piso parejo.

No sería solamente San Carlos, que tuvo muy poca afluencia, sino el otro tipo de lugares los que multipliquen casos de Covid-19. Pero, al modo, como a los empresarios establecidos y cumpliendo rigurosamente sus obligaciones los tienen más cerca, se van a lo cómodo.

Se requieren otros métodos. Piénsenlo, señor Clausen, porque el sábado por la tarde ya tenían “hasta el copete” a los prestadores de servicios y comerciantes en general, los “vigilantes” locales y estatales pidiendo el “aliviane” porque, según la versión generalizada en el ambiente, “nos dieron manga ancha”.

Ya me explican qué es la “manga ancha”, expresión común cada fin de sexenio y trienio parecida a “el año de Hidalgo”, a la que también quise visualizar como algo del ayer en estos tiempos de limpiar el ambiente de ese pasado tan presente. En San Carlos, sienten los prestadores de servicios en general, esos funcionarios “quieren matar al turismo”.

ASI DEBE SER

Esperanzador mensaje envió Ernesto Gándara, alusivo al castigo que espera a los funcionarios de la administración que encabezará tras ganar el próximo proceso electoral, si hacen mal uso de recursos públicos. Mire:

“Entrando a trabajar, ya como Gobernador, meteré un sistema de castigos para los funcionarios que cometan delitos contra el dinero de los sonorenses; aquí, conmigo, el que la hace la paga y la paga de su bolsa, eso es lo correcto”, puntualizó el “Borrego” Gándara.

Sí, pues. Difícilmente se persigue al saqueador y cuando eso ocurre, aplican sanciones a la dependencia, lo cual alienta a seguir el saqueo. Y “El borrego” lo sabe, como lo asienta en esta explicación:

“Es increíble cómo son contados con (los dedos de) la mano los funcionarios de todos los niveles de Gobierno que hacen mal las cosas y no hay castigo, nadie responde, no hay reparación del daño, nadie paga”.

Y no pregunten por qué. Como decía aquel famoso cantante michoacano-juarense: “lo que se ve, no se pregunta”. Solo vean dónde viven y en qué se desplazan contralores, jueces y ministerios públicos a cargo de esos casos.