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Estas líneas...

+ “Ganó” Rosario, con sus “45 días callados”; perdió el IEE, por supuesto; El síndico de Guaymas, de pensionado a inversionista inmobiliario


GUAYMAS, Son.- Cuando la maestra Rosario Robles dijo que si guardásemos un minuto de silencio para recordar a los caídos por la inseguridad y la violencia que agobia a Sonora, estaríamos callados 45 días, creo haber visto el momento cumbre del debate estatal tan mal organizado y presentado por el Instituto Estatal electoral, la noche de martes.

Al margen de quién haya ganado qué, porque estos actos son para agredir al rival, no para hacer honor a la teoría de mostrarse y atraer votos, la maestra guaymense radicada en Hermosillo hizo dudar a quienes afirman que subió a los encordados a dejarse caer de un golpe moderado en el cuarto round para ya no levantarse. Si realmente su incursión por la gubernatura es un acuerdo con el señor Durazo, su estocada menguó la acidez de los comentarios en ese tema.

En lo general, sí, el mejor desempeño escénico fue de Ernesto Gándara. El “Borrego” mostró sus muchas tablas y no tuvo que aprenderse nada, pues tiene décadas practicándolo en el campo de batalla.

Ricardo Bours hace campaña sobresaliente, sus spots son muy buenos, habla fuerte en escenarios atractivos, vestido y mostrado coloridamente con una forma de expresión impecable. Pero no es lo mismo en vivo. Le faltó.

Durazo fue el de siempre. Nos sigue debiendo sonrisas y, si bien posee amplia cultura y capacidad, no puede mostrarla en tan breves lapsos. Debió leer sus respuestas y al exponerlas titubeó, cosa fatal en estos eventos donde, repito, uno va exhibir al rival y restarle.

Cuauhtémoc Galindo ilustró sobre su trabajo como alcalde de Nogales y lo que su participación dejó en mente es que le quitaron a su recién adoptado partido, Redes Sociales Progresistas, 14 de 20 candidatos presuntamente por incumplir requisitos, lo cual pega duro en Guaymas al salir de la carrera Roberto Palafox y Alberto Albín, aspirantes a diputado local y alcalde, respectivamente, pero el primero explicó que era un asunto de género, les dieron 48 horas, cambiaron candidato a diputado local en el Distrito 20 –así habría sido en el XIV si no designan a Adria Flores Soto-- y todo se arregló.

Un tercero, regidor por habilitarse morenista en 2018, de nombre Iván Acevedo, también fue excluido por el IEE de la carrera por la alcaldía en Fuerza por México, pero no ha dicho esta boca es mía. Y en las listas no aparece la aspirante a diputada local por el XIII, Paola Saavedra, y nadie explica por qué.

El Temo anunció apelación y acusó “complicidades”; lo secundó Albín, quien amaneció camino a Hermosillo para decirle al Instituto Electoral que cante, no “la chifle”, pues aparte de su desfase en los tiempos legales –eso ya compromete la elección--, sanciona sin dar margen a corregir.

Respecto a Carlos Zataráin, bien hecho. Se sumó al discurso del Dr. Durazo cuando habló de llegar a la gubernatura y borrar del escenario a quienes depredan la economía y todo lo que puede tener Sonora para bienestar de su población, desde hace 35 años.

Creo que así estuvo el debate. Espero que la gente de la maestra Tadei se prepare mejor y haga la tarea del próximo, el 15 de mayo, porque esta vez no fue, ni por mucho, lo esperado.

TAMBIEN EL SÍNDICO

Muy ilustrativos los documentos que me llegan sobre el cúmulo de información entregada hace tiempo al síndico guaymense Martín Ruelas, para que en su carácter de apoderado legal del Ayuntamiento pusiera en orden las cosas que ocurrían en Tesorería y en las Direcciones de Catastro y Desarrollo Urbano, donde la presunción sugiere el mayor desfalco municipal descrito por dos candidatos a alcalde, Joel Mendoza y Rodolfo Lizárraga.

“El florero”, como desde entonces se conoció al síndico –solo fue un adorno--, nada hizo al conocer los desaseos financieros que por obligación debió atajar; siguieron, por eso hoy es criticado al aparecer como inversionista inmobiliario en San Carlos, cuando su vida era la honrosa medianía de una pensión como extrabajador de Pemex.

Lo menos que dicen es que, cuando quiso denunciar al director del Catastro, el “Señor de las fichas (judiciales)”, Jorge Villa Flores, y a la tesorera y orgullosamente nepotista con costo al erario de los guaymenses, Célida Botello, le dieron la regañada de su vida, le ordenaron aguantarse y recoger lo que le cayera. Muchos suponen lo que eso significó y ahora, en el descrédito, nadie cree que vive de lo bien ganado. Cedió, pues, ante el poderoso caballero al que en una de sus sátiras alude Francisco de Quevedo.