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Estas líneas...

+ Si de encuestas se trata, hay dos para “la grande”; no es como que esté “flaca la caballada", pero algo hay de eso; este año la prueba será en 6 estados; Guaymas verá mucha oferta con nuevas figuras

 

GUAYMAS.- La “encuestitis” se contrae cíclicamente, al acercarse los procesos electorales que nos atañen.

Ciertamente, el origen de la encuesta determina cierta inclinación hacia tal o cual candidato y si falta alguno, es porque no hay interesados en promoverlo.

Los que sí están, son oferta de quienes pueden medir fuerza y ponerlos en plataforma que, en este caso, es para buscar la Presidencia del país.

Recuerdo la cita del bronco gobernador de Guerrero en los 70, Rubén Figueroa Figueroa –en realidad se llamaba Teodosio Eustolio Figueroa Figueroa, nacido en Huitzuco, en 1908, y fue profesor rural antes de cacique transportista y mandatario estatal--, quien a la interrogante de quién le gustaría para candidato, respondió con su folklore característico, que “la caballada está flaca”.

Se volvió expresión clásica, que después me la modificó Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la  Vega –así se llama Porfirio Muñoz Ledo, intelectual y político de excepción-- en una entrevista que le hice frente al malecón de la calle Miguel Alemán, cuando le pregunté sobre figuras a la vista en 1988.

“¿está flaca la caballada?”

“Mmm… no. Más bien, yo diría que es una caballería pony”.

Pero pienso que no es tan estricto el ambiente para pensar en una u otra cita de tan destacadas figuras, sino de acomodarnos para sufrir de encuestitis y ser, entonces, guiados por este procedimiento que planta en nuestra mente la idea del quién es quién y votemos por él.

Por ejemplo, hablar de un político completo, nos lleva a Marcelo Ebrard, formado con el desaparecido Manuel Camacho Solís y con quien se fue del PRI para fundar el Partido del Centro Democrático, de breve existencia, reapareciendo más tarde en el PRD y luego en Morena.

Sería el favorito del presidente López Obrador, quien se empeña en hacernos creer su impulso a Claudia Sheinbaum, una mexicana descendiente de europeos orientales, a quien abollarían la carrocería varias fallas políticas, pero más la tragedia en la línea del metro de la CDMX, donde gobierna.

Después batallamos para pensar en quién tiene talla, al grado de que hasta Lily Téllez, quien se fue de Sonora hace mucho a vivir a México y llegó a senadora por Morena –allí riñó y se desprendió, para sumarse al PAN—, aparece por encima de, por ejemplo, Ricardo Monreal, a quien conocí a finales del siglo pasado cuando el PRI despreció en Zacatecas y buscó la gubernatura con partidos coaligados, como muchos quienes, al enfrentar a decisiones cupulares, se unieron con el rival.

Ganó en esa moda aún vigente y que confirmaba el camino a la debacle tricolor, tras el clímax de división que habría causado la muerte de Colosio.

Luego vienen Tatiana Clouthier y Adán Augusto López. Pues no. Y hasta salen con que en el PAN la principal figura es Ricardo Anaya, el perseguido por el lopezobradorismo y exhibido como ente corrupto y corruptor en el cercano pasado ultraconservador.

Enrique de la Madrid (“junior” del expresidente) abandera el priísmo y sigue quien hoy se promueve con todo en redes, Miguel Osorio Chong, y Manlio Fabio Beltrones. Los demás, allá se miran al fondo.

Ah, y hasta Claudia Pavlovich aparece. Si se trata de aprecio regionalista, ojalá el PRI la nomine y gane, pero eso se mira distante.

Y así se llega a Luis Donaldo Colosio Riojas, quien ganó la alcaldía de Monterrey con Movimiento Ciudadano y, desde ahí, el hijo del malogrado magdalenense prepara su catapulta hacia Palacio Nacional. O a Los Pinos, si no gana Morena en 2024.

Hay algo especial en Colosio, quien insiste en su apartidismo –MC solo fue vehículo—y las encuestas lo ponen cerca del primero (Ebrard), lo cual mucho ayuda a pensar en él al tocar el tema.

Entonces, de la presunta caballada flaca o `pony´, separemos a Ebrard y a Colosio. Allí estaría la mira de quienes hacen candidatos y los llevan a la cima.

Faltan dos años para el siguiente paso, pero sobra quien considere que eso es poco. Tendrán razón, pues primero debe definirse si van solos o aliados como partidos, si Morena aleja a antiguos aliados y si los opositores le echan montón, como ocurrió para echar por tierra la intención reformista del presidente en el tema eléctrico.

No iremos lejos para entender tendencias, pues este año el elector mostrará con sus votos en 6 estados, una visión de lo que podría ser el 2024, año de dura prueba para partidos y candidatos.

EN LO LOCAL

Cierto, también en lo local se mueven las cosas y preguntar por posibles aspirantes, me hizo recordar la riqueza humana de 2021 cuando empresarios, políticos y hasta gente sin atractivo para el elector, buscaron posiciones.

Nombres, si no, qué chiste.

Podrían repetir PAN, PRI y PRD, quizá con el agregado de Movimiento Ciudadano, alianza en el intento de recuperar la alcaldía con Rogelio Sánchez; de no repetir intención, aparecería el excandidato a diputado federal Jesús Saldaña.

Los candidatos en 2021 fueron Karla Córdova (Morena), triunfadora; el activista Joel Mendoza (independiente), Manuel Villegas (MC), Rodolfo Lizárraga (PT), Oscar Barragán Valdez (PES), Ricardo Corral (PVEM), Yadira Cota Lugo (Independiente) y Rogelio Sánchez (PAN-PRI-PRD).

Varios no insistirán porque se les fue el tiempo o ya no tienen partido, pero al especular con nombres para 2024 en Guaymas, ponga primero a la doctora Córdova, quien fácil ganaría reelección si se cumple la mitad de la obra pública contemplada.

Luego, busque entre los siguientes nombres para las distintas posiciones:

Heriberto Aguilar Castillo, Reyna Benavides, Servando Rodríguez, Daniela Coronado, Cecilia Caballero Pavlovich, Sebastián Orduño, Cristina Nungaray Beltrán, Daniel Cardozo, Hernando Zaragoza Ruiz, Juan Brawer Mendoza, Paulina Romano León, Manuel Olmedo Samaniego, Gines Valentín Rodríguez, Julio César Márquez, Blanca Armida Elizalde, Rosa María Barrera, Arturo Mungarro y Daniel Cota Ramos.

Por supuesto, se alborotará la “pluri” morenista Sandra Luz Navarro y a ver quién más.