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Estas líneas...

+ Guaymas y su grave problema de desorden urbano; la comuna ha perdido mucho suelo y sigue el problema; disponer de suelos ajenos, práctica común que debe terminar; un terrateniente urbano, ante el AMPF y un notario preso, en el nuevo mando; CEA trajo un nuevo administrador: huelga y crisis sanitaria lo recibieron


GUAYMAS, Son.- Mil problemas obstaculizan el crecimiento de la ciudad, producto de la impunidad avalada por los mandos municipales en turno, comúnmente colocados por los interesados en ser los pescadores del río revuelto.

Recuerdo a un empresario hablarme de cómo preparaban la relación con el futuro alcalde, que ya había ganado la elección y se preparaba para gobernar los siguientes 3 años.

“No queremos problemas, así que ya le comenzamos a hacer su casa por aquí”, explicaba, apuntando hacia los cerros del poniente de San Carlos.

Tres años después, Javier Lamarque Cano, buscando la gubernatura no alcanzada, pasó por Guaymas y se reunió con su compañero de batalla, Heriberto Aguilar, candidato a alcalde en esa época. La prensa le pidió declaraciones y soltó la bomba:

Otto Claussen se había construido en los cerros de Los Algodones, una casa de 3 millones de dólares, como debe ser para pertenecer a ese primer mundo construido por el desarrollador Octavio Llano.

¿De dónde se habría hecho de mulas el famoso Pedro? Para Lamarque, que luego fue diputado federal y ahora es alcalde de Cajeme, no hubo duda: correas del mismo cuero. Recordé entonces lo  dicho por aquel empresario y por qué lo habrían hecho.

Hoy sabemos que la alcaldesa Karla Córdova trata de cobrar lo que aparezca de lo perdido, a quienes deben la mayor parte de unos 1,600 millones de pesos en impuesto predial y traspasos de suelos, pero ya les dijo, con 220 se da. Aunque paguen con terrenos, siempre y cuando no tengan conflicto, ni sean reserva ecológica o áreas verdes, como algunos acostumbraban hacer en el pasado.

Viene al caso porque otro factor que complica el crecimiento del puerto, es la actitud de terratenientes urbanos que invaden, venden y crean conflictos sociales que debe resolver la autoridad.

Ejemplo: en este momento, la calle lateral del bulevar Luis encinas, está desapareciendo. La toman para sus intereses varios particulares; una gasolinera aquí, un vendedor enseguida, y así. La oficina de Control Urbano parece atada de manos, a menos que ya esté actuando como ofreció el Ayuntamiento, para recuperar el orden, pues ya basta de provocar daño a cambio de unos pesos a bolsillos particulares.

Otro caso es entender por qué los trazos de bulevares al norte, hacia donde obligadamente lleva el crecimiento, ya no existen. Cercos y construcciones aparecen donde el mapa prevé interconectar las áreas del desarrollo y la movilidad que demanda un lugar turístico.

El principal obstáculo está entre la carretera federal 15 y El Tular, donde 130 hectáreas propiedad de la familia Fourcade desde tiempos ancestrales, las “ganó” parcialmente con un tornillo laboral un terrateniente urbano que luego las vendió sin trazo, sin visual de futuro, sin escrituras incluso.

Pero como le gustó ganar dinero fácil, siguió vendiendo más de lo que le pertenecía, lo cual le tiene a un paso de las rejas. De pilón, involucró a su familia, que ha debido encarar al ministerio público de la federación para explicar cómo responderán a denuncias formales por despojo, fraude, falsificación de documentos y lo que resulte.

Con casi 20 años en la impunidad, hace par de años los verdaderos dueños de 13 hectáreas reclamaron que no debía meterse allí. Lo hizo y ahora debe responder, como debiera responder el sujeto, por vender casas sin es escriturar en la colonia Petrolera, o superficies que habrían sido un bulevar amplio entre la ruta San Germán-Miramar, o el bulevar Diana Laura Riojas extendido desde la Comisaría de Policía, hasta El Tular, frente a lo que pronto será un  gran desarrollo turístico náutico.

No se previno esta leperada porque en las oficinas de Catastro e Ingresos del Ayuntamiento, en el Instituto Catastral del Estado y en los juzgados donde la ley debe aplicarse sin distingo, la costumbre era obviar evitando los recibos oficiales. Hasta algunas notarías se involucraron, pero otras se dieron cuenta de lo que ocurría y negaron trámites por lo burdo del fraude a la gente, a la sociedad, al Municipio.

Cuando se habla del “Cartel inmobiliario”, ese que ya tiene preso a un notario público –de Guaymas, para acabar--, no descarte que muchos casos sean de sujetos como el mencionado, que se queja de malos manejos de la autoridad que impiden el desarrollo, cuando precisamente su tarea de décadas, es agandallar suelo y especular sin importarle afectar el crecimiento.

Llamar a cuentas a este tipo de gente, indica que se intenta volver a la época del respeto a la ley.

Si no es así, Guaymas no crecerá debidamente. El problema gravísimo del desorden urbano y los pésimos servicios, seguirán vigentes, lo cual deberá hacernos preguntar de qué han servido los representantes que llevamos al Cabildo o a los congresos.

NUEVO TITULAR DE CEA

Ricardo Montoya González se llama el nuevo administrador de la Comisión Estatal del Agua, Unidad Guaymas-Empalme.

Es ingeniero civil y dice el organismo que tiene mucha experiencia. Él habla de imponer orden y trabajar con transparencia, precisamente el “coco” de CEA.

Aunque es imposición del titular estatal José Luis Jardines, quien utilizó su alargado colmillo para despedir al anterior titular, David Pintor --quien regresó a sindicatura--, parece creíble lo que dice.

Por lo pronto, enfrenta próxima huelga porque le deben al sindicato de obreros hasta la risa; y otra crisis sanitaria por las fugas de drenaje. Lo salvaría el rápido ejercicio presupuestal que comenzará en breve, con la licitación de obras para  modernizar el sistema.

Si es como en el pasado, no solucionará nada, se irá con los bolsillos llenos y seguiremos contaminados y con ríos de aguas negras enfermando a los guaymenses de varias epidemias que ya sufrimos, aunque no las acepta sector oficial.