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Estas líneas...

+ Informe de Karla Córdova, sin las viejas prácticas políticas; exalta labor del cabildo; se compromete y pide creer; hospital del IMSS, ni sus luces; Omar Núñez al rescate de la SEC en el puerto; “El Bebo” en chismes palaciegos; más cargos al padresismo


GUAYMAS, Son. - Karla Córdova mostró cómo se dejan las viejas prácticas políticas, al dar su mensaje en el que explicó a la gente cómo están las cosas en el puerto en su primer año de gobierno.

No recurrió al odioso acarreo, industria de alto costo al erario en la que se gasta dinero que hoy se usa en tapar el bache, cambiar la lámpara o realizar la necesaria obra, y centró su intención al destacar trabajo de la mano con Cabildo cuyo propósito es sacar adelante a Guaymas, pues “sabemos que ya es tiempo de que a todos nos vaya bien”.

Números al margen, la doctora cuyo antecedente de servicio social es amplio y por eso alcanzó su actual plataforma, quiere hacer llegar el desarrollo a todos los habitantes de este municipio, “que vivan en una ciudad con servicios básicos de calidad, con paz, con igualdad entre hombres y mujeres, con respeto a los derechos humanos, sin alerta de violencia de género, que vivan en un municipio incluyente”.

No le ha sido fácil, lo acepta, pero cayó bien su expresión alejada de la queja tradicional del culpar al que se fue: “es algo que de antemano sabíamos”.

Cómo no saberlo si el Covid aún no se iba, los servicios eran una burla, lo sanitario era una emergencia ocultada por quienes deberían corregirla, la basura era imagen común y qué decir de la falta de agua y el drenaje colapsado por la indiferencia –valemadrismo, le dicen en mi barrio—de la Comisión Estatal del Agua, ente cuya función de florero cuesta carísima.

Pésimo alumbrado, elevada inseguridad, robos, vandalismo, un tejido social descompuesto. La caja de Pandora abierta que acabó, si algo quedaba, con la credibilidad en el gobierno que por décadas ha quedado mal a la gente.

Pero hay buenas nuevas para comenzar a revertir eso, a base de gestión conjunta con el gobernador Alfonso Durazo para frenar la caída y recuperar la economía, sin lo cual no hay desarrollo. Como no hay desarrollo sin paz, es muy importante recuperarla para crecer en armonía.

Se arregló lo de la basura alejando a los flojonazos –pero muy vivos para el negocio propio—de PASA, el bacheo está en marcha, pero la empresa es colosal: “tenemos calles en los baches, no al revés”, acepta.

Pronto llegará dinero de la regularización de carros “chuecos” para avanzar en eso, los “Vactor” siguen trabajando en los mil y un derrames del drenaje sanitario cuya solución aún está lejos y, durante las lluvias, fue ejemplar la organización de la sociedad civil a la que apoyó la autoridad, no al revés, para ayudar a los que más la necesitaron; además, se compraron 5 mil lámparas para volver a iluminar la ciudad hoy a oscuras. Y sin deuda.

Eso sí, la alcaldesa pidió pagar prediales, traslados de dominio y todo eso que la gente común paga, pero no los privilegiados. Con eso habría unos 500 millones de pesos más y la obra pública resaltaría.

Hay patrullas y equipo para nuestros policías, ese que se robaban y de lo cual hacen constar denuncias mil, que ni contralores ni ministerios públicos quisieron ventilar y enviaron a archivo muerto.

Los 91 millones de pesos invertidos en obra son una gota en el océano de necesidades, pero la gente del sur de la ciudad aplaudió el anuncio de rehabilitar la ruta a Las Playitas y el bulevar Sánchez Taboada, dentro de lo mucho que falta por hacer y que solo se calificará por sus resultados.

“Crean”, pidió la doctora Córdova a la gente. Arrojó su espada en prenda y va por ella, al decir que, en la larga espera, por fin mejorará el alumbrado, transporte, drenaje, recolección de basura y una paz que se construye poco a poco, aunque el presente podría indicar lo contrario.

NADA DEL HOSPITAL

El hospital general que prometió el IMSS desde 2018, sigue pendiente.

No ha servido la gestión de diputados federales, de los líderes del Consejo Promotor Guaymas 21 y titanes de la economía como Toño Llano o Luis Felipe Seldner; ni siquiera las hectáreas de suelo donadas por el latifundista urbano Francisco Uribe y los servicios ofrecidos por Estado y Municipio.

Seguirá mal atendiéndose a la gente que paga, pero no puede cobrar, en el dinosaurio de la calle 10, que data de 1959 con pésimo mantenimiento, por eso hoy tiene todas las deficiencias imaginables.

Ayudará que el gobernador Alfonso Durazo inauguró ya en Hermosillo el Hospital General del Estado, una gran obra que, por cierto, no se adjudicó. Ejerció la caballerosidad al dar crédito a la exgobernadora Claudia Pavlovich pero, en honor a la verdad, la dama asilada en el consulado de Barcelona, dejó un edificio inconcluso con información más que enredada.

Se pudo desenredar porque el gobernador es muy, muy cercano al presidente López Obrador y por eso obtuvo dinero para terminar la obra y equiparla.

Ah, feliciten jefe del Ejecutivo sonorense. En el III Consejo Nacional Ordinario de Morena fue elegido presidente del este órgano y eso contará mucho para lo de 2024.

POR FIN HAY REPRESENTANTE DE LA SEC

La Secretaría de Educación y Cultura ha brillado por su ausencia y eso parece terminar, al nombrar representante para Guaymas y Empalme a Omar Núñez Caravantes, profesional muy preparado y por décadas sirviendo en el sector.

Le entregó el cargo Gervasio Rodríguez Allende, un jefe de Delegaciones en Sonora que dormita en el cargo desde el inicio de este sexenio. Lo aguanta Aarón Grajeda, quizá porque el secretario hace lo mismo.

VARIAS: Traen en chismes a Carlos Zataráin, guaymense que coordina el CECOP en el Estado, al enfrentarlo a Alfonso Canaán, líder de la lucha por eliminar las casetas de cobro y hoy en nómina como subalterno de “El bebo”.

Zataráin está en la grilla palaciega desde que alguien lo ubicó buscando la Secretaría de Gobierno, donde hoy despacha el intelectual Álvaro bracamontes, así que síganle la huella a la grilla.

Y Lizeth Salcido Salinas es la nueva comisionada de Atención a Víctimas en Sonora. Colaboró con el exalcalde panista de Hermosillo Alejandro López Caballero y es esposa del notario Octavio Gutiérrez, influyente funcionario en el gobierno de Guillermo Padrés.