Honduras, 18 de Septiembre 2013.- Reapareció en el Golfo de Fonseca la tortuga carey del Pacífico oriental, una especie que muchos científicos consideraban prácticamente extinta.
El Comité Científico de la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas (CIT), que acaba de celebrar en Honduras su décima reunión bianual, ya se encuentra investigando este gran descubrimiento.
Rafael Amaro García, director de Biodiversidad de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente de Honduras, señaló que hasta hace unos siete años de la tortuga carey del Pacífico oriental se consideraba en peligro de extinción o ya extinta por muchos científicos, hasta su reaparición en el Golfo de Fonseca, situado al oeste de Centroamérica y que comparten Honduras, El Salvador y Nicaragua.
"Sabemos que la tortuga Carey del Pacífico Oriental está llegando al golfo de Fonseca, pero no sabemos por qué, no sabemos si ha cambiado su ciclo de vida, si una gran parte se queda en el golfo, no sabemos si por alimento, anidación o porque viven aquí", declaró García.
García explicó que el Comité Científico acordó identificar en todo el continente americano el tipo de playas en que anidan las tortugas para darles seguimiento y protección en los próximos 10 años, y conocer cuántas llegan, lo que les afecta, por qué razones llegan o se van, determinar el sexo y tomar decisiones.
Informó que ya se está trabajando en un programa de control digitalizado que implique la colocación de placas a las tortugas que llegan a Honduras, con la finalidad de ser identificadas en cualquier país de América, o del mundo, y conocer la ruta que han seguido.
Los análisis técnicos y científicos de la Convención de la CIT serán presentados a la Conferencia de las Partes (las autoridades que toman decisiones) para que atiendan los problemas de las tortugas, de las que al menos hay siete especies que habitan en los mares del planeta.
Declaró que la problemática es difícil porque las necesidades económicas de los habitantes de las zonas costeras les obligan a comercializar los huevos, carne y el caparazón de las tortugas.
"La conservación está incrementándose, pero todavía falta mucho", agregó Márquez, quien también explicó que algunas veces el acceso a los sitios de anidamiento "es muy difícil", lo que hace que "su conservación sea cara y complicada".