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Mubarak responde violento

+ Tres muertos y más de 600 heridos en nuevos enfrentamientos

          EL CAIRO, Egipto, 2 de Febrero de 2011.- El presidente egipcio decidió que solo un baño de sangre podía salvar su régimen y lanzó la tarde de ayer a miles de sus matones, camuflados como manifestantes, sobre este centro simbólico de la revuelta.

 

La represión se disfrazó de enfrentamiento civil, mientras los militares asistían a la venganza de Mubarak tan impasibles como en días anteriores. Según el Gobierno, murieron tres personas -uno de ellos, un militar- y más de 600 sufrieron heridas graves.

Al Yazira y Reuters citan fuentes médicas que elevan a 1.500 los heridos. Quedó claro que el dictador no pensaba rendirse, que estaba dispuesto a infundir un terror profundo en la población y que no era ya posible una transición negociada.

En una semana de extraordinarias convulsiones, el día quedó marcado para la historia. Resultaba difícil predecir si el violento coletazo de Mubarak y los suyos marcaba el triunfo de la contrarrevolución o si, más posiblemente, condenaba a Egipto a adentrarse en una era de inestabilidad y radicalización.

El discurso de Mubarak el martes por la noche fue la señal de que el régimen y su jefe aún se sentían fuertes. No importó que centenares de miles de personas acabaran de pedir en las calles de El Cairo y otras ciudades la dimisión del presidente y una transición a la democracia.

Mubarak anunció que no se presentaría a la reelección en septiembre (un gran sacrificio por parte de un hombre de casi 83 años con cáncer), prometió que moriría en Egipto y dirigió un hábil mensaje a sus ciudadanos en el que apeló a las emociones, al pasado y a la patria. Buscó que vibrara el nacionalismo egipcio, el más antiguo del mundo. Y reiteró que solo él separaba a Egipto del caos. No avisó, sin embargo, de que precisamente él pensaba desatar el caos solo unas horas después.

Apoyos a Mubarak

Varias manifestaciones de apoyo a Mubarak se formaron en distintas zonas. La marcha más numerosa confluyó en la plaza de Tahrir, donde seguían miles de opositores al régimen. Trataron de bloquear el paso a los recién llegados con una cadena humana. Los fieles a Mubarak expresaron su intención de "tomar la plaza para demostrar quién es la auténtica mayoría".

"No queremos revolución, sino paz; estos días hemos respetado a la oposición, ahora exigimos respeto nosotros porque el momento es crítico", declaró Ahmad Osman, un farmacéutico de 36 años que parecía, en efecto, un farmacéutico.

Poco después de mediodía se desató el infierno. Miles de personas surgieron de las filas de la manifestación favorable a Mubarak y cargaron contra los opositores, en maniobras organizadas. En ese mismo momento, el servicio de Internet reaparecía en el país. Una extraña coreografía se desarrolló en la plaza: abrazos que simulaban la reconciliación entre los bandos y gritos de "paz, paz" lanzados por gente que portaba retratos del presidente y se mezclaban con agresiones brutales.

Los opositores reaccionaron y se lanzaron también al choque, en una escena que evocaba las batallas medievales. Para reforzar esa impresión, decenas de fieles a Mubarak iniciaron una carga a lomos de caballos y camellos. Los jinetes utilizaron porras, látigos y cadenas, hasta que dos o tres de ellos fueron descabalgados y apaleados; los otros se retiraron con rapidez. Volaban las piedras desde ambos lados.

El regreso de la policía

La policía no se había esfumado, se había limitado a preparar ese momento. Hombres fornidos que se presentaron como farmacéuticos, con unas frases en inglés recién aprendidas, increparon a este corresponsal porque, decían, la prensa extranjera había mentido en los últimos días.

Mohamed el Baradei ha acusado al Gobierno de estar recurriendo a la "táctica del miedo. El ex director del Organismo para la Energía Atómica (OIEA), asegura tener pruebas de que se trataba de "agentes de policía vestidos de civil".

Suleimán: no al diálogo sin calma

Tras los disturbios, el vicepresidente, Omar Suleimán, instó a todos los manifestantes a regresar a sus casas y respetar el toque de queda para que vuelva la calma. El hasta ahora jefe de los servicios secretos, aseguró que el diálogo con las fuerzas políticas depende del fin de las protestas en las calles.

El Ejército pide el fin de las protestas

Mientras, el presidente egipcio ordenó la suspensión del Parlamento hasta que se revisen los resultados de las elecciones legislativas del pasado diciembre. La oposición denunció el fraude masivo en esos comicios en el que el partido de Mubarak se hizo con la casi totalidad de los escaños.

El anuncio llegó apenas después de que el Ejército, actor clave en el país, tomara la palabra para pedir a los manifestantes contra el régimen que regresaran a sus casas ya que su mensaje había sido escuchado y el poder ya conocía sus demandas.