CD. DE MEXICO, 28 DE Julio de 2015.- José Manuel de la Torre hizo recordar que ningún entrenador sale bien de la Selección Mexicana, siempre ha sido así en la historia del equipo y en las últimas décadas sólo Javier Aguirre se fue para tomar un reto mayor.
Ningún proceso -salvo el de Lavolpe- ha durado al menos tres años, pero a la pregunta del por qué sucede eso, se han planteado varias respuestas:
Falta de resultados: Es la razón por la que la mayoría se han ido. Dejan en riesgo la calificación al Mundial o fracasan en competencia que en teoría no tendrían que representar mayor dificultad.
Mal manejo de la prensa: En cuanto los resultados no se les dan empiezan a ser cuestionados por la prensa. Se molestan, empiezan a tratarla mal y eso se traduce en portadas poco halagadoras que presionan para que sean cesados.
Vestidores rotos: Si sus ideas no son del agrado de los jugadores, se comienzan a formar grupos. Ellos son apoyados por el auxiliar técnico. Los resultados -o las formas- no se dan y se acaba el romance entre el estratega y la selección.
Poca humildad: Cuando un entrenador se aferra a su esquema y el funcionamiento se vuelve predecible los resultados no se dan. Llegan los cuestionamientos de la prensa y el cese se vuelve cuestión de tiempo.
Demasiado permisivos: Si el entrenador no tiene el carácter suficiente para evitar fiestas en concentraciones se vuelve más importante la fotografía de un jugador embriagado que el resultado final. El grupo luce desconcertado y eso se refleja en cada partido.
Mucha publicidad: Le pasó a Miguel Herrera. Se concentró más en grabar comerciales que en entrenar. Los resultados no se dieron y de inmediato fue objeto de cuestionamientos. Él no entendió que tenía que parar a tiempo y el equipo no funcionó como él quería.
Intromisiones familiares: Cuando un entrenador decide involucrar a su familia en las concentraciones es cuestionado de inmediato. Si la relación entre él y sus fraternos no es buena, las tensiones se trasladan al grupo y se vuelve cosa de tiempo su salida.