Hermosillo, Sonora.- En el marco de la décimo primera emisión de la Feria del Libro en Hermosillo, los alumnos de los diversos planteles del Colegio de Bachilleres comentaron la obra del escritor Miguel Méndez (Besbee, Arizona, 1930).
El homenajeado es poeta y cuentista, precursor de la literatura chicana con obra publicada en inglés y español; profesor emérito de la Universidad de Arizona; ganador del Premio Nacional de Literatura Mexicana “José Fuentes Mares”; amigo ocasional de Camilo José Cela y hasta nominado al premio Nobel de Literatura.
Su obra Peregrinos de Aztlán (1974) ha sido publicada en cinco ediciones, al igual que Sueño de Santa María de las Piedras; entre algunos títulos de su vasta obra también se encuentran Tata Casehua y otros cuentos, El circo que se perdió en el desierto de Sonora, Río Santacruz y 23 cuentos milenarios, el cual seleccionaron los estudiantes de preparatoria para hacer sus comentarios.
Francisco Javier Mendívil comentó que la obra le parece importante ya que no sólo consta de cuentos sino también de consejos del autor, quien tuvo el cuidado de manejar un lenguaje afín a los jóvenes, convirtiéndolo en un “excelente libro didáctico”.
Por su parte la alumna Michel Axel Amézquita Valenzuela expresó que 23 cuentos milenarios es un libro dedicado a los sonorenses que radican en el estado y a quienes están fuera, ya que en describe los paisajes, clima, lenguaje coloquial y las costumbres nuestras.
Agregó que además de la cuestión de la belleza y lo artístico, también se incluye un cuestionario que garantiza la comprensión de los textos y la adquisición de vocabulario.
En la intervención del maestro laureado, este habló de su gusto por compartir con estudiantes y con jóvenes; de sus viajes a España, de una nominación al Premio Nobel y otra para el Premio Príncipe de Asturias, de las que –por cierto- no hizo mucho ruido, “porque muchos somos los nominados y sólo uno el ganador”. Agregó que la nominación sólo se usa “para que le sirvan café a uno aunque no tenga dinero”.
Expresó satisfacción de que los jóvenes conocen su trabajo y porque fueron quienes comentaron su obra, a diferencia de otros escritores que conviven frente al público con sus amigos o editores, dijo.
De 23 cuentos milenarios explicó que es el producto de un curso que tomó y al que le dedicó los días y las noches de dos años, traduciéndolo del español medieval al español actual y al inglés.
Acerca de su gusto por las letras, y en respuesta a la inquietud de algunos estudiantes, comentó que en su casa siempre hubo libros y vio leer a sus padres; “empecé moviendo los labios como si supiera leer”, agregó que posteriormente comenzó a leer libros que –por la temática- no eran para él, pero que aún “y con los ojos pelones” continuó y ahora piensa que le hizo bien conocer aquellos textos.
Destacó que no olvida a su profesor de primaria Rigoberto Rivas quien sonrió al ver que con tan sólo siete años “ya leía de corridito”; “él es la piedra inicial en todo lo que he hecho, en mis textos y en mi labor educativa”.
Antes de terminar con el acto de reconocimiento y para hacerlo formal, el director general del Colegio de Bachilleres, Jorge Luis Ibarra Mendívil entregó un diploma y una pluma de palofierro, “de un árbol fuerte del desierto, que es un símbolo de su esencia”.