GUAYMAS, Son., 2 de julio de 2012.- Tal y como lo habíamos previsto en alguna de las colaboraciones anteriores, hasta ayer en la mañana nadie podía asegurar una victoria dentro del proceso electoral. En algunos casos los resultados son todavía sorprendentes, pero en otros no tanto. Sucedió tal y como se esperaba.
Por lo pronto, es importante hacer una leve reflexión sobre lo que pasó en Guaymas. Hasta la mañana de hoy, Otto Claussen Iberri, del PRI, se perfila como el ganador de la contienda por la alcaldía. Los números captados hasta estas horas lo ubican por encima de Manuel Aguilar Juárez del PAN, en cuyo equipo todavía se ve reflejada la sorpresa por todo esto.
Si los números son tal cual se observan hasta el momento, creo suponer cuales fueron las razones que habrían llevado a don Manuel a la derrota. Una de ellas fue la mala coordinación que se vio durante las últimas semanas al interior del equipo de campaña, y otra, que nunca se le pudo quitar el estigma de ser un candidato impuesto por el actual gobierno de Sonora.
Pero la razón principal por la que don Manuel habría caído abatido en las urnas, fue la sombra de César Adrián Lizárraga Hernández, quien según números también habría caído derrotado ante Marcos León Perea del PRI, consecuencia muy natural esto de su desparpajado paso por la alcaldía guaymense y ahora como candidato a diputado local.
César quedó mal ante los guaymenses, y eso no está sujeto a mucha discusión. Atravesó por el Municipio como un auténtico huracán que dejó todo destruido, con un Ayuntamiento ahogado en deudas, con delicadas acusaciones por el asunto de la inversión millonaria para un servicio de alumbrado que muestra la peor deficiencia de su historia, y el escandaloso asunto de la compra de un terreno de costo millonario para su señora madre. Esto independientemente de las acusaciones de beneficios que obtuvieron su constructora y las de sus amigos directos, con obras de pavimentación, en tanto que por otro lado las calles del centro de Guaymas están literalmente intransitables.
Como candidato del PAN, a don Manuel en varias ocasiones se le cuestionó el comportamiento de César, y hubo momentos en que casi aceptaba la corrupción que imperó durante el mandato de éste. Pero tenía que “apechugar” y seguir adelante en su campaña, la que finalmente, según datos preliminares, finalmente habría resultado infructuosa. Es una lástima, porque el hombre no es mala gente, pero con semejantes aspectos tan en contra resultaba muy complicado un arribo fácil a la victoria.
Creo que en este caso la responsabilidad mayor debe recaer, entonces, en Lizárraga Hernández, de quien finalmente la ciudadanía podría quedar liberada.
Lástima de perspectiva que representó en 2009, cuando se advertía en él a un joven deseoso de hacer algo positivo por Guaymas, resultando al final de cuentas un ambicioso que, después de su paso por la política, difícilmente podrá recuperar la credibilidad. Mucha suerte sin embargo.
Y por otra parte, si Claussen Iberri finalmente consigue la victoria, pues más le vale aprovechar la oportunidad para demostrar que realmente siente un inmenso amor por la tierra que lo vio nacer, y que se va a “romper el alma” para darle a Guaymas algo de tranquilidad, algo de certidumbre y de muchas cosas más.
Muchos años buscando esto no creo que se vayan a ir al cesto de la basura y vaya a realizar una administración cuestionada por las prácticas corruptas. En sus manos y en su voluntad está demostrar que los guaymenses no se equivocaron al darle la oportunidad. Más le vale.
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Gregorio Cota Almodóvar está en la cárcel en el Estado de Hidalgo. Junto con él otros dos guaymenses, uno de ellos es Rodolfo Martínez Becerra. Ambos defendieron la causa panista en esta región, pero fueron aprehendidos en aquel estado acusados de incumplimiento de pago a personas que fueron contratadas por una presunta empresa encuestadora a cargo del primero de los mencionados. Puede haber también por ahí la comisión de delitos electorales.
Cota Almodóvar es el mismo del escándalo de los sacos de cemento en los inicios de esta administración municipal, y anduvo muy metido en la campaña de Manuel Aguilar Juárez. El otro tipo es uno muy dado a cuestionar a la gente a través de su Facebook (como lo ha hecho en varias ocasiones con un servidor), y mire usted en lo que viene a parar.
En una ocasión escribió en su cuenta de Facebook “cómo se atreve Victor Fonseca a decir que Manuel Aguilar debe poner los pies en la tierra”, y me acusó de ser un periodista orgánico, término que hasta ahorita no le encuentro mayor explicación.
Pero… ¡¡bueno!! ¿Qué más puedo decir?