GUAYMAS, Son.- Cierto, del árbol caído todos quieren hacer leña, pero no es el caso del Guaymas vulnerable, sin recursos –y el presupuesto anual debe acabarse en diciembre--, donde no se recoge la basura, medio pueblo no tiene alumbrado público y no hay gasolina para las patrullas policíacas.
Por eso el rostro de Otto Claussen Iberri mostró doble emoción en el evento dominical donde asumió la alcaldía, cargo al que aspiraba hace años para servir a los guaymenses (el rostro bueno), pero nunca que asumiría en tan terribles condiciones (el rostro malo).
No le asusta. Le preocupa, pero lamentar hasta dónde la improvisación llevó a un pueblo que dos trienios seguidos había trabajado en dejar atrás la época cavernaria donde los baches y la falta de servicios imperaba, dejando lejos la marcha hacia un mundo mejor para nosotros y quienes vienen detrás.
El nuevo rumbo no tiene nada qué ver con la improbidad denunciada por el alcalde, de los que ya no están. Pero la ley pondrá las cosas en su lugar, pues sin cacería de brujas, este lunes se inició la auditoría para aclarar tanta leperada que denuncian hace meses los guaymenses a cargo de los principales funcionarios de la comuna.
Cómo tienen qué explicar cosas los que cuando llegaron a la alcaldía o la tesorería, vivían de prestado. Cuánta diferencia al día de hoy, que apenas se empolvan sus pues se relajan a gusto en el extranjero con ¿su quincena?
Por supuesto que Claussen debe aclarar las cosas. No cabe eso de que es de otro partido o que “todos lo hacen”; ni el “no pasa nada” que exclamaba el anterior alcalde cuando le decían que el ganado porcino es probocídeo, pero no debería serlo tanto.
Pero el plan de trabajo propuesto dio el primer paso, recordarnos la identidad que tanta gloria nos dio en el pasado. Testigos, un auditorio municipal lleno. Su familia sobre todo a la cual tanto amor profesa el alcalde que de familia le viene el amor al pueblo, el servicio a los demás.
Su madre, doña Alicia, lo veía orgullosa, como cuando vio a su esposo, don Enrique, hace 33 años, comprometerse a trabajar por Guaymas y lo hizo bien. Mejor lo hará el hijo porque el alumno supera al maestro.
Allí estaba también Ana Sofía, su esposa, y sus tres hijos, ante quienes una promesa debe pensarse y si se hace, se cumple. Sabe Otto, el tamaño del bulto que se echó encima, pero sabe también, cómo cargarlo.
Pero cacería de brujas no. Justicia, donde haya que aplicarla. Se lo dijo a Ernesto Munro cuando le habló de frente, de igual a igual, para asegurarle que trabajará duro con el gobernador Padrés Elías de la mano, porque sabe que ambos comparten la idea de trabajar por Guaymas, un lugar que el mandatario estatal se ha empeñado en apoyar para sacarlo adelante.
Ya basta pues, de improvisar y dejárselo a manos inexpertas, inescrupulosas pues el resultado, señor ex alcalde, señor ex secretario, va más allá del irresponsable “no pasa nada” con el que festejaban sus leperadas en la oficina de Promoción Económica, cuyo propietario prefirió dejar de cobrar la renta hace un año, pues vio a la clase de fascinerosos a los que se enfrentaba.
Ya es otro día. Cuánto trabajo hay, pero talento y seguramente en tres año más celebraremos el cambio de gobierno con una mentalidad distinta al lamento actual. Ojalá nunca se nos olvide razonar nuestro voto.
VISITAS DISTINGUIDAS
Ernesto Munro Palacio describió por qué quiere a Guaymas. Su antecedente está aquí, con sus abuelos. Se vio nervioso al convocar a trabajar unidos y no ver colores o partidos.
Claudia Pavlovich muy saludada. Para el nuevo alcalde, será factor importante para conseguir recursos en el centro del país. Como lo será Flor Ayala y ni se diga Antonio Astiazarán, muy saludado y felicitado por todo mundo.
Muchos aplausos también, para Eduardo Bous, quien reapareció entre los guaymenses con su modo abierto y dicharachero. Mil lo saludaron y abrazaron.