GUAYMAS, Son.- Hace tres semanas inicié mis vacaciones y, aunque las frustró mi inflamada vesícula extirpada en inesperada cuanto exitosa cirugía y mejor trato en un hospital del primer mundo, a mi regreso confirmo que nada nuevo hay bajo el sol.
La nota del día sigue en el plantón yaqui de Vícam, cabecera de los ocho pueblos de esa nación que debiera aprovechar esta aviada para definir su lucha, llevarla al terreno de la legalidad y conducirse al éxito que ejemplifican sus hermanos en Arizona.
Es que querer atraer progreso a Sonora con la infraestructura necesaria, genera conflicto. El agua que une y hace progresar, aquí divide y frena. La carretera bloqueada afecta a todos con enormes pérdidas materiales y sociales.
Más de un mes del conflicto y no se ve solución cercana, a menos que exista un as bajo la manga. Debiera. Ya se llegó muy lejos y lo que sigue no es bueno, a partir de que ya ha habido expresiones desafortunadas que no abonan a la reconciliación por parte de quienes deben alcanzarla.
En cuanto al agua, la parte oficial no es muy clara en lo que ya tiene, pero la presuntamente afectada, los yaquis, han reconocido que “su” agua, se usa para regar “sus tierras”, pero las tierras están rentadas y eso genera otros intereses, motivo de preocupación. La solución margina lo social para priorizar los negocios y la historia advierte con muchos ejemplos lo que eso significa.
Y más plantones
A Javier Hernández Armenta le reconozco su dedicación al trabajo. En cuanto llegó a la oficina de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en Sonora, puso manos a la obra y me di cuenta que transforma la carretera 15. Quedará muy bonita.
Solo pido que las obras no sean como las de su berrinchudo antecesor, quien apenas terminaba un tramo, lo volvía a comenzar. Por cierto, Luis Serrato enfrenta un problema legal porque en su berrinche por el resultado electoral de 2012, dejó tirada la chamba y a nadie hizo cuentas.
Volviendo a los plantones, en una semana hubo cinco en Guaymas, contra el IMSS, por la falta de agua o por terrenos para familias humildes. El plantón es ahora negocio de políticos.
Justifico, sí, el que Pancho Villaflor y una treintena de derechohabientes bloqueó el hospital del IMSS, el que los cetemistas denuncian que no sirve porque se construyó en 1957 para 20 mil habitantes y ahora atiende a 200 mil.
Y aunque allí labora gente valiosa, los fósiles son el problema, los de la vieja usanza, reñidos con lo social y dan al traste con uno de los mejores logros de la Revolución Mexicana.
Ser atendido es una hazaña. Este servidor el mismo día del plantón enfrentaba la ineptitud o negligencia de la dentista con cara de sargento mal pagado. Dijo que los estudios previos databan de mucho tiempo y pidió otros, señalando que volviera en un mes. Pero resulta que saldrá de vacaciones y allí entendí el brillo perverso en su mirada. La urgencia será para dos meses.
Ni modo. Mi muela quebrada no aguantaba tanto y debí ir con odontólogo particular. Pobre México.
En cuanto a un plantón en Palacio, rápido lo resolvió Otto Claussen al atender gente toda la mañana de lunes en los corredores de la casa de piedra.
Enseguida, quiero lamentar el avance de los ladrones en su ataque al patrimonio de los guaymenses. La mayor parte de mis amigos ahora ingresan a las estadísticas no divulgadas.
Y finalmente, mi abrazo solidario al periodista, escritor y diplomático en retiro Miguel Escobar Valdez, por la irreparable pérdida de Alicia, quien fuera su compañera de toda la vida.