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Crisis humanitaria en la frontera norte

GUAYMAS, Son.- Una más.

A lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, particularmente en el sur de Texas y con efectos secundarios pero igualmente dramáticos en Arizona, se está dando una crisis humanitaria protagonizada por menores de edad –niños, adolescentes y jóvenes- en algunos casos en compañía de sus padres y en otros, los más lamentables, solos. Indocumentados todos ellos, cruzan la frontera huyendo desesperadamente de la inseguridad que se enseñorea sobre sus países de origen y, por supuesto, tratando de encontrar futuro para sus jóvenes vidas en ese vago y muy frecuentemente elusivo concepto del sueño americano.

Este súbito y creciente flujo de migrantes no autorizados, menores de edad y adultos, desborda ya a los muy considerables recursos que la Patrulla Fronteriza despliega en una línea divisoria crecientemente militarizada, creando un estado de cosas calificado por el presidente Obama como “…una urgente situación humanitaria”  generada básicamente por la creciente violencia e inestabilidad de los países centroamericanos expulsores de este flujo, como Honduras, Guatemala y El Salvador. México desafortunadamente aporta también su cuota.

¿Qué tan considerable es este súbito desbordamiento de seres humanos en franca desbandada? Las proyecciones de funcionarios del gobierno estadounidense hablan de que el número de menores no acompañados aprehendidos por cruzar irregularmente la frontera, podría ascender en este año fiscal a 80,000, diez veces más que los 8,000 menores detenidos en 2008. El mandatario estadounidense solicitó al Congreso un fondo adicional de 1.4 billones de dólares para hacer frente a esta crisis. La administración de Obama creó también la semana pasada un programa piloto de abogados y paralegales para hacer frente a otra crisis, otra más, de carácter legal, generada por este flujo de seres humanos que son llevados a cortes de inmigración en las que muchas veces hasta los menores, traumatizados por el drama del cruce, tienen que representarse a sí mismos por falta de juristas.

Cien agentes de la Patrulla Fronteriza han sido trasladados de otros distritos al sur de  Texas para reforzar la contención de la avalancha  en cuestión.

Lógico, los albergues en Texas para este tipo de detenidos –mayormente menores de edad-, están desbordados por lo que se les aloja temporalmente en bases militares. Y es aquí en donde entra a escena el estado de Arizona.

La vecina entidad está pagando los platos rotos, como si no tuviera suficiente con la otra crisis con la que batalla en su propio territorio, los “muertos en circunstancias de cruce”, para usar la terminología de los consulados de frontera, los migrantes que mueren en el desierto víctimas de la insolación y el golpe de calor. Ante la carencia de albergues en Texas el gobierno federal decidió, sin previa consulta con el ejecutivo arizonense, enviar a menores y adultos detenidos en autobús y a algunos por la vía aérea hasta Tucsón y Phoenix, dejando a esta masa de desamparados sin mayor explicación y sin recursos de especie alguna, en las terminales de los autobuses Greyhound, informándoseles que tendrían que presentarse ante las cortes de inmigración en determinado lapso para que se definiera su estatus migratorio, es decir, para que se les notificase, si ese fuese el caso, su deportación. Mientras tanto, tendrían que tratar de ponerse en contacto con sus familiares en Estados Unidos para que les auxiliaran. Los progenitores y sus retoños se quedaban si saber qué hacer, sin conocer el lugar, sin recursos…. en Tucsón, en donde privan temperaturas similares a las de Hermosillo.

Afortunadamente, de todo hay en la viña del Señor y es así como las organizaciones humanitarias y activistas de derechos humanos de la citada población acudieron en auxilio de los infortunados migrantes. El gobierno federal a su vez acondicionó un albergue en Nogales, Arizona, para alojar temporalmente a los centroamericanos y mexicanos detenidos, mientras que la gobernadora de Arizona manifestaba públicamente su irritación por las medidas adoptada por el presidente Obama, sin previa consulta con la siempre combativa señora Brewer. Hasta el pasado fin de semana el albergue de Nogales, que tiene una capacidad para 1,500 personas, tenía ya cerca de los mil inmigrantes en espera de ser enviados a otros albergues en Oxnard, California, San Antonio, Texas y Fort Sill, Oklahoma. Imagínese el lector el trauma para estos desvalidos movidos a cientos de kilómetros en país ajeno, con la perspectiva de ser deportados lo que haría nugatorio todo el sacrificio, esfuerzo y peligro de muerte experimentado en ese tránsito por territorio mexicano a bordo de “La Bestia”.

¿Qué causa este súbito tsunami de jóvenes inmigrantes? Varios factores. El primero de ellos es la inseguridad que se vive en los países centroamericanos como Honduras, con la más alta tasa de asesinatos de mundo, en donde prevalecen las bandas surgidas en Los Angeles de la calle 18 y la Mara Salvatrucha. El reclutamiento de jovencitos y adolescentes es imparable y el precio que se paga por una negativa pude ser la muerte del muchacho. Y la miseria, por supuesto, la falta de trabajo, la precariedad en que se vive. Otra de las causales es la reunificación familiar. Muchos de esos indocumentados actualmente en Texas y Arizona pretendían reunirse con alguno de sus progenitores o familiares que previamente habían emigrado a la Unión Americana.

Y la versión que corre como fuego de boca en boca  en el sentido de que en Estados Unidos hay una nueva aproximación a la inmigración indocumentada, es decir que los padres con hijos son dejados en libertad en el interior de Estados Unidos bajo la promesa de que comparecerán a las citas que se les fija en las cortes de inmigración. Es fácil imaginar que muchos de los sujetos a dichas citas jamás se presentarán y se quedarán en el vecino país.

Y predeciblemente esta circunstancia es ya del conocimiento de todo Centroamérica así como de México. La versión de que si puedes cruzar por México y llegar a la frontera para internarte con tus hijos, vas a entrar independientemente de que te detengan, ha sido ampliamente difundida por las bandas de traficantes de indocumentados que aumentan así su negocio. Tim Steller, un reportero del Arizona Daily Star, cita a un corresponsal de Associated Press en la frontera texana al que una mujer hondureña le dijo que en su país muchas familias están emigrando porque conocieron de esta “facilidad”.

Y por supuesto, el resto de los habituales factores que alimentan los flujos migratorios también están presentes: el anhelo de alcanzar nuevos estadios de de vida, el reunirse con la familia que ya vive en Estados Unidos y el alejarse lo más posible de la violencia que reina en sus respectivos países.

¿Por qué Texas como lugar de cruce? ¿Cómo es que se movió el flujo de inmigrantes de Arizona a la entidad texana?  Porque en el trayecto por México hacia la frontera, a bordo del tren de la muerte, se ha definido un nuevo corredor de acceso fronterizo, a través de Veracruz y Tamaulipas, dos de los estados con mayores problemas con los cárteles del narcotráfico, y es así como es más fácil ingresar por Texas que trasladarse hasta la frontera con Arizona.

El asunto es que estamos inmersos en una auténtica crisis que no tiene cosa alguna que ver con la seguridad en la delimitación entre las dos naciones, como es lo habitual, sino que se trata de una auténtica crisis humanitaria, que se alimenta de la violencia que azota a las naciones de Mesoamérica.

Y ante esta crítica situación saltan los republicanos estadounidenses –tenían que ser ellos-, que se aprovechan de la crisis para alimentar su falsa narrativa en contra de cualquier intento de reforma migratoria integral, y que acusan a Obama de crear otro atractivo para atraer a más infortunados inmigrantes. Y por supuesto, insisten en la resolución del problema migratorio con mayor uso de fuerza en la frontera, el famoso enforcement. Como de costumbre, pregonan como solución más alambre de púas, más muros y más botas a lo largo de la línea divisoria, una fantasía, más no una solución.

No reconocen el hecho de que los migrantes centroamericanos están siendo expulsados para fines prácticos, por la violencia en sus naciones, y migran para salvar sus vidas. Si se tratara de sirios huyendo de Siria,  estos jóvenes podrían acceder al estatus de refugiados. Aún sin esa característica, la extrema vulnerabilidad de estos migrantes no acompañados ameritaría protección internacional, según el Alto Comisionado para Refugiados de Naciones Unidas. ¿Sabe usted como los “gangas” de la Calle 18 y la MS reclutan a los chicos en Honduras y El Salvador? Les ponen una pistola en la boca.

A la petición de asilo de un jovencito que compareció ante un juez de inmigración en Dallas, el juez le contestó que el temor a una banda de delincuentes no es motivo para otorgar el asilo. El jovencito insistió y el juez le advirtió que solicitudes de asilo que son consideradas como “frívolas”, pueden resultar en la prohibición de por vida para ingresar a Estados Unidos, “forever”, “para siempre”.

“Para siempre”, “Para siempre”, repitió el intérprete de la Corte.

La madre del muchacho, entre lágrimas, acabó por aceptar el recurso denominado “salida voluntaria”. (Tomado de EXPRESO)