+ Sentarían a Lorenzo Decima… pero no lo hicieron GUAYMAS, Son., 8 de Octubre de 2014.- Desde las tres de la tarde comenzaron a llegar.
Primero, el secretario de Finanzas Carlos Villalobos Organista y el tesorero general Mario Cuén.
Le siguieron el secretario de Gobierno Roberto Romero López y colaboradores menores, y casi juntos el asesor en la subsecretaría Manuel Villegas y el agente fiscal guaymense Lorenzo Decima Dworak. Siguió Gildardo Real y casi a las 4, entra el dirigente estatal panista Juan Bautista Valencia.
Se encerraron en uno de los salones de juntas en el hotel Armida y fuera, quedaron seguidores azules de todos tipos, incluido el equipo de campaña de Manuel Villegas y sus al menos cuatro asesores enviados desde Hermosillo por Roberto Romero desde hace entre 90 y 120 días, con sueldo y renta de departamento, por supuesto, lo cual indica el interés del futuro.
Debe especularse, porque cada quien da su versión. La más cercana a la realidad virtual de la época electorera en marcha, es que vinieron en bloque a pedir calma a los panistas que cada miércoles riñen en la reunión informativa del partido, producto de una mala presencia del Directivo Estatal que sostiene a un delegado trásfuga priísta y verde, muy verde para operar.
Se pusieron de acuerdo para correrlo, lo cual ya no es necesario y lo aceptó Juan Bautista Valencia, al hablar de la nueva ley que obliga a todos los partidos a cambiar todo. Es que ese delegado de escaso nivel, creo que se llama Juan Pedro Laguna, le tiene odio veracruzano al contralor del Ayuntamiento Héctor Hernández, a quien acusa de hablar mal de los panistas.
(Nota: Imagínese emprenderla contra todos los que hablan mal de los panistas a estas alturas).
El punto es que Hernández es cuña del mismo palo y le abrió un proceso para expulsión; la respuesta del contralor que defiende su trabajo –no a Otto Claussen, pues aceptar que el alcalde priísta yerra, es aceptar su propio yerro— es un proceso para que ya, el Laguna del cuento se vaya, pues “desde que llegó, no ha hecho nada de lo que le pidieron y en cambio se dedica a pelear con todos los que le piden hacer su trabajo”.
La mala noticia para Hernández, quien fuera priísta, luego del Verde Ecologista, panista ahora y se pronostica su retorno al tricolor, es que Juan Valencia dijo que ahora el proceso está en sus manos. Laguna se irá, pero también dejará de ser panista, pronto, este contralor que aceptó la chamba ofrecida por Claussen Iberri son consultar al partido y eso no se vale.
Y menos se vale, subraya el inversionista en bienes raíces, lavar la ropa sucia fuera de casa.
Creo que lo real, es el apoyo de Hernández a Lorenzo Decima, el agente fiscal, un buen muchacho, apuntado para candidato panista a alcalde, pero algún buen negocio trae en la mira el ex secretario del Ayuntamiento y ex operador político –dice Javier Millán que les llamaban “mapache”, antes—que ha convencido a la plana mayor panista estatal de apoyar su intención de ser el mandamás guaymense, donde a decir verdad, no goza de imagen ejemplar. Qué va, ni mucho menos.
Roberto Romero, secretario de Gobierno, dijo que la reunión fue para tocar el tema de presupuestos para 2015. Bien, se acepta como nota oficial.
La realidad la reflejaba Decima con su rostro, luego de sostener encarnizada batalla verbal y sicológica con quienes llegaron a decirle que el gobernador ya tomó una decisión y no tiene reversa. Pero fue una bomba la tranquila respuesta del joven y talentoso agente fiscal quien sin embargo nunca pudo quitar el color rojo de su rostro: “está bien, lo consultaré con el gobernador”.
Allí acabó el acoso del grupo que se ostenta como dueño del poder político en Sonora, ahora que Guillermo Padrés se ocupa de tiempo completo en preparar su salida, esquivando obuses de todos calibres de quienes quedaron fuera de aquellos beneficios típicos de un mandato estatal. O de quienes habiéndolos recibido, se deslizan por las cuerdas de amarre para intentar subir al siguiente barco.
Querían que todo quedara allí, pero el azufre dejó de oler cuando se levantó Decima con esa expresión que hace suponer que entre los visitantes al feudo del “Chino” Héctor Zaragoza, hay una jugada propia para lograr sus propósitos, no los de Padrés.
Ellos apoyarían a Manuel Villegas, funcionario del nivel subsecretario de Gobierno, pero permanentemente en Guaymas con gastos pagados y con una campaña costosa que solo el Instituto Electoral no ha visto, o quizá solo disimule, desbocados como están muchos aspirantes más pese a la indicación legal de estarse quietos.
La despedida fue típica. Funcionarios diciendo alguna cosa para que se publique en los medios, pero Villegas sonriendo, siempre, al afirmar que “vamos juntos (él y Decima) en la fórmula y yo lo apoyaré en todo”.
Pero Decima tardó en alejar el rojo subido de su rostro. Molesto pues, ante sus amigos y luego ante quienes lo vieron pasar al comedor de carnes adjunto, como el tesorero guaymense –dicen que con esta lo ha sido tres veces consecutivas-- Gastón Villaseñor quien comía con Carlos Zaragoza. Ambos le dieron consejos, pese a que hubo que no es mucho lo que pueden enseñarle.
Ya ido Villegas, Decima comió con Alberto Albín y varios más. Allí llegó el abogado Alán Jaramillo y les dio cátedra de política. Ni se diga de aspectos legales.
Cerca, en el comedor de 10 metros atrás, Gianco Urías tomaba café como dice hacerlo todos los días a las 17 horas. No. Estaba enterándose de lo que ocurría con reporteros que le informaban y el fotógrafo oficial de la alcaldía captando la crónica vespertina para los efectos que corresponda.
Supo, Gianco, de la afirmación de alto nivel en la reunión “secreta”, que habrían de ir, pronto, con todo, sobre Otto Claussen, para posicionar a Villegas. Luego corrigieron: “al que las cifras indiquen”. La sesuda afirmación de Valencia habría sido, que Claussen ya quemó todas sus balas con el asunto aquel de una persona fallecida en las celdas de la Policía Estatal y ya no tiene nada.
Eso incomodó a Manuel Villegas, quien seguramente supo que ese caso ocurrido hace un año ya en circunstancias aún no aclaradas, le pega directamente en un juicio popular muy severo que llegó a sentencia.
Total, se fueron todos y la conclusión extraoficial pero vox populi, vox Dei, es que vinieron a sentar a Decima, pero no pudieron. Lo fortalecieron y el oxígeno que le darían a Villegas no habría llegado a sus oficialistas pulmones.