CD. DE MEXICO.- El arribo al PRI por parte de Beltrones puede anticipar un giro del gobierno en su estrategia política.
Arrancaba mayo cuando Manlio Fabio Beltrones sostuvo un discreto coloquio con el presidente Enrique Peña Nieto. Pocos días después declaró que desea ser el próximo dirigente nacional del PRI. No era la primera vez que lo decía, pero en esta ocasión sabía que, salvo sorpresas de última hora, su propósito será cumplido. Y pronto: en agosto próximo, septiembre a más tardar, sucederá a César Camacho al frente del Institucional.
Cerrado el periodo de especulaciones que lo ubicaban en una posición políticamente anodina, o incluso en una embajada, el arribo al PRI por parte de Beltrones puede anticipar un giro del gobierno en su estrategia política. Pero de toda suerte supondrá que el sonorense consumará un nuevo ciclo de reinvención política, en una carrera pública que inició a los 20 años de edad; que lo ha llevado a ser diputado (tres veces), senador (dos) y gobernador, entre otros cargos. Una trayectoria con claroscuros: desde cimas con enorme poder hasta pasajes sombríos en los que su prioridad fue sobrevivir. “Porque la política es ingrata”, según ha dicho él que le advirtió alguna vez su padre.
La citada reunión en la residencia presidencial no fue un hecho aislado. Peña Nieto generó desde el otoño pasado un mayor acercamiento con el líder parlamentario. La relación entre ambos, formalmente cordial, estuvo alimentada por parte del mandatario con reservas e incluso desconfianzas, al grado de que a inicios de su gobierno impuso el filtro del jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, en la comunicación con el coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados.
Fuentes cercanas a ambos aseguran que su acercamiento fue pavimentado por los resultados generados por Beltrones en la aprobación en San Lázaro de múltiples leyes que interesaban al Ejecutivo. Quizá la más delicada haya sido la reforma energética, donde la negociación central no fue con los partidos opositores al PRI sino hacia dentro del partido oficial mismo.
Diputados, gobernadores e incluso funcionarios públicos rechazaban la propuesta gubernamental. Entre estos últimos, Francisco Rojas, entonces director de la Comisión Federal de Electricidad —un viejo amigo de Beltrones—, quien se separó discretamente del cargo por reservas ideológicas contra la reforma. Fue relevado por Enrique Ochoa, justo uno de los principales promotores de la enmienda constitucional.
La recelosa distancia observada durante años entre Beltrones Rivera y Peña Nieto se hizo más evidente en la ruta hacia la candidatura presidencial de 2012, a la que ambos aspiraron. Derrotado en 2011, el sonorense declaró: “Mañana empezamos de nuevo”, lo que hizo levantar las cejas de no pocos integrantes del primer círculo en el equipo presidencial, notablemente en Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, con quien Beltrones, se asegura, sostiene una abierta rivalidad política.
Todo indica que la definición de Los Pinos sobre la ubicación futura de Beltrones estuvo antecedida por acercamientos de personajes que le sugirieron aceptar cargos menores. “Uno no puede decir que no al Presidente… pero sí a otros, aunque digan que hablan en nombre del Presidente”, había bromeado Beltrones con algunos de sus colaboradores, según testimonios recogidos.
Según se prevé resulte confirmado en las próximas semanas, el aval presidencial para el arribo de Beltrones al PRI habría sido determinado meses antes de las elecciones del pasado día 7, en las que contendió como candidata al gobierno de Sonora una cercana aliada política suya, Claudia Pavlovich, quien ganó. Muchos análisis condicionaron el futuro de Beltrones al resultado de las urnas en Sonora. Se sugirió incluso que operadores de la Secretaría de Gobernación no derramarían una lágrima si la aspirante del PRI perdía. “El gobierno federal no estorbó… pero tampoco ayudó mucho. Manlio asumió la causa como misión personal”, dijo una fuente cercana a Pavlovich. Acaso el triunfo de ella no fue fundamental para determinar lo que venía… pero tampoco salió sobrando.
Beltrones podría celebrar su cumpleaños el 30 de agosto próximo al frente del PRI. No sería un mal ejemplo de vigencia política para quien acompañó el derrumbe del salinismo tras el asesinato de su paisano Luis Donaldo Colosio, en 1994. O para quien acordó en la sala de su casa apoyar el “destape” de Ernesto Zedillo como aspirante de último momento y a quien hizo una petición: ser dirigente del PRI.
Al asumir la Presidencia, Zedillo marginó a Beltrones, al grado de que el sonorense se retiró de la política activa y recordó su formación como economista de la UNAM para constituir una consultoría, ARegional. Todavía en 2006 ayudó a construir la candidatura presidencial de Roberto Madrazo, que resultó desastrosa.
Pero Beltrones regresó ese 2006 como senador por lista nacional, en un PRI disminuido, y aun así cobró peso notable ante el gobierno panista de Felipe Calderón, con quien acordaba directamente. Alcanzó niveles de poder que quizá no había conocido en décadas de tareas públicas.
En el círculo familiar de Beltrones comparten con amigos una confidencia: A Manlio Fabio (bautizado por su madre, doña Beatriz, admiradora de la cultura griega) le gusta a veces la bohemia, e incluso no canta mal. Entre sus boleros favoritos se halla una canción que quizá lo describa: “Si me comprendieras”. (Tomado de El Universal)