+ Su obra material se refleja en el principal destino turístico de Sonora
SAN CARLOS, Nuevo Guaymas, Son.- Rafael T. Caballero era un hombre inquieto, con mentalidad amplia y energía que a todo se imponía, citan sus biógrafos.
No extraña, por ello, que el originario de una comunidad de Chihuahua llamada Chínipas, haya incursionado en tareas diversas desde tenedor de libros hasta generador de patentes para procesar y tratar agua y repetidamente asesor de muchos políticos de alto nivel.
Llegó a Guaymas en 1957 y vio más allá de lo que todos veían. No solo porque piloteaba avionetas y recorría el cielo en ellas, sino porque su espíritu aventurero se emocionaba con lo que la orografía regional le mostraba.
Esto, dijo alguna vez, deberían verlo la gran cantidad de amigos que ya había hecho.
Generó confianza, atrajo capitales y, apenas treintañero, podría jubilarse y así lo decidió, pero no para dar uso a una poltrona y esperar algunos años para cuidar nietos, cosa que le fascinaba.
Prefirió crear otro hijo, al que llamó San Carlos y lo vio nacer al pie de emblemático cerro Tetas de Cabra, el viejo volcán apagado centro de rituales ancestrales, donde puso los pilares de la primera marina turística del norte de México, con apenas unos cuantos botes. Más tarde creó la edificación que en pocos años era el primer hotel de la zona, al que llamó La Posada, porque sus amigos le pedían “posada” para venir a aprovechar el bello y rico mar de Cortes desde este lugar.
Allí fundó San Carlos, al que llamó Nuevo Guaymas, en 1963 y una década después, ya llegaban millares de visitantes a través de caravanas de casas rodantes, autos privados o vuelos particulares, al igual que vuelos comerciales que conectaban desde la ciudad de México o Baja California Sur, hasta Tucson, Phoenix, Los Angeles y San Francisco, en Estados Unidos. Tampoco faltaron los cruceros turísticos hasta este sitio, en los años 70.
Fue anfitrión del comandante de la marina francesa y explotador submarino Jacques Costeau, quien en sus incursiones encontró aquí lo que llamó, maravillado, el “Acuario del mundo”.
Por añadidura, su visión fue confirmada hace tres años, cuando la prestigiosa revista científica National Geografic ubicó la Mejor Vista Natural del Mundo, un punto ubicado precisamente frente al cerro Teta Kawi, que combinado con el mar se aprecia desde el Mirador Turístico sobre la playa "Piedras Pintas" .
Su historia es una cadena de gestiones intensas, promoción, mano izquierda y un don de gentes que llenó pronto ese lugar de inversionistas de todas las tallas. Atrajo capitales de todo el mundo. Personalidades de la política, las finanzas y el jet set se dejaron ver en los linderos que reúnen al desierto con el mar.
Fue generoso. Patrocinó mil programas sociales, tareas y obras religiosas, el deporte, la historia e innumerables objetivos a favor del turismo; fue su idea el desarrollo del poblado y deja inédito el proyecto de lo que llamó “San Carlos dentro de 50 años”, que no pudo presentar al cumplir este destino su primer medio siglo de fundado. Sus numerosos auxiliares lo rescatarán y editarán, han confirmado.
Cumpliría 94 años. Mucho tiempo. Más de lo que un cuerpo físico promedio soporta y por ello su voluntad aceptó el fin esta noche de domingo, en su residencia frente a la bahía de San Francisco, del sector Caracol Dorado, tras la despedida de Lourdes, su compañera de décadas.
La noticia corrió rápidamente por redes sociales. Se había ido un hombre historia. Y la historia tiene de él un balance altamente positivo y la coincidencia es, le hará mucha falta a San Carlos, aún cuando se espera de su descendencia la iniciativa para mantener el proyecto visualizado una tarde de 1957 y fortalecido en 2013, cuando rodeado de centenares de admiradores, presentó lo que esa visión espera del futuro.
Descanse en paz, el forjador de San Carlos, Rafael T. Caballero, cuyo nombre repetidamente ha sido propuesto para darlo a la comunidad internacional que fundó y que sigue consolidándose.