+ Temen funcionarios efectos persecutorios
CD. DE MÉXICO.- El hilo más delgado en la presunta corrupción que cubre al Gobierno federal y el del Estado de México, se llama Gerardo Ruiz Esparza.
Si la oposición gana en el Estado de México este domingo, y si cumplen sus promesas de auditar los últimos tres gobiernos, pasarán por él, inevitablemente, pues ha sido encargado de la obra pública del Grupo Atlacomulco durante una década y quien ha llevado la relación con empresas cuestionadas y bajo sospecha, verbigracia, Grupo Higa y OHL México.
Este funcionario originario de la Ciudad de México pero parte del quehacer mexiquense, tiene dos sexenios en el mismo puesto. Estuvo en el Estado de México al lado de Enrique Peña Nieto cuando fue Gobernador; luego en el nivel federal desde 2012 cuando Peña Nieto presentó a los miembros de su Gabinete. Allí estaba Ruiz Esparza para dirigir la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Tiene amistad con los Del Mazo y su familia y siempre ha sido funcionario de perfil reservado, lejos de fiestas, lujos o fotografías, solo que ha entrado en una especie de tobogán porque está bajo sospecha tras ser acusado como parte de la corrupción atribuida al presidente de la República, cuando se le menciona como beneficiario de empresas desarrolladoras de infraestructura.
Ruiz Esparza negó los hechos y varias veces ni siquiera dio una explicación para defenderse, pero siguió con su agenda de licitaciones y administraciones parte de su responsabilidad como secretario. Solo una vez en 5 años, ordenó una investigación a la Secretaría de la Función Pública.
Ahora trae la carga del presunto favoritismo, de encuentros secretos con empresarios y presuntos sobornos. Solo rumores, pues la Procuraduría General de la República no lo investiga ni hay proceso alguno en la Secretaría de la Función Pública, no obstante estar en los titulares de la prensa. El secretario Ruiz Esparza deja la impresión, según los analistas políticos, de que “el beneficio” de tenerlo adentro es mayor.
Pero todo pudiera cambiar el próximo domingo, cuando se realicen las elecciones en el Edomex donde el resultado es imprevisible. Ruiz Esparza se volvería el personaje más vulnerable si el PRI pierde y sería el centro de la promesa que han hecho todos los candidatos de oposición al partido tricolor gobernante los casi 90 años de historia representativa moderna en el Estado: los archivos de Grupo Higa y OHL se abrirán. En todos está Ruiz Esparza.
OHL comenzó a operar en el Estado de México y se volvió constructora de cabecera, aún cuando en España ya era una empresa con muchas acusaciones sobre corrupción. México –y más concretamente el Estado de México– otorgaba el 21 por ciento de los ingresos totales a la firma, presumía José Andrés de Oteyza, entonces presidente de la empresa en el país y quien cayó cuando surgieron audios en redes sociales, que exhibían esa presunta corrupción.
Ruiz Esparza tiene poder, dicen los analistas, por la información que posee en materia de infraestructura y su administración.
Pero “si el PRI pierde el Estado de México, Ruiz Esparza es uno de los que más debe temer”.
Y el gran reto de la ahora oposición, será ver si pueden abrir la información que guarda el actual gobernador Eruviel Ávila; le seguirían los documentos dejados Luis Videgaray y el propio Peña Nieto y en ellos, resaltan contratos con Higa y con OHL.
Con Del Mazo padre, el señalado realizó su primera obra: el Aeropuerto Internacional de Toluca, hoy propiedad de OHL, obra considerado un “elefante blanco”. Con Peña Nieto como Gobernador, coordinó la construcción del Circuito Exterior Mexiquense, el Viaducto Elevado Bicentenario, el libramiento Nororiente de Toluca, la Autopista Toluca-Zitácuaro, la Autopista Valle de Bravo y las gestiones para dotar conexión de banda ancha a 125 municipios mexiquenses, todas ellas con un pasado oscuro.
Cuando se integró al gobierno federal, Ruiz Esparza encabezó la licitación del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, ganada por una filial de grupo Higa, pero la presunción de irregularidades hizo que fuera cancelada. Fue cuando se conoció la posibilidad de que la “casa blanca” de la familia presidencial, que había sido propiedad del dueño de Higa, Armando Hinojosa, fuera parte de posibles negocios oscuros para alcanzar esos contratos.
Hoy, soterrados, se tocan los temas de la Transición Digital Terrestre, la licitación del Tren México-Toluca, dos nuevos canales de televisión abierta, conflicto de interés con Grupo Higa, contratos millonarios con OHL, concentración del mercado de las telecomunicaciones y la radiodifusión, el fracaso del Satélite Centenario, etc., que le acumulan señalamientos mil.
El líder moral de Morena, Andrés Manuel López Obrador, abordó el tema de la autopista Atizapán-Atlacomulco, cuya licitación fue ganada por OHL –sobre Promotora de Desarrollo de América Latina, declarada “no solvente” pese a ser propiedad de Carlos Slim— y cuestionó el proceso.
Ruiz Esparza dijo que la empresa fue descalificada conforme a la Ley por no presentar el desglose de costos y eso podía consultarse en la página de la SCT. Y todo queda en eso. Nadie lo investiga. Pero, insisten en el Estado de México, la noche de domingo las cosas pudieran comenzar a cambiar.