Banner

PRI: el recurso del método

HERMOSILLO, Son.- En sesión el Consejo Político Nacional celebrada el pasado viernes, el PRI aprobó el método de selección de su candidato a la presidencia de la República: Convención de delegados.

El método seleccionado garantiza que quien finalmente logre la candidatura del PRI a la Presidencia de la República, lo haga en un contexto de unidad sin la necesidad de abrirse a un proceso –como sucedió en 1999– que pudiera desgastar al partido o a crearle innecesariamente un riesgo de fractura, tal y como ya se ve en el PAN, con la salida de Margarita Zavala y la rebelión en el Senado contra la dirigencia nacional; en el PRD, con el traspaso de una gran cantidad de legisladores y militantes de Sol Azteca hacia la candidatura de Andrés Manuel López Obrador; y recientemente en Morena, con el caso de Ricardo Monreal, aspirante a la candidatura al gobierno de la Ciudad de México, que no ha definido todavía si competirá por algún otro partido, si se quedará o si esperará a concluir su encargo en la delegación Cuauhtémoc, para el que fue electo hasta diciembre del próximo año.

En otras épocas y para estas fechas, el candidato del PRI ya andaba en campaña. No había misterios; era el seguro presidente de la República. Luis Echeverría fue postulado un 19 de septiembre de 1969; José López Portillo el 23 de septiembre de 1975; Miguel de la Madrid el 25 de septiembre de 1981. Carlos Salinas de Gortari, por la pasarela de seis aspirantes retrasó la postulación hasta el 4 de octubre de 1987. Con las negociaciones del TLCAN encima y ya aprobado por el Congreso de los Estados Unidos, Luis Donaldo Colosio fue postulado un 28 de noviembre de 1993. Su sucesor en la candidatura, Ernesto Zedillo, en abril de 1994. Francisco Labastida, que compitió en la interna del PRI con Manuel Bartlett, Roberto Madrazo y Humberto Roque, ganó la elección interna del PRI el 9 de noviembre de 1999.

Ya sin presidente de la República con influencia para decidir sobre la candidatura del PRI, Roberto Madrazo se auto impuso candidato del PRI en noviembre del 2005, y en el último proceso interno del 2011–también sin presidente que influyera–, Enrique Peña Nieto fue impulsado candidato por los gobernadores y legisladores del PRI, en noviembre del 2011.

En los doce años que gobernó el PAN, tanto Vicente Fox como Felipe Calderón quisieron imitar la liturgia priista de seleccionar sucesor desde la Presidencia… y no pudieron. A Fox le falló con su esposa Martha Sahagún y con Santiago Creel, sus favoritos. A Felipe Calderón le falló con Ernesto Cordero. A los dos les ganó la tradición democrática del panismo, que ya había experimentado algunas lecciones históricas en esa materia. A los dos les ganaron las bases panistas, que con tiempo detectaron las intenciones de los presidentes, que al parecer se olvidaron de cómo llegaron ellos a la candidatura.

La realidad es que al PRI se le han venido componiendo las cosas. No fueron pocos los analistas que a principios del año –motivo el gasolinazo de enero– lo dieron por muerto para el proceso electoral del 2018. Otros destacaron la “vocación democrática” de los otros partidos, para destacar y objetar la intervención del presidente Enrique Peña Nieto en la decisión final sobre quién será el abanderado.

Esa llevada y traída “vocación democrática” ha derivado en una exigencia por abrir los procesos en Acción Nacional, cuya dirigencia se cerró y provocó la renuncia de Margarita Zavala, su aspirante mejor colocada en las encuestas. Ha derivado también en una enorme sangría de cuadros políticos del PRD hacia Morena y en la salida de Movimiento Ciudadano del conjunto de las izquierdas hacia la alianza con el PAN y el PRD, en el llamado Frente Ciudadano por la Democracia. Un panorama totalmente distinto al de enero de este año, y unas tendencias de votación que necesariamente se van a alterar por los movimientos internos en los partidos opositores.

Las cosas no han resultado como algunos las pensaron y ya no son como se presentaban a principios del año.

Para el PRI han existido varias pruebas que han mostrado su capacidad de recuperación: La elección en el Estado de México, que ganó con Alfredo del Mazo. Los mercados al otro día –ojo–, cuando se supo de la derrota de Delfina Gómez (Morena), registraron alzas considerables en la bolsa de valores y también la recuperación del peso mexicano ante el dólar. Son señales de esa recuperación que obstinadamente los críticos del PRI se niegan a reconocer.

También pasó con éxito su Asamblea Nacional del mes de agosto. Lo que muchos señalaban como riesgo inminente de fractura partidista, quedó nada más en un debate de los llamados “candados” o límites estatutarios para la postulación de candidatos, y así el PRI se puso a la altura de los demás partidos que han pregonado la ciudadanización como punto de referencia principal, para la atracción de aspirantes a candidaturas provenientes de las filas ciudadanas, curándose a futuro del transfuguismo.

Recientemente, el PRI ha pasado otra prueba con el registro de los aspirantes a la candidatura independiente a la Presidencia: En los 88 aspirantes registrados ante el INE, no hay una figura política de peso que pudiera significarle una escisión.

Los más fuertes y aquellos que son considerados como seguros candidatos, vienen del PAN (Margarita Zavala) y el PRD (Armando Ríos Píter). Jaime “El Bronco” Rodríguez viene de la gubernatura de Nuevo León, donde ya ganó como independiente; Pedro Ferriz ha sido un furibundo crítico del PRI; y la candidata del EZLN María de Jesús Patricio viene de un sector de las izquierdas que, de llegar a ser candidata, seguramente habrá de incidir en la resta de votos para esas corrientes políticas.

La última aduana que habrá de pasar el PRI previo a la elección del 2018, será la de la decisión sobre su abanderado presidencial, prevista para finales de noviembre, esto en función de que ya se definió el método de selección y la decisión se concentra en el poder de arbitraje del Presidente Enrique Peña Nieto. Seguramente él tomará en cuenta los principales factores que lleven al PRI a ser competitivo y a seleccionar una candidatura que no divida al partido, y sin una carga negativa que lo pudiera convertir en rehén de las principales banderas de la oposición para la futura campaña, que habrá de concentrarse en los dos temas que más le preocupan a la gente: La corrupción y la impunidad.

Hay otros factores que han favorecido al PRI: Las izquierdas divididas. Unas alineadas en el llamado Frente Ciudadano por México, donde todo parece indicar que existe ya un pacto político para que el dirigente nacional Ricardo Anaya sea el candidato presidencial y Alejandra Barrales vaya como candidata al gobierno de Ciudad de México, arropada por los tres partidos que lo integran. Seguramente, Dante Delgado de Movimiento Ciudadano pasará varias facturas, entre ellas la de Enrique Alfaro, actual alcalde de Guadalajara, como futuro candidato a gobernador de Jalisco, arropado por el Frente (PAN-PRD-MC) y con altas posibilidades de ganar, lo que sería la segunda gubernatura en la historia para ese partido después de Oaxaca, con Gabino Cué (2010-2016).

También el caso de los ex gobernadores en la cárcel. Más que afectar al PRI en los procesos locales, el número de ex gobernadores procesados revela una intención política del más alto nivel, para contribuir a tratar de sanear la deteriorada vida pública y la imagen de los gobiernos. Más allá de la explotación de estos casos por las oposiciones, al final ha quedado la postura firme del gobierno federal sobre los procesos a esos personajes, que le han hecho un gran daño al PRI en sus estados.

Las divisiones que favorecen al PRI se completan con otra decisión que no deja de sorprender a las izquierdas: La decisión del Partido del Trabajo y Morena con posibilidades de ir juntos en la próxima elección. Dos partidos que juntos solo obtuvieron el 11 % de los votos en la elección para diputados federales del 2015, donde el Partido del Trabajo no alcanzó incluso el mínimo legal para conservar el registro, que es del 3 % de la votación nacional emitida.

La gran batalla a futuro tanto de los partidos como de los candidatos será por el reparto de los votos. Ahí sí se verá la intensidad de la lucha y la disposición de los partidos por tratar de convencer al electorado; inscritos hasta el cierre del mes de agosto: 46 millones de mujeres y 42 de hombres en la isla nominal de electores, que esperan las ofertas de los partidos y sus candidatos y de los candidatos independientes con varios temas cruciales para México en esta etapa de su vida institucional: ¿Cómo gobernar México con Instituciones fuertes? ¿Cómo modernizar al sistema político para que no caiga en manos de caudillos ni de gobernantes providenciales? ¿Qué hacer con la enorme desigualdad social que sigue afectando a millones de mexicanos? ¿Cómo disminuir la Corrupción en serio y sin aspavientos? Pocos temas, pero cruciales.

Nada para nadie todavía a menos de 9 meses de la elección. Esa es la principal lección sin duda.

Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla