HERMOSILLO, Son.- No es práctica común el que alguien se detenga a reconocer a los militantes de un partido político que durante toda su vida le han sido leales, profesan ideas y creen en la participación sincera –desde las más modestas hasta las más importantes tareas–, buscando siempre a través de la militancia política desarrollar su vocación e influir sobre la difícil realidad, para tratar de resolver los problemas comunitarios.
Así fue siempre Don Armando González Chavira, quien murió a las 21:45 del pasado 5 de febrero en su Guaymas “hermoso, puerto delicioso”, como le gustaba citar a cada rato la famosa frase del ex presidente De la Huerta en la canción Sonora Querida.
Armando militó 63 años en el PRI –ironías de la vida– y solo llegó en dos ocasiones al cargo de regidor… ¡suplente! La primera (1976) con José Flores Orduño de la CTM, en el período de Óscar Ulloa Nogales, y la segunda (2006) con Sergio Gracia de la CTS-CROC, en el gobierno de Antonio Astiazarán.
Fue en dos ocasiones presidente del Comité Municipal del PRI, la primera en noviembre de 1976, por casi dos años, sustituyendo a Pedro Romano. La segunda en 1981, muy breve –por horas– porque en la asamblea en el auditorio del SNTSS donde se iba a formalizar su nombramiento –ya que Jorge Enríquez Valle (su hermano en la vida real) lo había propuesto hablando muy bien de su trayectoria con Bassell Ibarra, secretario general del CDE, y Horacio Valenzuela Ibarra, en su calidad de delegado– se filtró la información de que lo habían cambiado súbitamente por Guillermo Yépiz Rosas, en una decisión injusta y humillante, minutos antes de que rindiera la protesta estatutaria.
–¿Y qué hiciste Armando ante esa perversidad? ¿Cómo reaccionaste? – le pregunté un día.
–Me aparté por un tiempo de la política, y me fui un rato fuera de Guaymas, para aguantar la ‘carrilla’ y no estar sujeto al escarnio.
Armando, a pesar de lo vivido nunca se amargó. Muy rápido le dio vuelta a la página y no tardó en reincorporarse a la vida cotidiana del puerto.
Armando González Chavira nació en Guaymas, en el centro, un 9 de octubre de 1935. Presumía siempre su apellido Chavira, por los orígenes chinos de su madre (Concepción Chavira), y la honradez de su padre (Armando González) y también de su formación para el trabajo, siempre en la cultura del esfuerzo.
Laboró 33 años en la tintorería CAMEC; fue gerente de la empresa Coca-Cola por casi seis; y trabajó intensamente en bienes raíces con Octavio Llano Zaragoza por más de 20. También fue asesor del presidente municipal Felipe Bárcenas Santini (1973); secretario particular del presidente Marco Antonio Llano Zaragoza (1982-1985); asesor del alcalde Marco A. Córdova (1985); oficial del Registro Civil (1986-1987); y trabajó por su cuenta en los últimos años de su vida. Una vida plena, sencilla y ocupada en el servicio a los demás.
Siempre orgulloso de su formación en el Instituto Kino (primaria, secundaria y preparatoria) del padre Garibay, con compañeros de estudio como Inés Ramírez Salgado. Armando completó su preparación de administración de negocios con la formación contable en la Academia Comercial “Enrique García Sánchez”. No necesitó más, el trabajo lo absorbió desde los 16 años y no paró hasta el día de su muerte la noche del pasado día 5.
Fue siempre un hombre accesible, modesto y con una humildad fuera de serie. Si nos fijamos detenidamente en la vida de Armando González Chavira, comprobaremos que no fue un “saca raja” de la política, ni se metió a la militancia partidista para sacar provecho personal o familiar – rara avis– de las oportunidades políticas o administrativas donde participó. Su vida fue una conjunción de las dos virtudes más difíciles de lograr en quienes militan en la política: La congruencia y la lealtad, principios que practicó hasta su muerte.
Jorge Enríquez Valle, quien fue para él como un hermano con una amistad ininterrumpida en 60 años, lo define como “un personaje ajeno a las envidias y al egoísmo. Honrado como pocos, leal a su partido y optimista ante las adversidades”.
Si en 63 años de militancia política en el PRI Armando solo fue regidor suplente y no sacó raja de la política, entonces ¿qué fue Armando? ¿De qué estaba hecho? Bueno, hay que reconocerlo, Armando fue un caso raro de político; pero de que personajes como él existen, sí existen. Así fue. Así lo recordaremos la legión de amigos a los que siempre trató con gran deferencia y un profundo sentido de solidaridad. Se le va a extrañar en el Café del Armida, en la casa de Jorge, en la mesa de Poncho Ayala y en el campo de Marco Antonio.
Doña Ofelia Urías su viuda, y sus cuatro hijos, en la tristeza que los embarga sabrán aquilatar como lo hacemos nosotros, la enorme autoridad moral y el gran ejemplo de un ser humano de excepción.
Descanse en paz Don Armando González Chavira.