Manlio Fabio Beltrones
¿Qué estamos haciendo hoy para darle orden y rumbo a nuestro país? ¿Qué tanto las acciones que hoy tomamos las hacemos pensando en el México que queremos construir para la próxima década? ¿Cuándo los ciudadanos veremos mejoras en nuestra economía? ¿Cuándo veremos una disminución de la violencia? ¿Cuándo dejaremos de omitir soluciones de largo plazo?
La transición demográfica será el cambio más significativo en los próximos 10 años. La población económicamente activa incrementará 1.7 por ciento cada año en promedio y durante esos 10 años tendremos alrededor de 5 millones de nuevos desempleados. Mientras no seamos capaces de que la economía crezca a ritmos más acelerados, con empleo bien remunerado para la nueva fuerza laboral, estaremos al final en 2021 pagando la factura de no haber actuado a tiempo. Tendremos una sociedad envejecida, una fuerza laboral reducida y un mercado informal insostenible.
No podemos seguir cruzados de brazos esperando la llegada de un cambio. Los resultados de la primera década de este siglo hacen evidente que los gobiernos de la alternancia no han sido capaces de articular la diversidad de visiones en propósitos comunes y compartidos entre todos. En los últimos 10 años el problema no ha sido legislativo, sino de diseño de una política económica y social que ha convertido al país en una auténtica fábrica de pobres y ha sido incapaz de hacer frente a la demanda de empleos suficientes y dignos.
El inicio de esta década debe ser de definición del rumbo que queremos darle a México en las siguientes décadas. Encontrar el rumbo correcto pasa por la elección presidencial del 2012 que, al día de hoy, parece una calca de la sucesión presidencial del 2000 o del 2006; es decir, no estamos discutiendo soluciones de fondo que miren al futuro.
¿Qué propongo? Hoy que las reglas del acceso al poder político ya no son el problema en la legitimidad del Estado, la pobreza y la desigualdad, la falta de oportunidades de empleo y la violencia son pendientes que vuelven a poner en cuestión la vigencia de nuestras instituciones y de nuestras leyes.
Mi propuesta es: regresar al poder sí; pero para construir un nuevo régimen. Definamos la manera en que la alternancia nos lleve a construir un nuevo régimen en el que la política sirva a la economía. ¿Vale la pena ganar elecciones sin que previamente discutamos para qué se quiere el poder? La alternancia no ha sido capaz de establecer un nuevo régimen en donde haya gobiernos eficaces y ejecutivos con capacidad de ejecutar. Propongo la construcción de una nueva mayoría social para restablecer el crecimiento económico y darle dinamismo a una economía que ha crecido en promedio 2 puntos porcentuales en dos lustros. Se trata del decenio de menor dinamismo desde hace más de medio siglo.
Asumamos la responsabilidad de darle rumbo y orden a nuestra nación. Recuperaremos el valor de la política para no seguir estancados en la mediocridad, la pobreza, la corrupción y el atraso y frenar el agravamiento de la desigualdad social, la pobreza, el desempleo, la deficiencia de los servicios públicos, la precariedad de la seguridad social, la inseguridad física y patrimonial, o la caída de la productividad.
Establezcamos una alianza con diversos sectores sociales hoy desencantados de la política. Que incorpore las demandas de los 9 millones de jóvenes que en el 2012 votarán por primera vez y que nacieron entre 1992 y 1994. Son la generación que nació con la alternancia, la falta de rumbo y sólo conoce el desorden nacional. Una alianza con los 36 millones de mexicanos cuyos ingresos se encuentran entre los 3 mil y 15 mil pesos mensuales: comerciantes, trabajadores independientes, asalariados que hoy temen por perder lo poco que tienen.
Una alianza para impulsar un gobierno fuerte y eficaz, que sea capaz de garantizar justicia para todos. Que permita que los ingresos del gobierno no sean tan dependientes del petróleo. Con una recaudación fiscal del 10 por ciento del PIB, somos el país de América Latina con menos capacidad de recaudación después de Haití. Necesitamos al menos recaudar 7 puntos más para alcanzar el promedio de América Latina.
Hoy pareciera que no existe nada más que un desánimo y falta de esperanza que debe alertarnos a todos los que tenemos responsabilidades públicas y de gobierno. En esta primera década no hemos sido capaces de resolver nuestros problemas. No hemos sabido plantear con claridad qué metas perseguimos ni cómo alcanzarlas.
No podemos conformarnos con ser la generación política de la alternancia y fracasar en la construcción de un país justo. Nuestra generación tiene la responsabilidad histórica de construir las bases del nuevo Estado mexicano para rescatar al país del estancamiento y la mediocridad.
Aprendamos de otras generaciones que con visión, valor e inteligencia cumplieron con la nación.
El autor es coordinador del grupo parlamentario del PRI en el Senado de la República y presidente de la Mesa Directiva.
Fuente: Periódico Reforma del 11-01-2011