Es impresionante, pero tenemos que darnos cuenta de que la creciente falta de gobernabilidad en México se debe, en parte, a que nuestro gobierno es víctima de la pobreza, que se ha extendido en el país, como una manta que ahoga, de la misma manera que afecta a más de la mitad de los mexicanos, que también viven en la pobreza.
Tenemos, como ejemplo, la falta de efectividad del gobierno en la lucha contra el crimen organizado, que es rico en recursos y los utiliza para adquirir arsenales de armas mortíferas y comprar voluntades de mexicanos pobres, o ambiciosos sin escrúpulos.
Ahí tenemos las voluntades compradas de algunos gobernantes, policías y militares, que se supone pagamos para protegernos.
Tampoco a los tres niveles de gobierno les alcanzan los recursos para responder con efectividad ante los desastres de la naturaleza, que hacen necesarios cuantiosos recursos para reparar y reponer infraestructuras dañadas; porque los fondos petroleros que esporádicamente surgen, no sirven para planear el gasto ordenado, ligado con programas de mediano y largo plazos.
Además, ¿de dónde vamos a sacar los dineros para hacerle frente al cambio climático que ya llegó? ¿Acaso alguien cree que podemos simplemente convencer a las tormentas de que se vayan a otro lado; o de que nuestros ríos y mares estén quietos? De hecho, vamos a necesitar ejercer inmensos gastos para protegernos de sus efectos perniciosos.
No son ánimos alarmistas, sino la preocupación de que México tenga un gobierno Eficiente con un flujo confiable de recursos, que le de la capacidad de actuar y responder a los retos que se presenten.
Luego también, tenemos una población inmensamente pobre, que no sabe cómo defenderse de los efectos de las crisis económicas que nos vienen desde fuera; pobladores que también carecen de la educación necesaria para participar, con éxito, en la competencia con otros conglomerados humanos que, como nosotros, luchan por comer y vivir en este mundo de escaseces crecientes, en la medida en que la población mundial crece, como nunca en la historia de la humanidad.
Y ¿qué necesita México?
Necesita que saquemos al gobierno mexicano de pobre; dependiente de las repentinas y transitorias elevaciones en los precios internacionales del petróleo; porque tiene mucho qué hacer. No basta con las dádivas que ofrece a familias necesitadas. Sería más efectivo promover la producción y los mayores ingresos consecuencia de esa acción.
Es falsa esa cómoda teoría neoliberal, de que el mercado provee. Porque no lo ha hecho ni lo puede hacer. De ahí que nuestro Gobierno tiene que promover, apoyar, invertir, educar y ser la fuerza que orienta y está detrás de una activa economía nacional. ¡Ya basta de los 30 años de estancamiento económico nacional!
Es por ello que México necesita urgentemente una Reforma Fiscal de Fondo, que sea recaudatoria, incluyente, participativa, y equitativa en el sentido de que el que más tenga más aporte. Y que también ordene el gasto público para reducir el gasto corriente que sea innecesario. Y eso debe ser ya; porque no debemos esperar más. Los argumentos para esperar, provienen de los evasores y elusores, que saben que deben y pueden, pero no quieren aportar.
Está en el ambiente político una propuesta para una reforma fiscal, con medidas para eficientar el gasto y elevar los ingresos, en un contexto del federalismo. Pero eso es tema para otro espacio.