Amigas y amigos:
En primer lugar, quiero celebrar esta muy buena iniciativa de habernos reunido aquí, como bien decía el Secretario Cordero, por primera vez, que se tenga registro en la vida del Gobierno Federal. Es la primera vez que los propios representantes del Gobierno Federal a nivel central y, particularmente, en todas y cada una de las entidades de la República, se reúnen.
Y qué bueno que así sea, porque para mí es muy importante, queridos compañeros, el poder compartir la visión del Gobierno, el poder afinar puntos de vista, el poder coordinar estrategias, el poder actualizar información, el poder intercambiar puntos de vista, desde luego, con sus compañeros de trabajo en las mismas dependencias donde colaboran, pero también, con otras dependencias Federales.
Porque a final de cuentas, todo el trabajo, todo el trabajo del Gobierno Federal, yo diría que el trabajo de cualquier Gobierno, debe ser un trabajo coordinado. Debe tener un solo objetivo y una sola estrategia.
Éste, a final de cuentas, amigas y amigos, es un equipo y debe actuar así, como un solo equipo, que tiene una sola meta: servir a México y a los mexicanos.
En segundo lugar. Quiero expresar de la manera más sincera y más cordial, mi más profundo reconocimiento, como Presidente de la República, por su desempeño profesional, por su desempeño responsable, por su desempeño sensible. Porque sé que sin su colaboración oportuna, responsable, profesional, sensible, sería imposible el enorme trabajo, verdaderamente enorme trabajo que estamos haciendo para servir a las mexicanas y a los mexicanos, pudiese fructificar.
Sé que hacen todos los días, que han hecho un gran, gran esfuerzo para responder a las legítimas demandas de las mexicanas y de los mexicanos que atienden en cada dependencia.
Sé muy bien que cada campesino que recibe a tiempo el apoyo que le damos; cada madre de familia que recibe a tiempo su beca de Oportunidades para sus hijos; cada niño que nace en un hospital de nuestro México, del Sistema de Salud; cada niño que está en el Seguro Popular, sea para prevenir y cuidar su salud de manera preventiva, o sea para atenderse de cáncer y recibir sus medicamentos; cada persona que está ahí, recibiendo un apoyo para poder sacar adelante, con mucho esfuerzo, y con mucha modestia a su pequeña o mediana empresa; cada víctima que es rescatada de un secuestro; cada familia que ve con tranquilidad cuando pasan Fuerzas Federales, finalmente por enfrente de su casa.
Cada mexicana, o cada mexicano que recibe un pasaporte, o que siente el apoyo Federal para promover turísticamente su región; o que, finalmente, es atendido en una dependencia Federal para cualquier trámite; cada mexicana y mexicano que puede sentir, o que puede tener un poder adquisitivo que, finalmente, se cuida con bajas tasas de inflación, un país que mire con fuerza y con optimismo su futuro económico, como es México, cada acción que hacen ustedes es una acción que va, precisamente, en el propósito común que tenemos, que es servir a los mexicanos.
Por eso, les agradezco todo lo que ustedes hacen y quiero pedirles que hagamos más, mucho, mucho más en favor de los mexicanos.
Verdaderamente, somos, y a mucho orgullo, amigas y amigos, somos un Gobierno humanista. Somos un Gobierno que se preocupa realmente por las condiciones de dignidad en las que debe vivir cualquier persona.
Como Gobierno humanista estamos, precisamente, comprometidos a que esas condiciones de vida digna se expresen en las circunstancias del aquí y el ahora de cada mexicana y de cada mexicano.
Y por eso, si hay un indígena que vive en la miseria, esa indígena o ese indígena y su familia tienen que sentir y ver el apoyo del Gobierno de México, que combate frontalmente la pobreza, que le ayuda como nunca se le había ayudado antes.
Quizá ha habido en la historia del país muchos discursos, muchos, acerca de los indígenas en México, pero sí puedo asegurar, amigas y amigos, que nunca, nunca se había apoyado a los indígenas como se apoya ahora en los gobiernos humanistas de México.
Y que si hay una persona que sufre el azote de la delincuencia, tan expandida en muchas regiones del país por desgracia, independientemente de lo que otras autoridades puedan hacer, sepa siempre esa persona que contará de manera decidida y firme con el compromiso claro e indubitable del Gobierno de la República al que ustedes y yo orgullosamente representamos.
Por esa razón, para mí, también a cada persona a la que le falta agua hay que llevarle agua. Cada persona que tiene hijos en edad escolar necesita que apoyemos a sus hijos y lo vamos a hacer.
Por eso, a mucho orgullo también, este Gobierno ha sido el primero en la historia del país que ha logrado llegar a la meta de darle cobertura a todas las niñas y a todos los niños en educación primaria. Hoy toda niña o todo niño, entre los cinco y los 13 años de edad, tiene asegurado un lugar en una escuela pública del país.
Hoy estamos decididos a transformar a nuestro México. Y no es para nadie desconocido la ruta que nos hemos trazado desde el principio.
Cinco ejes, cinco ejes que han estado presentes, no sólo desde que recorrí el país para pedir el apoyo de los mexicanos, sino que estuvieron presentes cuando construimos el Proyecto de Gran Visión México 2030, y están presentes en el Plan Nacional de Desarrollo.
El eje de la Seguridad y el Estado de Derecho, el eje de la Economía Competitiva y Generadora de Empleos, el eje de la Igualdad de Oportunidades, el eje del Desarrollo Sustentable y el eje de la Democracia Efectiva y la Política Exterior Responsable y Activa.
Hoy, amigas y amigos, para mí es muy importante esta reunión, porque lo que busca es fortalecer la labor que ustedes realizan, que todos realizamos en el Gobierno Federal, para una misión que nos hemos impuesto, y que con todos los costos y los riesgos que esa misión ha implicado, la estamos cumpliendo y estamos decididos a cumplirla hasta el último día de nuestro mandato: Transformar a México en la Nación digna, en la Nación que está llamado a ser nuestro gran país.
Transformar a México para que sea un México seguro; transformar a México para que sea un México próspero, un México libre, un México justo, equitativo, humano. Un México limpio, que respeta sus recursos y que, en consecuencia, nos pueda durar para siempre. Un México democrático, que sea, además, orgullosamente, líder en diversas áreas, en diversos temas y en diversas regiones en el mundo, como lo que hoy es nuestro país.
Ese sueño, amigas y amigos, que tienen millones y millones de mexicanos, y que tenemos nosotros, quienes tenemos, en mayor o menor medida, la responsabilidad de conducir al país a través del Gobierno Federal y sus instituciones y dependencias, ese México tiene que venir. A ese México es al que yo les llamo, les pido, les instruyo, les exijo que le hagamos espacio; que venga y que tenga lugar ese México, hoy, aquí y ahora en nuestra realidad mexicana.
Y esta gran transformación de México, amigas y amigos, se hace y sólo puede hacerse a través de lo que hacemos, precisamente, en el Gobierno Federal. No somos, ciertamente, los únicos que tenemos esa responsabilidad, pero debe quedar muy claro a los ojos de las mexicanas y de los mexicanos, y a los ojos de la historia, que cumplimos con ese deber cuando teníamos que cumplir.
Es necesario que se sepa, se conozca que esa transformación de México tiene lugar. Pero esa transformación de México, amigas y amigos, tiene que tener lugar en sus espacios de trabajo, en la ciudad y en el estado donde viven, trabajan y representan al Gobierno Federal.
Ustedes tienen que ser el factor de transformación del país; ésta no es una tarea, simplemente, que se pueda decir o dejar. Allá es cosa del Presidente.
Ésta no es una tarea que se pueda delegar a otros. Ésta no es una tarea donde nadie pueda lavarse las manos, y menos, menos un servidor público del Gobierno Federal.
Así, que lo que les reconozco hoy y les pido que asuman nuevamente, es.
Primero. El fortalecer y encender, más que nunca, la idea de la transformación del país.
Y segundo. El entender, el asumir, el vivir intensamente el hecho de que la transformación del país depende de ustedes, y ustedes tienen que hacer esa transformación, asumirlo realmente y actuar en consecuencia. Ese es el deber del servidor público Federal.
Por otra parte, amigas y amigos, es necesario que no sólo ese esfuerzo se haga. Esa es la tarea primaria, esa es la tarea elemental. Y yo sé que cada una y cada uno de ustedes lo está haciendo, cada quien en su trinchera.
Y les voy a pedir que lo sigan haciendo, y también les voy a pedir que urjan a sus compañeras y compañeros que lo hagan. Miren, no tengo que decirles a ustedes lo mucho que ha sufrido y sufre México; lo mucho que sufren aquellas regiones que están padeciendo el flagelo de la inseguridad; lo mucho que sufre la gente que vive en la miseria; lo mucho que sufre la gente que está marginada o sin empleo; lo mucho que sufre la gente que no tiene agua en sus casas o en sus comunidades.
Y lo que quiero decirles, amigas y amigos, es que por ese México, no hay tiempo que perder; no hay pero que valga. No hay servidor público que pueda excusarse o pretextar el regatearle a México una sola hora de su trabajo, y de un trabajo bien hecho.
Porque lo que hoy necesitamos, amigas y amigos, no es sólo que hagan su trabajo, no es sólo que hagamos más o menos lo que tenemos que hacer, sino que lo hagamos bien, que lo hagamos a fondo, que lo hagamos con entrega decidida.
Por eso, yo recuerdo mucho las palabras de un gran abogado, Manuel Herrera y Lasso, que cuando le hablaba a sus alumnos, decía: México no necesita de ustedes, solamente necesita lo mejor de ustedes.
Y eso es lo que hoy quiero pedirles, amigas y amigos, no sólo el cumplimiento de su deber como quien cumple simplemente un contrato de trabajo, les pido a nombre del México, al que represento, que den no sólo su ser, sino lo mejor de su ser, que cada acto de trabajo al servicio del país sea, verdaderamente, una entrega personal, con la convicción profunda de que en cada acto se está transformando y para bien a nuestra gran Nación mexicana.
Sé que hay cambios que muchos dan por hecho. Sé que muchas cosas que se han logrado, ya para mucha gente son cosas dadas. Sé que, por ejemplo, el tener estabilidad de precios es algo que, quizá, ya no se valora, porque también, de acuerdo con los datos del Censo, amigas y amigos, si hoy la mitad de los mexicanos tienen 26 años o menos, es absolutamente cierto y seguro que por lo menos la mitad de los mexicanos no pueden recordar, porque nunca lo vivieron, cuando los precios en México subían más del 100 por ciento en promedio cada año.
No pueden recordar aquellas épocas donde casi el 40 por ciento de la gente que tenía, que teníamos un crédito hipotecario, ya no pudimos pagarlo. No pueden recordar las épocas, las décadas diría yo, en las que más de 60 millones de mexicanos vivieron en la pobreza extrema, en la miseria. No recuerdan, quizá, el haber conocido una casa sin agua o sin luz, porque ya toda su generación ha tenido agua y luz, que antes sus padres y abuelos no tuvieron.
Por esa razón, amigos, es fundamental que el esfuerzo que ustedes hacen, y que todos hacemos, sea recordado y reconocido; es decir, no sólo basta ser agente de cambio y de transformación, sino también que se sepa que son ustedes y que es el Gobierno de la República un agente de cambio y de transformación, que está, precisamente, por la transformación del país.
Así que yo les voy a pedir que vayan y salgan, y muevan los corazones y hablen a los mexicanos. Que utilicen todos los medios a su alcance para que se sepa su labor, para que se sepa lo que estamos haciendo, para que se conozca en todo México lo que en parte hoy fue compartido y lo que ustedes, cada uno en su dependencia, sabe y debe saber.
Se trata, amigas y amigos, que no sólo hagan el trabajo, o mejor dicho, que sepan que parte de su trabajo es que su trabajo también se conozca, porque son ustedes representantes, así como somos representantes del pueblo de México, por la encomienda popular que el propio pueblo nos legó, ustedes son representantes de ese Gobierno de México.
Ustedes son la voz, ustedes son el rostro, ustedes son los oídos del Gobierno al que orgullosamente todos pertenecemos. Ustedes, en consecuencia, deben ser los agentes de cambio, y para ser agente de cambio se requiere, también, ser, precisamente, una expresión de ese cambio; ser una luz que brilla de ese cambio. Ser, precisamente, una voz fuerte y potente de ese cambio. Y por esa razón, les instruyo también de que sean portavoces de una señal, de un mensaje de esperanza y de una información que es fundamental que la conozcan las mexicanas y los mexicanos en todo el país.
Para nuestros conciudadanos, el tener un Gobierno Federal, el mantener la estructura de Gobierno, el permitirnos a todos nosotros tener un trabajo, implica un esfuerzo enorme para ellos, implica un esfuerzo que sólo puede ser reconocido con justeza, en la medida que el trabajo que se desempeña es también desempeñado con justeza.
Y por esa razón, ustedes deben ser el portavoz de lo que el Gobierno hace y la escucha y el oído de lo que falta por hacer. Ha habido, desde luego, y habrá muchas más, difamaciones, y calumnias y ataques a la labor que realizamos. Puede haber, sin duda, muchos o algunos que tengan razón y justeza, pero muchos, muchos otros, y los más, estoy seguro, que no la tendrán.
Donde haya razón, no hay otra instrucción del Presidente de la República, más que rectificar y hacer mejor las cosas; pero donde no haya razón, no se justifica que del lado de quien es Gobierno, de quien representa al Gobierno, de quien tiene una tarea de Gobierno, que son los servidores públicos y los Delegados Federales y los servidores públicos en las Delegaciones, no se justifica, no se entiende, de ninguna manera, que sólo haya silencio.
Y por esa razón, amigas y amigos, tiene que haber una defensa firme de lo que está bien hecho en la República Mexicana.
Porque la ciudadanía tiene derecho a la verdad también; y la verdad también implica saber y reconocer lo que se hace. La ciudadanía tiene que saber también lo mucho que a nuestro país le ha costado iniciar y avanzar en una transformación que ha cambiado, sí, ha cambiado estructuras políticas, sociales y económicas del país.
Y no me detendré más en lo que hoy se ha visto, de los que los propios datos del Censo reflejan, de lo que el trabajo que ustedes conocen ha hecho, de los frutos que han germinado y crecido en cada una de las 32 entidades de la República.
Ustedes tienen que ser la voz del Gobierno de la República. Ustedes son el Gobierno de la República. Actúen como Gobierno de la República.
Somos un Gobierno comprometido con una verdadera transformación del país. Porque nuestro objetivo es mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, precisamente por eso, amigas y amigos, estamos enfrentando con determinación a quien amenaza la seguridad de las familias mexicanas.
Tenemos que esforzarnos, cada vez más, para que esta Administración sea conocida y recordada como un punto de cambio, como un punto de inflexión, como un gran esfuerzo de transformación en todos los ámbitos de la vida nacional: en el económico, porque lo hemos sido; en el social, porque lo estamos siendo; en el político, en el diplomático, en el ambiental y, por supuesto, también, en el ambiente de seguridad.
Quiero que todas y todos ustedes se sientan, como sé que lo están, muy, muy orgullosos de servir a México a través del Gobierno Federal.
Y no sólo eso, sino también, que sean capaces de explicar, desde sus más cercanos, sus familiares, sus compañeros, sus colaboradores, hasta el último campesino de la última de la comunidad, hasta el último indígena, hasta la última mujer brava de un barrio popular y marginado, sean capaces de explicar las razones y las obras de este Gobierno.
Sean capaces de decir lo que se ha hecho y reconocer lo que falta por hacer. Sean capaces de claramente explicar en qué ha cambiado México y por qué. Y también, de sostener las sólidas y las férreas razones por las cuales estamos luchando del lado de la gente.
Que sean capaces todos de decir por qué nuestra economía, a pesar de que sufrió el embate de la peor crisis económica mundial que se tenga registro en 90 años, por qué nuestra economía sale adelante y crece, y se genera empleo, e incluso, les diré cuántos empleos genera.
Que sean capaces de decir cómo es posible que 30 millones de mexicanos y seis y medio millones de familias reciban oportunamente y mes a mes un apoyo que sí cambia su condición de vida, y que a muchas y a muchos ha sacado de la miseria.
Y que sean capaces de decir que hemos más que duplicado la cobertura de asistencia médica para mucha gente desposeída de lo elemental, que era de un médico, de una medicina o de un tratamiento.
Que sepan y sostengan que hemos trabajado como nunca para cuidar nuestro medio ambiente, arrasado por la ambición de muchos grupos y de visiones estrechas que prevalecieron en México durante tanto tiempo.
Que hemos sido respetuosos de la libertad y de la palabra de cada quien, y que a pesar de que nunca, nunca se había atacado, o acusado, o calumniado e insultado tanto al Poder, el Poder jamás, jamás se ha utilizado para silenciar la boca o la palabra de ningún mexicano.
Y en el tema de seguridad. Que sepan ustedes y que sepan difundir que estamos peleando por los mexicanos; que estamos confrontando y venciendo a los criminales, no importa su bajeza y su cobardía en su proceder. Que el miedo que siembran cae aquí, en tierra infértil, porque estamos decididos a rescatar a nuestro pueblo y a nuestras familias y a nuestro México de las garras de la criminalidad.
Y que no estamos yendo, no estamos yendo con nuestros soldados y con nuestros marinos, y con nuestras policías federales, a miles de kilómetros de distancia a pelear allá, una guerra sobre otros pueblos y sobre otros países.
Que nosotros estamos aquí, en nuestros pueblos, lo mismo en Mante, que lo mismo en la Huasteca o que lo mismo en la Meseta, en Michoacán. Estamos peleando por nuestra gente, por nuestra libertad, por nuestras familias.
Cuando Winston Churchill era, también, acosado y señalado en medio de un mar de titubeos, de una corriente de opinión titubeante de las decisiones de aquellos terribles años del 39 y del 40.
Cuando al igual a Churchill le exigían, incluso, y no sólo insinuaban, que lo mejor que podía hacer era ignorar el avance de los nazis, incluso, someterse a ellos. Cuando le exigían cuál era, precisamente, su política o su estrategia, Winston Churchill hablaba así a su pueblo y a su Parlamento:
Ustedes preguntan cuál es nuestra política y nuestra estrategia. Y yo diré: Es combatir por mar, tierra y aire, con toda nuestra fuerza y con toda la fortaleza que Dios pueda darnos. Luchar contra una tiranía monstruosa, nunca rebasada en el catálogo lamentable de los crímenes de la humanidad. Esa es nuestra política y esa es nuestra estrategia.
Y ustedes preguntan: Y cuál es el objetivo, qué buscas. Puedo contestar con una sola palabra, decía Churchill: La victoria. La victoria sin menoscabo del terror, la victoria cuan largo y duro pueda ser el camino para alcanzarla, la victoria, porque sin victoria no hay futuro para Inglaterra.
Y yo puedo decirles, amigas y amigos, que nuestra estrategia es combatir y vencer a los criminales que asolan a nuestro país; que es construir instituciones de seguridad y justicia que le han hecho falta a nuestro México, y sin las cuales no sólo es entendible el avance de los criminales, sino también, no es comprensible un futuro para México.
Y la construcción y reconstrucción de un tejido social basado en valores humanos, sin los cuales no puede haber seguridad, no puede haber libertad, no puede haber paz y no puede haber Estado de Derecho. E igualmente, buscamos en una sola palabra la victoria, la victoria de México sobre quienes pretenden detener su desarrollo, su paz y su justicia.
Quiero pedirles unas cosas más, amigas y amigos:
También quiero pedirles que sean servidores públicos ejemplares y honestos. Ejemplares, porque cumplen a cabalidad no en el promedio, al 100 por ciento con su trabajo; ejemplares porque entregan no lo que son, sino lo mejor de ustedes al servicio de México; y honestos, honestos, porque ya nuestro México ha sufrido y mucho, la corrupción que lo ha empobrecido, que lo ha vejado y que lo ha marginado.
Y por esa razón quiero que sepan, y que quede bien claro, que si están ustedes desempañando un cargo en el Gobierno Federal es porque se les ha depositado un voto de confianza, pero que no toleraré, no toleraré la más mínima falta a la honestidad que los mexicanos les han confiado. Ni un acto de corrupción será permitido.
Y no sólo eso. Les pido que denuncien, así sea a sus propios compañeros o amigos, actos de corrupción en licitaciones, en compras, en apoyos. Cualquier acto de corrupción no sólo es indigno de México, es también una vergüenza para todos nosotros, que somos, al final de cuentas, un equipo.
Que lo denuncien a las instancias legales correspondientes. A Función Pública; que envíen, si es necesario, un correo al propio Presidente de la República, con la referencia corrupción en el Gobierno Federal.
Porque no estamos dispuestos, amigas y amigos, después de haber recorrido un camino tan largo para construir un Gobierno sobre principios de honestidad, que la voracidad o la ambición, estoy seguro, de unos cuantos, si es que los hay, nada más; la voracidad de unos cuantos pueda erosionar la esperanza de millones y millones de mexicanos.
Éste es un Gobierno honesto y lo seguirá siendo hasta el último día de este Gobierno.
Y otra más, amigas y amigos:
En este México nuestro, en este siglo XXI tan sacudido por muchas vivencias, e incluso crisis existenciales de la humanidad por mucho replanteamiento de valores y principios; de principios que se pierden o relativizan; de prejuicios, que afortunadamente se destruyen, para desafortunadamente también, dar paso a nuevos prejuicios, nuevas entelequias y nuevas maneras de juzgar despectivamente a los demás.
En este mundo y en este México tan necesitado y tan urgido de sentido de vida, yo pienso que es vital poder asirse, fuertemente y con el alma, a razones profundas de existir. Y una razón profunda tiene que ser, precisamente, el servicio público.
Nos quedan, amigas y amigos, un poco más de un año y medio de esfuerzos y servicio, pero lejos de ser, como algunos quisieran, simplemente la terminación o hasta el ocaso de un sexenio; aquí para mí, amigas y amigos, este año y medio, o un poco más, que tenemos, es, por el contrario, el punto de culminación y de realización de todo un proyecto y todo un esfuerzo.
Éste tiene que ser, y les exijo que así sea, estos meses serán el periodo de mayor cristalización de los proyectos que hemos emprendido en el Gobierno Federal.
Afortunadamente, para muchas cosas que me gustan, las últimas partes son las mejores partes. Lo mismo en la fiesta taurina, donde el tercer tercio es el que cuenta. Las orejas y los premios no se juzgan ni en el primero ni en el segundo tercio, se juzgan en el tercero, que es donde se arriesga más la vida, que es donde se pone a pulso y a plenitud la suerte, que es donde se templa el coraje, que es donde se hace la faena y donde se culmina. Éste es para mí el tercer tercio.
O en el fútbol americano, por ejemplo, que podrá pasar lo que se quiera en los tres primeros cuartos, pero el definitorio es el último cuarto e, incluso, los últimos dos minutos.
Yo les pido a ustedes, amigas y amigos servidores públicos, que jueguen a fondo y que se entreguen sin miedo, con todo el corazón, por servir a México en este último cuarto, que será el definitivo de la transformación del país.
Y que en este último cuarto, comprendamos plenamente el sentido de servir a los demás. Contaba mi padre una anécdota, que he compartido en algunas ocasiones con algunos de ustedes.
Decía que en la Edad Media, en alguna ciudad de la vieja Europa, que lo mismo puede ser Colonia o Roma, o Nápoles, o cualquier ciudad, o la propia Venecia, que un hombre pasó por lo que era apenas el corazón de un viejo caserío y vio a varios hombres trabajando, puliendo unas canteras, literalmente, trabajando con piedras.
Y le preguntó al primero: Qué es lo que estás haciendo. Y el primero, enfadado, sin voltear la vista le dijo, casi, casi: Qué no ves. Estoy puliendo una piedra. Y sí era cierto. Pulía una piedra aquel cantero, pero eso no le daba mucho sentido a lo que hacía.
Y fue con el siguiente y le preguntó: Qué estás haciendo. Y le dijo, mirándole a la cara: Estoy ganando un jornal, es mi trabajo. Y, efectivamente, el hombre pulía la piedra, se ganaba un jornal, sostenía a su familia. Y con ese trabajo digno salía adelante.
Pero fue a ver al tercero y le repitió la pregunta: Qué estás haciendo. Y le dijo, elevando los ojos al cielo, le contestó: Estoy construyendo una catedral. Y, efectivamente, el hombre pulía la piedra y ganaba un salario, pero su alma y el sentido de su vida estaban mucho más allá de sus manos, incluso, más allá de su familia. Construía una catedral que perduraría por los siglos y donde, además, estarían en juego y orarían las almas de miles, quizá de millones que vendrían detrás de él.
Yo les digo, amigas y amigos, servidores públicos. Yo sé que en su Delegación, en su escritorio, en los apoyos que dan, en la supervisión que realizan, sé que ustedes pican muchas piedras, sé que lo hacen, sé que lo hacen, porque me consta el trabajo esforzado de los servidores públicos Federales.
Y sé también, amigas y amigos, que ganan un salario. Y lo sé, porque más allá del estereotipo que se ha hecho, quizá con razón, del servidor público, ustedes desquitan su salario trabajando y sirviendo.
Pero lo que hace falta, amigas y amigos, lo hacemos o lo hacen muchos, pero es importante que lo recordemos siempre, ahora que nos faltan 18 meses para terminar nuestro encargo, que recuerden, más allá del salario que ganan y de la piedra que pulen, lo que estamos haciendo.
Estamos construyendo, con adobe mexicano, si ustedes quieren, nuestra gran Nación, nuestro México. México está brotando de sus manos y será tan grande y será tan fuerte, o tan frágil, como sus manos se empeñen en que sea.
Yo hoy reivindico y les pido que le den un renovado sentido a su trabajo, que es, a final de cuentas, un renovado sentido a su propia vida. Cada quien podrá tener las razones personales o familiares o religiosas para vivir más o menos claras. Pero vivir en este México, en el aquí y en el ahora, ha sido una verdadera fortuna para nosotros los mexicanos. Vivir en este México, con su dolor y con su esperanza es verdaderamente, pienso yo, como mexicano, un privilegio.
Pero servir a México, tener en nuestras manos la posibilidad de cambiarlo, de defenderlo, de arroparlo, de sacarlo de su pobreza, de sacarlo de su opresión, de su ignorancia, de cambiarlo para que haya, aquí, un parteaguas entre el pasado que fue y el futuro que tiene que venir, es un privilegio, señores, que le da sentido a nuestra existencia. Se la da a mi propia vida que, como Presidente de la República, quizá no pueda tener otro objetivo mayor que en política se pueda dar.
Pero para mí política, como lo aprendí casi desde niño, no pude ser simplemente la puesta de aspiraciones o ambiciones, por legítimas que sean, una tras otra. Política, y lo aprendí desde el lado, donde se ejercía la opresión y la persecución, desde el lado de los perseguidos, y de los silenciados; política es servir, servir a los demás, amar a los demás, y no amarlos en términos abstractos, o tampoco servirle, simplemente a alguien que está tan cerca de nosotros, que es fácil hacerlo.
Servir a los demás y servir a todos, es hacer políticas públicas, es tomar decisiones que no siempre, qué más quisiéramos, pudieran darse en el terreno de entre el bien y el mal, sino muchas veces entre dos bienes que se confunden, y a veces, entre dos males, donde uno tiene que ser menor y que obligue a la acción ética.
Política es servir más allá de lo que pueda comprenderse del servicio. Política es servir y es un honor y un privilegio que da sentido a la existencia, servir a los demás, y servirlos desde el servicio público. A eso los llamo, amigas y amigos, a que le den sentido a su propia vida, sirviendo a los demás al máximo de sus talentos y posibilidades.
Transformen a México. Esa es nuestra misión, a eso los llamo. Y en los meses que nos faltan, en el año y medio, estemos ahora culminando lo mucho que hemos sembrado. Que México sepa lo que se ha trabajado, y que trabajemos más, mucho más y sin descanso, hasta ver a esta gran Nación transformada en el México que queremos que sea: libre, limpio.
Un México justo, democrático, equitativo. Un México que sea la herencia legítima que nuestros hijos tienen que recibir con los brazos abiertos y también con los ojos y con el alma puesta en el futuro.
Vamos por ese futuro y vamos por ese México, sirviendo a México con honor y con pasión, como lo hacemos en el Gobierno Federal.
Muchas gracias.