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¿Y ahora qué?

CD. DE MEXICO.- Todos los indicadores económicos sugieren que, para México este año, el Mercado determinará un comportamiento económico grave: generando mucho más desempleo, una actividad económica muy castigada -que difícilmente logre más de 3.5% de crecimiento del PIB- y, por ende, un mayor deterioro en las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos.

Estudios de comportamiento económico serios, del Banco de México y del INEGI, apuntan a una importante baja en la confianza del consumidor en 2012, y en las expectativas de la percepción de los hogares mexicanos, que apuntan a una situación complicada para ellos en los siguientes 12 meses, comparada con la que predominaba a finales de 2011.

Los resultados de esas encuestas son, precisamente, los mismos que registra el Mercado mexicano, al que tanta confianza se le da en la percepción de los economistas neoliberales, que con su convicción ideológica fija e inamovible, son los que tomarán las decisiones y actuarán en las políticas del gobierno federal de nuestro país, en este año. De ahí el problema que vemos los analistas del Colegio Nacional de Economistas, que hemos sostenido incansablemente la importancia de habilitar al Gobierno de México para actuar en materia económica.

Pero nuestros planteamientos han caído en oídos sordos. Su convicción ideológica, en materia económica, es casi religiosa y sin duda sus recomendaciones al Presidente Calderón serán similares a las de los años pasados.

Los consumidores, evidentemente tendrán en el futuro próximo, una estrategia de gasto que será muy cuidadosa; y por tanto, canalizarán parte de sus ingresos al ahorro, para prepararse mejor a enfrentar los años de vacas flacas que se espera que vengan. Pero esos indicadores -y el mercado-solo interpretan el comportamiento de los niveles de ingreso que pueden ahorrar para utilizar en los momentos aciagos.

No miden las acciones de más de la mitad de la población -que es la pobre- que no puede ahorrar para enfrentar futuros momentos difíciles, ya que ya los están sufriendo, y su nivel de ingreso está prácticamente en el suelo.

Lo dijo el Gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, que las cosas están graves y lo estarán durante los próximos CINCO AÑOS, que el actual entorno económico mundial registra una de las crisis más severas de los últimos 120 años, muy cerca de ser tan grave como la Gran Depresión de los años ’30 del siglo pasado.

Coincidiendo con analistas del resto del mundo, sostuvo que ni los Estados Unidos ni los países de Europa van a generar una actividad económica, suficientemente acelerada para tener un impulso que nos favorezca mayormente.

¿Hacia dónde puede ir México?

La gente del Gobierno Federal ha propuesto con insistencia que el país actúe en las reformas económicas-estructurales que ha venido proponiendo el Presidente Calderón, pero que, “por razones políticas”, no se han alcanzado, no obstante que atraerían inversiones a México.

Pero ¿Cuáles son esas razones políticas? Es importante reflexionar sobre ellas, ya que se puede interpretar que son razones egoístas, inspiradas en cálculos político-electorales.

Hay dos visiones, la de los que disponen de recursos, y confían en el mercado, y la de los que no; y más de la mitad de los mexicanos no pueden enfrentar el futuro solos; ya llegaron al fondo del barril. De ahí nuestra insistencia: que ya es el momento de llamar al bateador emergente, que es EL GOBIERNO, que puede utilizar tanto sus instrumentos macroeconómicos como los microeconómicos, para GENERAR EMPLEOS. Esos instrumentos pueden también proteger contra la inflación.

El cambio climático ha generado sequias, inundaciones, heladas, destrucciones y todo tipo de graves problemas a México, tanto a sus conglomerados urbanos como a los rurales.

El problema está en que los apoyos específicos necesarios para sectores y segmentos de la población -que no determine El Mercado- generan oposición de los que sienten que eso viola su religión de veneración al Mercado. Por lo tanto, no podemos esperar nada del Ejecutivo, en esa dirección. Ya lo hemos visto en el pasado.